Yo recuerdo que en 1998, vísperas de las elecciones, y con la victoria de Chávez segura, el común de la gente veía una decadencia total del país; como decía el propio Chávez: Venezuela se cae a pedazos; de modo que se pensaba que Chávez iba a tener que ver con lo humano y lo divino, dada su condición mesiánica, una vez consumada esa victoria, y allí entraba la educación; pues se consideraba que al criollo le faltaba cultura; sólo que se trataba de una opinión pasajera; formaba parte de la idea, de que el país estaba en la carraplana; que iba mucho con el espíritu de la época, dominado por la insatisfacción, no se veía nada bueno; aparte de que como temática central había un latrocinio desatado en los medios de comunicación social, lo que conducía a abrigar un sentimiento de repudio a nuestra clase política; como decía el propio Chávez: es lo más corrupto que puede haber en el mundo, sobre todo, lo que él conocía como los cogollos partidistas; mientras se exacerbaba su mito; el comandante golpista del 4 de febrero de 1992, y quien llegó para mandar a parar, y así se veía que este hombre iba a serlo todo en Venezuela.
Precisamente el pueblo griego es unigénito; porque se trata del único pueblo, que rompe con la conciencia mitológica, y descubre la racionalidad, y esto lo digo porque, de tratarse de una situación parecida, Venezuela nunca iba a dar con las leyes de la razón, y mucho menos en ese momento en que vive del mito de ese comandante; porque quien votó por Chávez fue la clase media, para asombro de todo el mundo; no fue el populacho, que éste no participaba de los procesos electorales por apatía e indiferencia. Por supuesto, se trataba de una clase media que comía mucho casquillo con el cuento, de que no estábamos sino gobernados por una cleptocracia depredadora. Yo tengo un amigo que me decía que nuestra cultura era parecida a la de los árabes: nuestro imaginario se deja encantar mucho por el prestidigitador, en este caso, de la palabra. A pesar de que se trataba de la clase, que poseía el conocimiento profesional; puesto que la mayor parte la constituía gente, que se había graduado en el país; porque algo que se desconocía en esa visión decadente, que se tenía de las cosas, era que los gobiernos de la República civil habían masificado la educación a todos los niveles, y habían formado un magisterio de muy alto nivel; pues cómo nos explicamos que hayamos mantenido una empresa petrolera de primer mundo; aparte de empresas de todo tipo de minería, y que había desarrollado una sinergia con la industria de la manufactura; empresas de servicio eléctrico, agua, aseo urbano, telefonía; que hayamos edificado nuestras principales ciudades con una serie de urbanizaciones también de primer mundo; que hayamos construido una red vial por todo el territorio: esa ingeniería pudo llevarse a cabo gracias al conocimiento profesional que salió de nuestras universidades, y que adecos y copeyanos expandieron por todas partes, y a pesar, decía, de que se trataba de la clase que poseía ese conocimiento, se deja encantar por un deslenguado, ignaro y felón, y que está relacionado con un problema de autoestima de nuestro espíritu. Son los momentos en que, como diría Mariano Picón Salas, nuestra historia adquiere color bizarro y epiléptico impulso.
Se trata de una especie de esquizofrenia, que nubla la razón, y la verdad es que otro amigo, que votó por Chávez, me confesó que fue un momento suyo de locura, cuando se vio consignando a favor de este señor, y que, luego, horas más tarde, se había arrepentido. Estaba tan envenenado contra esa clase política rastacuero, que entonces decidió no elegir a través del voto; sino castigar a esa dirigencia; prestándose Chávez para ser la guillotina. Yo recuerdo que Chávez lo profirió en París; cuando estuvo de visita en Francia, recién electo presidente, que lo más pútrido que había en el mundo era la clase política venezolana; lo que me dio una gran pena ajena, sobre todo, porque sentí que le sacaban los trapitos sucios a nuestro pueblo en ese escenario, y por más que sea, nuestro país constituye una gran hermandad; solo que, por ahora, se trata de una hermandad huérfana; pues carece de legalidad y libertad, es decir, las tres categorías, sobre las que se montaron los Estados modernos, sobre todo, de democracia representativa y de libre mercado.
Obsérvese lo empañada que tenía la razón ese venezolano, que veía en Chávez una especie de dios que, precisamente, nunca llegó a preguntarse que cuáles eran las ideas, que abrigaba Chávez en materia educativa, y la verdad es que lo que abrigaba este señor, no era sino ideología comunista; que es lo que se imparte en los países socialistas, y ahí es donde viene la tergiversación de las cosas, sobre todo, en materia de historia y ciencias sociales. Incluso, el plan de alfabetización, que se hizo durante la revolución cubana, se basó en las ideas de un educador venezolano de nombre Félix Adam, y que fue el que trajo Fidel Castro a Venezuela, a propósito del Plan de Barrio Adentro, en el marco del famoso programa de las Misiones Sociales, cuando éste le comenzó a meter la mano en el bolsillo a Chávez; con motivo de esa idolatría que sentía ese señor por el otro, y para que se vea lo improvisado que actúa esta gente.
¿Leyó Chávez a Luis Beltrán Prieto Figueroa, a propósito del legado que dejó este señor a ese respecto? No, lo que estamos es frente a un sujeto, que lo que se propone es a ponerle color bizarro a nuestra historia; con intenciones de cambiarlo todo, y lo que resulta es un elefante metido en una vidriera, porque lo que abriga en esa cabeza es pura basura. He allí la piltrafa de país que ha quedado: un sistema escolar que está en el suelo, no sólo desde el punto de vista de la fuga de la docencia, sino también, porque se trata del sistema menos favorecido por el Presupuesto Nacional; cuando debiera ser el más favorecido, porque es el sector base de nuestra sociedad.
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