Toda la trayectoria de Joe Biden indica que el lobby armamentista y el financiero serán los determinantes. La información que he recogido sobre él indica que su vinculación con los grandes bancos de Wall Street es más fuerte que nunca, lo que explica el apoyo unánime que ha recibido de los grandes medios de comunicación (de los que estas entidades bancarias son principales accionistas) y de las demás estructuras globales dependientes del poder financiero.
Incluso, antes del diseño de la vacuna, los 15 países más ricos del mundo (alrededor del 14% de la población mundial) habían comprado a empresas privadas, bien posicionadas en la carrera de las patentes, el 60% de las dosis estimadas disponibles en 2021 para proporcionar vacunas a sus poblaciones, dejando el 40% de las dosis para el 86% restante de la población mundial. Se estima que sólo el 30% esa población sea vacunada para el 2021. El presidente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha expresado el temor de que se esté dejan do de lado a la población más pobre.
Biden ha sido durante mucho tiempo un firme partidario del Estado sionista, declarando consecuentemente que Estados Unidos debe mantener su “promesa sagrada de proteger la patria del pueblo judío”, generaliza hablando del pueblo “judío”, pero en verdad está hablando de los sionistas, que es una manera de concebir a Israel como un polo de poder mundial que simboliza la fuerza del sistema financiero, de los grandes bancos, poder que se ha asociado al poder militar, al poder científico-tecnológico, que contemporáneamente se han unido a un nuevo poder, el poder del narcotráfico, que se mimetiza en medio de los poderes mundiales del capital y puede manipularlos a todos, en la medida de su gran capacidad de crear capitales, aparentemente a partir de la nada, pues va penetrando y moviendo todas las fuerzas en la medida que va generando milmillonarias ganancias que se van reproduciendo y multiplicando a través de novedosas, fraudulentas y genocidas formas de inversión.
Por eso, EEUU ha dominado y domina a Colombia utilizando, entre otros factores, al uribismo y presidentes claramente asociados a redes de la droga. Uribe está en manos de la CIA, pues esta le tiene un expediente donde están recogidos todos sus crímenes y sus históricos nexos con el narcotráfico.