La verdad representa un concepto mucho más extenso y complejo que el simple hecho de validar de manera incontrovertible un razonamiento, en términos lógicos la verdad asume un valor tautológico que valida el pensamiento, pero su concepto extendido en el marco social supone confianza, capital social y gobernanza entre gobernantes y gobernados, este último concepto se asocia con el buen funcionamiento de la sociedad, de la democracia y de la economía.
Rendir cuentas sobre el manejo de los recursos públicos constituye una práctica que le imprime transparencia, simetría de información y confianza al ejercicio del poder. El pasado martes doce de enero, vimos como el poder ejecutivo dejó de apelar a subterfugios legales para rendir ante un poder legislativo absolutamente doblegado a sus intereses un simulacro de memoria y cuenta, la simulación o falseamiento de la verdad es una práctica de sociedades que han caído en regresiones en el manejo del poder.
La mentira institucionalizada se vuelve discurso común para la sociedad, esta comienza a aceptar el andamiaje de mentiras bien tejidas y justo en medio de esa madeja se extravía en los laberintos de la historia, se recalifica todo, se perpetua una intoxicación lingüística que empobrece los argumentos, que descontextualiza la búsqueda continua por explicar mal las cadenas de causación y pervertir así los hechos, convirtiendo todo en juicios de valor, en reduccionismo y simplificación y finalmente en posverdad, este proceso de perversión o crisis de la verdad tiene gradientes que pasan por la búsqueda de un enemigo externo y la demagogia en la mixtura de causas y consecuencias, con el fin de confundir para lograr engañar.
Así es como desde el 2015, no se acudía al parlamento por considerarlo un espacio espurio, para que el ejecutivo cumpliera con sus obligaciones de presentar su informe de gestión, por la vía del desacato Nicolás Maduro, encontró canales ad hoc, para realizar informes de rendición de su gestión, unos ante el Tribunal Supremo de Justicia y otras ante el adefesio de la Asamblea Nacional Constituyente, la cual ingresó a nuestra historia política por la vía de los mismos intersticios por los cuales se desarticuló. Su fin último lo constituyó el paralelizar las obligaciones de un parlamento al cual se le declaró la guerra desde el momento de su elección, igualmente corrieron la misma suerte las interpelaciones que el órgano legislativo se propuso realizar a los ministros del área económicadel “gobierno” de Nicolás Maduro.
Cinco años han pasado desde el 2015, y en ese periodo la regresión de la coalición en el poder ha entrado en una fase de quebrantamiento de la institucionalidad y de la verdad como paradigma de sustento del pensamiento ¿cómo presentar un informe de gestión creíble en medio de esta crisis indecible e innominada de la condiciones económicas, de un país cuyas cifras básicas de actividad económica dan cuenta de una catastrófica situación?
En este informe se reconoce que la empresa estatal de petróleos ha dejado de devengar 98,6% de su ingreso en el septenio 2013 al 2020, obviamente la causa esgrimida son las sanciones, pero en 2017 ya el PIB general de la República se había contraído en 43%. En términos de producción Venezuela regresó en el tiempo más de 80 años, pasamos a producir 440.000 barriles de petróleo diario, de los cuales solo cien mil generan flujo de caja, el resto se diluyen en acuerdos petroleros de muy cuestionable efectividad para la República. Se prometió reactivar la producción a 1.500.000 barriles de petróleo diario, en la historia de la industria petrolera jamás se ha materializado tal ajuste.
La desinversión en la industria petrolera tampoco fue justificada, se acudió a la retórica del enemigo externo, cuando la única verdad rescatable fue la bonanza petrolera con la cual contó el país y que hoy en día no logaran exhibirse en términos de bienestar,
Los datos de pobreza, aunque admitidos mostraban una intencional manipulación, una alevosa subestimación del drama social que vivimos. De acuerdo a los datos oficiales, la pobreza por la vía de ingreso en términos generales ascendió a 17% y la pobreza extrema se ubicó en 4%. En medio de la presentación del informe de gestión, Maduro, reconoció ante una arrodillada Asamblea Nacional que estos indicadores no estaban al día para 2020, lo cual pervierte el propósito de dicha rendición de cuenta.
