Cualquier noticiero que uno vea hoy, es para que se le arrugue a uno el estómago y el corazón. La pandemia no tiene receso. Pero es evidente que, en nuestro país, ya inmerso en una Emergencia Humanitaria Compleja (EHC) cuando comenzó la crisis sanitaria con el covid19, ya teníamos condiciones preexistentes, que todos conocemos, que toca a unos más que a otros, pero que supone una especie de “carrera de obstáculos” cualquier diligencia que necesitemos hacer. Ponga cualquier ejemplo. Ahora mismo, rezo porque no se vaya la luz o porque cuando deba mandar mi columna tenga internet.
Pero no se trata simplemente de “vivir con obstinación”, o con amargura, estresados, que más bien complique nuestra salud y hasta nuble nuestra posibilidad de acción.
Proponemos aquí las erres de la sobrevivencia en paz, y por sobrevivencia o entendemos ese último suspiro, sino la capacidad para pasar por encima de las dificultades.
Comencemos por respirar profundo. Calmarnos pues, alterados es difícil pensar, entonces, aprenda a hacer ejercicios de respiración profunda, oxigene sus neuronas. Y siga con la R de relajarse. Hay muchas maneras de hacerlo, Si en su rutina diaria practica algunos, antes de su jornada regular, verá que puede enfrentar mejor sus tareas. Hágalo varias veces al día. Verá que funciona.
Revise su rutina. Organice su tiempo. Tenga un plan semanal y uno diario. sacando tareas ingratas o menos agradables, pero combine con esas que le hacen la vida más agradable.
Ríase. Si, así sea sola frente al espejo. Le va a distender. Ríase de usted misma. Mucho mejor si se ayuda con esos amigos que suelen mandar chistes por wasap. Su dosis diaria de risa es muy saludable. Y si está acompañado con los recesos que debe tener en su rutina. Si es de los que hace teletrabajo, cada hora, hora y media, levántese, de una vuelta, hable con alguien si puede, tome un vaso de agua… ayuda a la circulación y a la concentración. Y si acompaña a hijos o nietos con las tareas, a ellos también les ayudan los recesos.
Reclame si tiene que hacerlo. No se quede con la rabia de un mal trato, una mala respuesta, pero hágalo sin alterarse, pida explicaciones, sin descalificar ni juzgar. Usted no tiene que aguantar regaños de nadie.
Resuelva los conflictos por vía pacífica. En a misma línea de lo anterior. Si usted tiene un problema con un familiar, con sus hijos, con un vecino con un compañero de trabajo, cálmense primero, piense antes de actuar, no grite porque los gritos solo traen más gritos, la violencia engendra más violencia y usted quiere resolver el conflicto.
Cultive la resiliencia. Este término, dicho de manera resumida, habla del arte de crecer en medio de los problemas, aprender de las dificultades, y ¡diga usted si el venezolano no es resiliente! Hemos aprendido desde hacer arepas sin harina de maíz, cambiar decenas de ingredientes por la escasez o por el alto costo de algunos, hasta tener siempre un plan B o C ante cualquier eventualidad. Quejarse y quedarse en la queja no resuelve nada. La resiliencia se enseña y se aprende.
Recréese. Varias veces al día suelte el teléfono, el internet; un día a la semana sin “tareas”, descanse, vea una película, lea algo distinto a sus temas de trabajo, camine un rato mejor si lo hace a diario… Esta cuarentena se sigue prolongando… Tiene que cuidar su salud mental.
Reúnase. Únase a otros. Aislado es más difícil, por no decir, imposible salir airoso de esta situación compleja: pandemia más EHC. Entonces reúnase, por wasap, por zoom, por teléfono, por correo, pero no se aísle. Actúe junto a otros. Recuerde que hacer el bien ayuda a la salud. Haga su plan de llamadas, por ejemplo, a esos compañeros o familiares que viven solos… Júntese con otros para hacer algo bueno por los demás…
Reconcíliese. Que tiene como previos el perdón, el pedir perdón y el perdonarse. El rencor no sirve para nada. Pida perdón, aunque no se lo den; perdone, aunque no se lo pidan. Perdónese a usted mismo, se lo merece y hacen un gran bien.
Rece. Por la mañana. Pida por otros, de gracias por estar vivo; pida por los enfermos de covid 19, pida por los que trabajan en los hospitales, por esos que hoy no comerán, para que alguien les tienda la mano; por los maestros que perseveran… Yo tengo mi Padrenuestro de la cuarentena, les comparto unos párrafos:
Padrenuestro, que estás en la tierra
En un mundo que vive angustiado
Que sepamos recurrir a Ti
Y que con tus manos seamos consolados.
Padrenuestro, que nunca caigamos
En la tentación de dejar de soñar
Que vea tus signos en cosas pequeñas
Y que la bondad sepa contagiar.