Enrique Meléndez: Toda una fauna de caciques

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Para ellos fue un carnaval. Allí estaba el mundo de la felicidad; como diría Chávez; pero se trata de uno de los episodios más infelices de nuestra historia republicana; uno que no pertenece a ese mundo; sobre todo, porque se trata de una usurpación. Estamos ante una Asamblea Nacional (AN), que nació por la vía de una escalada; tramada al cálculo; de modo que más que un cuerpo legislativo, se trata de una corte, y compuesta por lo que serían los caciques locales; más que dirigentes políticos del partido oficialista, y quien en esta oportunidad se arroga 256 curules, y digo caciques locales, porque toda esta gente ha sido electa por la vía de la presión y del chantaje.

Se trata de una representación política que no tiene seguidores, si nos atenemos al hecho de que ha sido electa con una ínfima minoría; pues las cifras que se manejan, extraoficialmente, con respecto a lo que fue la participación electoral, se sitúan en 1 millón 900 mil personas, de un padrón de 20 millones de electores. Pero, en segundo lugar, eso: una gran parte fue obligada a votar, hasta donde la presión y el chantaje pudo; pues se observa que aquellos 3 millones de electores, que forman parte de las nóminas de la administración pública, y de los que se creían que eran votos seguros, no concurrieron. En efecto, nadie cree en esas cifras de seis millones de electores, que anunció un Consejo Nacional Electoral; que, por lo demás, carece de legitimidad de origen, y que es por aquí por donde comienza lo que hemos calificado de escalada; camino de un arrebato institucional, y de lo cual la opinión pública estuvo muy consciente, por lo que la ciudadanía les hizo ese desplante.

Aquello de que el que no vote, no come no funcionó. La abstención en este caso se volvió un arma de terror; como respuesta a un régimen tiránico; empezando porque aquí nadie está comiendo. Tiene acceso a la comida esa corte de caciques, que ahora pasa a formar parte de esta nueva AN; pues el resto de la ciudadanía hace milagros con sus ingresos; lo que se conoce como formas de supervivencia; incluso, para asombro de todo el mundo, pues la situación que vivimos en Venezuela resulta patética desde el punto de vista de la depauperación de un país, y así se trae a colación en el extranjero el caso Venezuela; cuando se trata de abordar lo que serían las secuelas destructivas de un régimen comunista, y la prueba más palpable de esta situación, la tenemos en el caso de los ahogados, expulsados en una balsa de Trinidad, que naufragaron en alta mar el pasado mes de diciembre, y quienes habían tratado de huir del país. No es una representación propiamente dicha; porque lo que estamos viendo en esta oportunidad ha sido producto de un asalto institucional. El pueblo les dio la espalda, y es por eso que digo que la abstención se volvió un arma de terror; pues la participación en esta justa para el oficialismo era decisiva; como lo comprueba el hecho de que en que en una forma descarada fue utilizado el transporte de los diferentes organismos públicos, para movilizar hacia los centros electorales a aquellos electores, que lograban sonsacar, para llevarlos a votar, y que es lo que demuestra que no estamos ante una dirigencia política con proyección en sus respectivas regiones o localidades, sino comisarios; gente que tiene controlada a un grupito de personas en determinadas localidades, que fueron las que consignaron su voto por ellos, y cuya cultura política no es la más ilustrada que digamos. Ahora, ¿qué legislación de altura se puede esperar de esta gente?

Gente que llega al parlamento cargada de odio; frustrada, además, por su fracaso como clase gobernante; forrada de dinero, pero muy resentida y despechada por todo; envenenada contra ese venezolano, que ha tenido que huir del territorio, y para el que se han pedido leyes, que le van a permitir al Estado apropiarse de los bienes, que han dejado en el país, y que no sería sino otro arrebato institucional. He allí el tipo de legislación que se espera que salga de esta AN, y por donde comenzaría su terrorismo; si partimos del hecho de que, dada su condición ilegítima, no reconocida por una cincuentena de países, no le queda más camino que convertirse en un aparato de persecución y amedrentamiento de la sociedad.

Odio, además, que se expresó por la boca del propio nuevo presidente de la asamblea, Jorge Rodríguez; cuando le tocó el turno de hablar, y entonces le dio por sacarle los trapos sucios a medio mundo de la oposición; aparte de achacarle la culpa de los males, que sufre el venezolano a partir de unas condiciones de vida muy miserables, a esa maldita oposición que, por sus “mezquindades”, no le ha permitido al régimen a lo largo de estos veintiún años gobernar de una manera feliz; aparte de prometer; que esta vez sí se va a recuperar la economía; que esta vez sí derrotaremos al imperialismo yankee; no dejando de ser su figura, por lo demás, la carta sacada de debajo de la manga a última hora, si partimos el hecho de que se tenía por contado que Diosdado Cabello iba a ser el presidente de la asamblea; a propósito de su condición de segundo de a bordo del régimen, por lo que se ve que le movieron el piso; queda totalmente reducido; un hombre incluso que llegó  a tener más influencia, que el propio Nicolás Maduro, sólo que se ve que en una jugada de largo plazo, lo fueron desmantelando. Primero, le movieron aquella pieza, luego esta otra y así sucesivamente; aunque para que no se observara que la cosa había sido en serio, lo dejaron como jefe de la fracción del PSUV.

Por supuesto, la otra gran sorpresa fue la exclusión, de la que fue objeto la fracción de la llamada oposición “alacrán”, cuya representación no fue invitada a formar parte de la directiva, sobre todo, Acción Democrática, que cuenta con once diputados, o una de las figuras más conspicuas de la llamada Mesa de la Casa Amarilla, como Timoteo Zambrano; lo que habla de que todo allí estaba calculado.

melendezo.enrique@gmail.com

 

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