Las cifras presentadas por la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) desarrollada por las Universidades Central de Venezuela, Simón Bolívar y Católica Andrés Bello, revelan una pobreza de ingreso general en la república de 96% y de 79,3% por la vía extrema, esto se traduce en el hecho de que 8 de cada diez venezolanos no pueden adquirir la dieta básica. Estas cifras revelan a una sociedad absolutamente inmersa en una catástrofe humanitaria, catástrofe esta que nos aproxima a países como la República del Congo y Chad y superamos con creces en materia de pobreza a Haití, en tal sentido no existe ningún atisbo de logro social en la política de un régimen que se autoproclama adalid de la justicia social. Se configuran en las cifras presentadas ante la Asamblea oficialista la intención premeditada del gobierno por falsear la verdad, no olvidemos que el propio Nicolás Maduro reconoció no contar con el indicador de la medición de la pobreza para 2020, en tal sentido su intención era la de engañar y simular una realidad ad hoc, con una crisis de la cual la coalición en el gobierno es absolutamente responsable.
En el terreno de la política monetaria era imposible presentar cifras reales, el falseamiento en ese ámbito requirió contar con un proceso de preparación o producción de la mentira más elaborada, así pues se repitió el mismo mensaje de la infausta entrevista ofrecida a Ignacio Ramonet, indicando que el país el 77% de las transacciones se realizaban en bolívares por medios de pago digital a la tasa de cambio del mercado, sin aclarar sí se trataba del mercado oficial o paralelo, otro veinte por ciento (20%), en divisas circulantes y el tres (3%) en efectivo, estas afirmaciones coliden con las propias cifras ofrecidas por el Banco Central de Venezuela, de acuerdo a las cifras de liquidez expansiva ( billetes y monedas) los cuales se encuentran agregados en el consolidado de M1, la proporción de efectivo se ubicó en 2,15% con relación a la liquidez total, la cual ascendió en 1280,6%, en diciembre de 2020.
El último mes de 2020 presentó los síntomas de la desmaterialización del bolívar, el agregado intermedio de liquidez monetaria ascendió a 584,6 billones de bolívares al corte del primero de enero de 2021. Para la última semana de 2020 este agregado creció en 9,12%. El bimestre noviembre-diciembre presentó un crecimiento sostenido que hace pensar que el BCV abandonó la rigidez de la política monetaria y se mantieneel fomento de la hiperinflación por la vía de las transferencias y bonos.
Diciembre de 2020 marcó la desmonetización absoluta y desmaterialización del bolívar, la proporción de billetes y monedas sobre la liquidez total se aproximó a 2,15%, un verdadero record que se yuxtapone como justificación para promover la digitalización de pagos en todas las transacciones frente a la incapacidad financiera del Banco Central para imprimir, trasladar y distribuir billetes y monedas en la economía nacional, la proporción de liquidez en billetes y monedas expresada en dólares cerró 2020 con una cifra de 528 millones de dólares, equivalente al 26% del total de los 2.000 millones de dólares que circulan en la economía nacional, frente al fenómeno de dolarización.
Las cifras pues presentadas son insostenibles y la capacidad de digitalizar todos los pagos en la economía nacional, se enfrenta a dos obstáculos a saber:
La precariedad de las conexiones de telecomunicaciones y la imposibilidad de que la totalidad de la población tenga acceso a la tecnología a través de dispositivos inteligentes.
La hiperinflación ha pervertido y distorsionado la fijación de precios por la vía nominal, la cantidad de espacios que requieren los procesos de pago y la sobrevenida necesidad de ampliar los límites de pago, hacen imposible el manejo de terminales y software apropiados que permitan la operatividad de las transacciones.
