Enrique Meléndez: Venezuela; Un campo minado

Compartir

 

Comenzamos el año en la cuerda floja. Dos Asambleas Nacionales y dos gobiernos cada uno tirando por su lado. Aquella AN electa el pasado 6 de diciembre sin base alguna; tomando en cuenta las condiciones truculentas, como se llevó a cabo su proceso; sobre todo, donde hubo violaciones a la Constitución, así como a la legislación electoral vigente. Lo que dio lugar a que fuera desconocida por una cincuentena de países; digamos, las principales democracias del mundo; aparte de que fue electa por una minoría, tanto que se dice que apenas votó el 15% del padrón electoral, y esto que la mayor parte de esos votantes fueron arrastrados; llevados a los centros electorales, incluso, en vehículos pertenecientes a organismos públicos; cuando no, por medio de chantajes; como aquél de que el que no vota, no come; de modo que esto pesó para que la comunidad internacional no comiera gato por liebre; sobre todo, porque la cultura de la globalización comprende todas las partes, que conforman un todo, y una de las partes de esa globalización, además de la información, que te saca todos esos trapos sucios, que se puedan presentar en un proceso electoral, la constituye el derecho, en este caso, el derecho internacional; lo que significa que ya por los fundamentos jurídicos del actual orden mundial, estos países se ven obligados a tener que desconocer un evento, que se ha llevado, de acuerdo a un arrebato descarado del voto de la ciudadanía, y que justificó el hecho de la abstención.

En efecto, fue una resistencia pasiva, que se impuso; porque, por lo demás, la oposición colaboracionista, como la llaman algunos, no logró pegar con un discurso convincente y motivador, que incitara a participar en dicho proceso; partiendo de un pragmatismo, en lo que se refiere a inmiscuirse en cuanto evento comicial, pautado en la Constitución, se presenta; lo que a la larga daría lugar a un músculo, según esta teoría, con el cual derrotar al autoritarismo dominante por la vía del voto, y para el caso se traían a colación algunas experiencias, de países que han logrado llegar a transiciones hacia la democracia, en ese sentido; sólo que en realidades que nada tienen que ver con la idiosincrasia de un pueblo como el Caribe nuestro; donde no deja de estar presente en su conducta eso que se conoce como la viveza criolla, y que fue, decíamos, lo que suscitó esa postura abstencionista en la gente; pues en esta oportunidad se le retó al gobierno, a ese respecto; no se comió el cuento del chantaje, a pesar de que se trataba de un proceso electoral, que se realizó bajo la impronta del terror, y de que, en efecto, el gobierno nos iba a dejar sin comer a aquéllos que no íbamos a consignar nuestros votos; por lo que, al final, el gobierno terminó maquillando los resultados electorales; aun cuando, las cifras que se manejan en las propias fuentes oficialistas puertas adentro hablan de un millón y tanto de votantes; siendo la oficial, emanada del Consejo Nacional Electoral, de un poco más de 6 millones, y que fue obviada por la opinión pública, tomando en cuenta ese incredulidad que reina en el espíritu del venezolano, con respecto a cuanta información proviene, sobre todo, de este organismo; aun cuando, también hay que tomar en cuenta que aquí se maneja la mentira como una política de Estado: miento que digo la verdad.

Incluso, hubo abogados que advirtieron que el CNE obligaba a los venezolanos a cometer delito, al convocar a un proceso electoral viciado; tomando en cuenta las condiciones anticonstitucionales, como se llevaron a cabo estos comicios; lo que automáticamente deja sin efecto la Asamblea Nacional surgida de allí, si es que se produce un cambio de naturaleza política, en lo más inmediato,  y sean nuevos actores, los que vengan a gobernar; dada esa situación de ilegitimidad en la que se encuentra.

Que es la misma situación que presenta la otra AN, presidida por Juan Guaidó, y cuya decisión de prorrogar su período legislativo por un año; además de la presidencia interina del susodicho, no ha hecho sino demostrar que su presencia, en tanto que poder legislativo es y era insignificante. Por supuesto, desde su origen mismo; cuando entonces se le declaró en desacato; lo que constituyó una vuelta más a la rosca del ajuste hacia la dictadura; aunque de aquí en adelante se puede ver como un aparato de terror, ahora, en contra del régimen; toda vez que se viene a convertir en una papa caliente. La AN oficialista con sus 277 diputados podrá instalarse a sus anchas; porque goza del poder y la fuerza, sólo que carece de legitimidad ante la comunidad internacional; lo que le limita sus alcances en materia financiera, para la obtención de créditos en organismos multilaterales; que sería lo prioritario para la gestión administrativa de Maduro, y de la que sí gozaría la AN oposicionista, que en las actuales condiciones está a punto de ser disuelta a la fuerza; de acuerdo a la amenaza de Nicolás Maduro; lo que también la coloca en la cuerda floja.

La pregunta obligada viene a continuación: ¿qué sucede si Maduro definitivamente manda a detener a Juan Guaidó? No hay que pasar por alto que esos países, que desconocen la AN oficialista, al mismo tiempo, reconocen la decisión de la AN oposicionista de prolongar su gestión administrativa; como la presidencia interina de Juan Guaidó. En efecto, todo el mundo está de acuerdo, de que de quedarse Guaidó, e instalar la AN, para darle continuidad administrativa por un año más, como se acordó, se trataría de un acto de valentía que rayaría en la temeridad; pero que comprometería seriamente al régimen de Maduro ante la comunidad mundial; en un momento en que, además de ofrecer la justicia estadounidense 15 millones de dólares por su cabeza, ha sido admitida una demanda en su contra en la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad; además del prontuario que arrastra por la vía de sus conexiones con el narcotráfico, la guerrilla colombiana y el terrorismo islámico.

melendezo.enrique@gmail.com

 

Traducción »