En este 6 de enero del 2021 en el que la muerte decidió arrebatarnos a armando se silenciaron todos los zapaticos bordados de hilos de sueños alineados en los dinteles de una esperanza que alimentaba cada día con la sola fuerza del amor.
El 31 de diciembre del 2020, para despedir el año, Armando Córdova Olivieri dejó en su muro de FB, este escrito:
¡Se fue el 2020!
Hemos superado un año difícil para la humanidad y, sobre todo, para Venezuela, mi atribulada nación. Sin embargo, ni el régimen, la pandemia, la desolación y tampoco el desespero, han podido doblegarnos. Aquí estamos aún, desde nuestra pequeña fortaleza sobre las majestuosas montañas de los Andes venezolanos, con un año más a cuestas, luchando incansablemente por reinventarnos para salir airoso de las dificultades.
Nuestra denuncia social ha sido constante y siempre hemos encontrado la forma y la medida de divulgarla, a través de las redes sociales. Sin embargo, no hemos solo denunciado la injusticia y alertado sobre lo que vislumbramos para el futuro de nuestro entorno cotidiano, signado por el desgobierno de la dictadura de una casta de políticos mediocres y oportunistas, sino que también, hemos construido a nuestro paso, modesta pero perseverantemente un espacio para la solidaridad para con nuestros vecinos por quienes mi voz se ha levantado irreverente durante estos últimos años.
Seguiremos adelante, hasta que el aliento nos deje y cuando ello suceda, quedará el estruendo del eco entre los montes de nuestro legado que no dejará de estremecer por siempre la memoria de los que van quedando. Feliz año 2021 a todos aquellos que me han acompañado en esta cruzada ya no tan solitaria como al principio y que algún día cosechará con toda seguridad la victoria que tanto esperamos.
Y esto entonces le respondí:
Hermoso y fortalecedor texto Armando, que te nombra y contigo a tantos -los desapercibidos, los innumerables, los silenciados- que rescatan, desde las más altas penumbras, la vida en todos sus gestos. Los de la solidaridad y el compartir, construyendo tejidos de amor más allá de los odios desatados y la mengua impuesta.
Esa labor de cada día es y será siempre la capaz de reivindicar el sentido de lo humano y la fortaleza de un vivir que se reinventa a si mismo en cada pasaje y en cada entrega. Bravo, Armando. Te abrazo.
Y se nos fugó sin que lo alcanzara la magia de los reyes
Seis días después no le alcanzó la magia de los reyes. Se nos fugó inexplicable, dolorosamente, sin que podamos encontrarle explicación, sentido ni razón. Se nos fue el sembrador de girasoles en tierras que él nutría de sus ilusiones. El que hacía estallar la risa en los niños del páramo, mientras compartía con ellos su efímera instancia de alegrías. El que enseñaba, labraba, compartía e inventaba cada día con la sola decisión de enderezar entuertos, de hacer alguna justicia en el corazón de la injusticia y la insensibilidad que se ha apoderado de nuestras tierras y de nuestros hermanos.
Se nos fue en este día en que silenciaron todos los zapaticos bordados de hilos de sueños, alineados en los dinteles de una esperanza que alimentaba cada día con la sola fuerza de su amor
Hijo de Armando Córdova y Ligia Olivieri, quienes tantas huellas dejaron intentando construir porvenires distintos, desistió de las formalidades académicas ya recibidas para irse a los páramos a rescatar de la tristeza y las carencias a comunidades que hizo suyas, de tanto entregarles la enseñanza del hacer y del trabajar hermanados. Y en esa escuela del vivir compartido hemos navegado desde siempre, asidos a la esperanza.
Y no puedo dejar de mencionar que hace unos meses, en el 2020, tuve el privilegio de escribir el prólogo a su obra Diáspora, segundo libro de la trilogía titulada Erda, que se inició con La Mirada De Pascualina, ambas publicadas por la magia, el ímpetu, la decisión y tenacidad de María Libertad Dose, a través de la editorial Snow Fountain Press.
Nos golpea la vida de nuevo
Nos golpea la vida de nuevo, llevándose uno más de nuestros hermanos. Pero jamás lo despediremos. Seguiremos, como él, en sus mismas labores de trabajo arduo y rescate de la belleza más honda que mana del corazón de los hombres sencillos y puros de corazón.
Entendemos tan sólo que se ha ido a buscar a Juan Félix Sánchez y a Epifanía para seguir nutriéndose de su sabiduría y amor para que nunca cese de crecer su escuela de vida, esperanzas y porvenir.
Y te dejo, Armando, para que te reciba en tus nuevos andenes, la luna de esta madrugada, tal vez para mitigarnos la pena o para entregarte este mágico azul para que, envuelto en él, puedas proseguir tus faenas de sembrador de alegrías y porvenir.
06 de enero del 2021