Kamala Harris, vicepresidenta de EEUU | Europa Press
Kamala Harris se jacta de haber llegado a la cima de su carrera política y profesional después de haber sufrido un verdadero calvario como “mujer racializada”. La vicepresidenta de EEUU es definida por el mainstream mediático como una pobre víctima de un país que discrimina a los afroamericanos cruelmente. Kamala se alza como la representante mesiánica que todos esperaban: una mujer humilde que apenas pudo abrirse camino en el mundo laboral, debido a su género, color de su piel y a su rara mezcla étnica. Puro marketing.
Lejos del relato mediático, político y propagandístico, la vida real de Kamala Harris nada tiene que ver con esta narrativa, que ella misma alimenta diariamente y que le ha venido de perlas para conseguir el cargo que ostenta. Lo cierto es que Kamala no tiene nada de “pobre”, ni de “desfavorecida”, más bien es justo lo contrario. Es la parte que Google no quiere mostrar y que el 90% de medios ocultan. Algunos hasta borran artículos de años anteriores, como es el caso del Washington Post, diario del dueño de Amazon, Jeff Bezos. Sus responsables han borrado los fragmentos de la vida de Kamala que no cuadran con el cuento de “la pobre niña negra”, según una investigación del noticiero Epoch Times.
Élite californiana
Para empezar, los padres de la vicepresidenta de EEUU pertenecían a la élite californiana. Su madre, Shyamala Gopalan, procedía de una casta de ricos de la India y no vivió episodios dramáticos por ser mujer e india en Estados Unidos, según cuenta la misma mujer. De hecho, llegó a ser una reconocida biocientífica que estudió las hormonas relacionadas con el cáncer de mama en Estados Unidos. Precisamente, fue en la India donde no pudo estudiar la carrera de ciencias por ser mujer. Sin embargo, sí pudo matricularse en EEUU y su trabajo fue recibido con grandes honores entre los círculos científicos más prestigiosos de América.
Sin embargo, a Kamala Harris no se la oye hablar de la India y culpa a Estados Unidos de ser un país racista donde no se puede prosperar, pese a que la brillante trayectoria de su madre fuera posible gracias a la admisión en las universidades americanas. Pero de esto ella no dice ni pío.
Su madre conoció en las protestas de la Afro-American Association a su padre, Donald Jasper Harris, un joven negro de las élites ricas de Jamaica, que estudiaba en la Universidad de Berkeley en California. Ambos se codearon con los fundadores de los Panteras Negras, partido radical izquierdista con tintes de supremacismo negro. Finalmente se casaron en 1963 y tuvieron a Kamala y a su hermana en California. De afroamericana no tiene nada, aunque ella misma y la orquesta de medios de comunicación esbirros del Partido Demócrata se empeñen en decir que sí.
Sobre ello, Ali Alexander, un activista afroamericano de derechas ha cuestionado su “africanidad” en varias ocasiones, alegando que es mitad india y jamaicana. No obstante, Kamala ha decidido autodenominarse como “una mujer negra”, más que nada porque es la raza del momento, la que vende más políticamente entre los izquierdistas, según han dicho muchos de sus detractores.
Novio acusado de corrupción
Kamala, la primera mujer vicepresidenta negra no negra, tampoco ha tenido un pasado hostil lleno de penurias económicas, como describen sus fans socialcomunistas. Resulta que su ídolo pertenece al 1% de la población estadounidense que es rica, de acuerdo a sus declaraciones financieras y documentos fiscales, publicados en la revista Forbes. Y, además, también estudió lo que le dio la gana y en buenas universidades. No hay visos de machismo aquí tampoco.
Como estudiante se graduó en Ciencia Política y Economía en la Universidad Howard, en Washington DC. Posteriormente regresó a California y en 1990 comenzó a trabajar como fiscal del Distrito de Alameda en San Francisco. A sus 29 años, siendo fiscal comenzó a salir con Willie Brown, un popular alcalde demócrata de la ciudad acusado de corrupción y tráfico de influencias. Fueron amantes. Era uno de los hombres más poderosos de California y le sacaba 31 años a Kamala. Él tenía 60 años, cuatro más que el padre de la demócrata, pero a ella parecía darle igual la edad.
Su relación duró cinco años y fue decisiva para la carrera de la demócrata, ya que consiguió llegar a fiscal del Estado y obtuvo un impresionante ascenso dentro del Partido Demócrata. ¿Casualidad? Parece que no. Según varias fuentes consultadas, Willie Brown fue acusado por el FBI e investigado por tráfico de influencias. Era habitual que utilizara su posición para sobornar y conseguir cargos para sus socios o allegados. Este pez gordo del Partido Demócrata llegó a admitir que “un poco de corrupción estaba bien”, en una entrevista en el medio KQED.
