El pasado forma parte de la historia de la cual podemos y debemos aprender; el presente es consecuencia del pasado y el futuro será en gran parte producto de lo que suceda y se haga en el presente. El pasado se mide en minutos, horas, meses, años o siglos y es de duración definida, el presente lo estamos viviendo y es de duración corta, puede medirse en segundos, minutos, horas o días y el futuro está lleno de incertidumbres e indefiniciones, de ahí que cualquier afirmación sobre el futuro, tiene riesgo de equivocación, pero aún con esta limitante se pueden plantear escenarios basados en la lectura del acontecer del presente. A medida que la velocidad de cambio es mayor, la capacidad de adaptación y la posibilidad de predicción son más complejas. Es difícil separar lo que se piensa que pueda suceder de lo que se quiere que deba suceder, de ahí que, quien escribe estas líneas haga énfasis en lo que piensa que se debe hacer.
Un aspecto muy importante para analizar es la formación del personal profesional del equipo de salud. Las facultades de Ciencias de la Salud se han deteriorado, producto de circunstancias propias de Venezuela y la pandemia actual de Covid-19, la cual tiene efectos globales que repercuten en el país, lo cual incide en la formación de pregrado, pero sobre todo en la de postgrado, ya que hay programas que están desiertos o con pocos cursantes, en relación a las necesidades y en comparación con años anteriores. Esto repercutirá a mediano plazo, ya que hay especialidades médicas en franco proceso de extinción. Si esta situación se prolonga, la recuperación será improbable, ya que con el retiro de los docentes, será muy difícil el reinicio de programas de postgrado. Por el contrario, si se establecen alianzas entre el sector gubernamental y no gubernamental, se apoyan las facultades de Ciencias de la Salud, se incorporan a la docencia los escenarios de instituciones de salud privada, se diversifican las fuentes de financiamiento, se interactúa con los connacionales que viven en el exterior, aprovechando sus múltiples relaciones académicas y se desarrollan modelos de gestión ágiles, la posibilidad de recuperación puede ser factible a corto plazo.
El ejercicio individualista versus la integración de equipos multidisciplinarios de profesionales de la salud es algo que marcará también dos caminos. La visión de ejercicio profesional en un consultorio contiguo a otro sin ninguna interacción funcional, en contraposición al desarrollo de grupos de trabajo con vinculación dinámica dentro de la misma institución e interinstitucional, incidirá en el futuro de los servicios de salud. El anclaje en una atención médica y programas de educación presenciales en contraposición a fórmulas complementarias de atención y educación a distancia; marcarán una diferencia en el futuro.
La persistencia de modelos de gestión de salud que ya han demostrado, en más de medio siglo, que no responden a las necesidades de la población y que no han sido sostenibles en el tiempo, plantea la necesidad de buscar alternativas innovadoras, como por ejemplo emprendimientos sociales solventes que puedan satisfacer las expectativas de la población, las necesidades de los trabajadores del sector de la salud, así como el estímulo de inversiones que faciliten el crecimiento institucional. El aislamiento entre las instituciones docentes y asistenciales contrapuesto a las alianzas dinámicas sinérgicas, definirán un futuro diferente. El reto a enfrentar es la búsqueda de fórmulas innovadoras en vez de continuar con los modelos del pasado, los cuales eran ya obsoletos hace décadas.
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