En la rendición de cuenta nada se habló sobre el efecto de la convivencia por más de tres años con un fenómeno de hiperinflación. La promesa de digitalización no resuelve en absoluto el drama de la inestabilidad en precios, la perversión monetaria y la destrucción del bolívar.
Finalmente me parece oportuno explicar el proceso de dolarización financiera propuesta por Nicolás Maduro, la explicación ofrecida tanto en la entrevista con el periodista español Ignacio Ramonet como en el acto de rendición de cuentas, fue absolutamente superficial, en tal sentido considero oportuno realizar la explicación apropiada.
Los cuentahabientes podrán abrir cuentas y depositar dólares en la banca nacional, y recibirán una tarjeta de débito para movilizarlas, pero el monto de este depósito se representaría en bolívares a la tasa de cambio, pudiendo efectivamente realizar contra este depósito las operaciones de compra de bienes y servicios que se deseen, el banco quedará con un déficit en caja en bolívares por el equivalente al monto de las operaciones realizadas en contra del depósito realizado en divisas, pudiendo el banco acudir al Banco Central y vender el equivalente de los depósitos percibidos. Este procedimiento obligatorio entre el banco comercial y la autoridad monetaria, permitirá cerrar el déficit en caja generado al girar en contra del depósito inicial en dólares. Finalmente, el Banco Central centraliza y consolida las divisas depositadas en la industria bancaria doméstica y ofrece a la banca comercial el equivalente en moneda local. El Banco Central consolida y centraliza los recursos y sí el interés del mismo estuviere dirigido al control del tipo de cambio, procedería a robustecer el mercado cambiario y lograr controlar el objetivo operativo de la divisa, el Banco Central podría entrar como un operador cambiario con cierta autonomía de funciones.
Sí existiera la voluntad política, el Banco Central podría entrar al mercado con los bancos comerciales, como un oferente constante de divisas e intentar establecer un objetivo operativo, con estrategias y metas, que redundaran en el control del tipo de cambio y evitar su sobrevaluación, controlando el fomento a la inflación por la vía de la trasferencia cambiaria. Aunque requeriría mayor coordinación con los objetivos intermedios de liquidez e instrumentales de tipo de interés y nivel de reservas para embridar cierto margen de confianza.
Pero la realidad es que el Banco Central de Venezuela ha presentado una política absolutamente alejada de la independencia y la autonomía funcional y se niega a publicar las estadísticas de manera oportuna, de hecho al momento de ofrecer este anuncio en el marco de la rendición de la memoria y cuenta, el ente emisor se encontraba en mora con la rendición de sus indicadores. La opacidad en el manejo de la política cambiaria y la falta de confianza y transparencia, hacen imposible el manejo oportuno y eficiente de este proceso de dolarización financiera en el país, este análisis faltóser incorporado en la rendición de cuenta, todo esta cadena de causación se centró en indicar que ahora los venezolanos depositarían dólares y obtendrían un mecanismo para movilizarlos en moneda local.
Este informe de gestión fue un acto más dedicado a la perversión de la verdad, un requisito burocrático del horror de un país que huye de estas condiciones económicas incompatibles con la dignidad humana, un acto de escenificación de una falsa estabilidad y de demostración del logro prefabricado en las elecciones del seis de diciembre. Como venezolano me encantaría que esta Asamblea interpelase a los ministros del área económica, al presidente del Banco Central de Venezuela, al Superintendente del SENIAT y al propio Maduro, pero en la práctica esto jamás ocurrirá, desde la Asamblea se instrumentalizará la profundización de los anacronismos que nos trajeron hasta este escollo y se servirá el camino para la posverdad y el espectáculo.
“La primera pequeña mentira que se contó en nombre de la verdad, la primera pequeña injusticia que se cometió en nombre de la justicia, la primera minúscula inmoralidad en nombre de la moral, siempre significarán el seguro camino del fin”. Václav Havel.