Brown no solo estuvo con Kamala pues tenía una larga lista de amantes. Después de ser nombrada fiscal del Estado, la demócrata llegó a amenazarlo con perseguir sus delitos. De cara a la opinión pública, ella se benefició del ascenso gracias a que tenía información comprometedora del exalcalde y éste utilizó su influencia para que Kamala consiguiera llegar a fiscal del Estado y pasar a las primeras filas del Partido Demócrata. Ella dijo en su momento que “no le debía nada a él”, pero sus argumentos no convencieron a buena parte de la prensa por aquel entonces.
El mismo Willie Brown confesó recientemente en su columna en el diario San Francisco Chronicle que ayudó a Kamala en su ascenso meteórico dentro del Partido Demócrata. “Sí, salimos. Fue hace más de 20 años. Sí, es posible que haya influido en su carrera al nombrarla para dos comisiones estatales cuando era presidente de la Asamblea. Y ciertamente la ayudé con su primera carrera para fiscal del distrito en San Francisco. También he ayudado en las carreras de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, el gobernador Gavin Newsom, la senadora Dianne Feinstein y a una gran cantidad de otros políticos. La diferencia es que Kamala fue la única que, después de que la ayudé, me envió un mensaje de que sería acusado formalmente si “caminaba imprudentemente”, escribía el exalcalde de San Francisco en el periódico local.
Marido millonario
Finalmente, Kamala rompió repentinamente con Brown y apenas se conoce otro noviazgo hasta que se topa con el que es su actual marido. La vicepresidenta feminista elevó su estatus económico casándose con Douglas Emhoff. Es la segunda relación que ha trascendido y resulta que Emhoff está forrado. Este adinerado abogado se ha convertido ahora en la segunda dama de EEUU, o como él mismo declaró, “segundo caballero”, después de que Kamala fuera nombrada vicepresidenta de EEUU.
El patrimonio de la pareja, que se casó en 2014, ronda los 6 millones de dólares (casi cinco millones de euros). Sus activos incluyen mansiones en Los Ángeles, Washington DC y San Francisco por un valor estimado de 5,8 millones de dólares. También hay cuentas de jubilación por valor de al menos 1,4 millones de dólares. Y dos cuentas de capital vinculadas a bufetes de abogados donde Emhoff ha trabajado. El año pasado ambos ganaron más de 2 millones de dólares, según Forbes.
Cabe recordar que, cuando Kamala era candidata a la vicepresidencia, ella abandonó la batalla por la nominación demócrata en diciembre de 2018 señalando que no era “millonaria” y que no podía “financiar su propia campaña”. La exsenadora hizo creer que andaba sin blanca y lamentaba “su duro pasado”. Pero de ningún modo fue así.
Cuando se convirtió en fiscal de distrito en San Francisco ya ganaba 140.000 dólares al año (115.082 euros), y su salario aumentó a 260.000 dólares anuales (213.725 euros) en 2011. Con sus libros tampoco le ha ido nada mal. Kamala ha recibido casi medio millón de euros en anticipos. No parece la vida de una mujer discriminada por su color de piel, tal y como quieren hacernos ver el oligopolio mediático pro-Biden y las tecnológicas.
Tampoco hablarán sus aliados sobre noticias controvertidas que salpican a Harris, como, por ejemplo, la información publicada por el medio americano NTD. Tal y como mencionan en el diario estadounidense, el marido de Kamala, con el que lleva siete años de relación, cambió de trabajo cuando ella pasó a ser senadora. Emhoff se hizo socio de DLA Piper, uno de los bufetes de abogados más poderosos internacionalmente. Según apunta NTD, este despacho global de abogados trabaja en estrecha colaboración con el Partido Comunista Chino (PCCh), según refleja el reportaje del diario. Los miembros actuales y anteriores del PCCh también trabajan o se asocian con DLA Piper y esta firma está ligada fuertemente a los comunistas chinos, indica la investigación de NTD.
Sea o no esto cierto, lo que sí se puede deducir es que Kamala no ha elegido irse con un proletario estadounidense. Kamala es élite izquierdista y la élite izquierdista millonaria se casa con la élite izquierdista millonaria. Todo un clásico. El socialismo para los demás.
De todos modos, el esposo de Kamala ya ha dicho que planea dejar su trabajo para dedicarse por entero a ser “segundo caballero”. Emhoff desea honrar y dedicarse a la carrera de su mujer las 24 horas si hace falta, “estaré a sus pies todo lo que ella me necesite”, ha subrayado en más de una ocasión.
Mansiones, millones de dólares, lujos, poder, amantes, un marido que comparte su fortuna con ella, y ahora la vicepresidencia, después de un cuestionado resultado electoral empañado por las acusaciones de fraude. Desde luego, no parece la historia de una víctima del “machismo y racismo sistémico de Estados Unidos”, tal y como Kamala predica en sus intervenciones. Que se prepare Biden.
Libertad Digital