Dos naciones suramericanas, una bolivariana que fue como la hija de nuestro Libertador, la otra aunque no es bolivariana sí estuvo en el proyecto de Bolívar para liberarla del yugo español, con dos presidentes de tendencia derechista, uno de esos presidente firmó decreto para proteger a venezolanos de la diáspora calificándolos de hermanos, confronta sin temor al dictador venezolano y ha combatido las fuerzas malignas que lo apoyan. El otro presidente es un poco tímido a la hora de asumir posiciones, no ha combatido con coraje las fuerzas del mal que apoyan al dictador y ha iniciado una política de expulsiones de venezolanos. Ambos son miembros del grupo de lima y han firmado los mismos documentos producidos por ese organismo político regional en “solidaridad de los venezolanos”, pareciera que terminarán el mandato casi al mismo tiempo, pero todo indica que los resultados no serán iguales en cuanto al objetivo para el cual fue fundado el Grupo de Lima.
En una acción que quedará grabado en la historia es la tomada por el presidente de Colombia, Iván Duque, al firmar un decreto-estatuto para proteger a todos los venezolanos que llegaron a Colombia huyendo de la terrible crisis humanitaria sembrada por la peste roja en Venezuela liderizada primero por Chávez y ahora por Maduro. Esta decisión valerosa y solidaria la tomó el presidente Duque a sabiendas de lo que algunos expertos han catalogado como costo político por la antipatía hacia la migración por parte de algunos sectores minoritarios de la sociedad colombiana. Xenofobia manifestada aisladamente en calles de algunas ciudades de ese país.
La protección es por diez años y favorecerá a un millón 700 mil compatriotas que entraron a Colombia de forma irregular, bien sea por el puente Simón Bolívar con la excusa de comprar “algo” en Cúcuta, o por las trochas desafiando todo tipo de peligros. Este estatuto firmado por el presidente Duque otorga a los venezolanos el derecho a permanecer en Colombia sin que sea molestado por las autoridades con el argumento de “no tener papeles de residencia”, también podrán trabajar sin ninguna restricción ni recibir un salario por debajo del establecido por la legislación laboral por el solo hecho de ser venezolano como ha venido ocurriendo hasta los momentos, pero también podrán acceder al sistema de salud del estado.
Los venezolanos que diariamente salen de su propia patria caminado por carreteras sin rumbo fijo y sin saber a dónde llegarán ni con que se van a encontrar en el primer poblado que consigan después de traspasar la frontera venezolana, no lo hacen porque quieran incomodar a los habitantes de los países vecinos, sino porque para ellos es cuestión de vida o muerte. Son familias enteras que salen huyendo para no morir de hambre o víctimas de la delincuencia desatada por el manto de impunidad que le brinda la narcotiranía. En la mente de estos compatriotas solo está la desesperación por salir a tratar de sobrevivir en otro país, sin que importe cual sea.
Mientras vemos las acciones del presidente Iván Duque con su decreto para favorecer a todos los venezolanos que están en Colombia en situación de indefensión o fragilidad, aun corriendo costos políticos, vemos por otro lado, un poquito más allá de Colombia, a Sebastián Piñera presidente de Chile, montando todo un circo pero sin pan, para expulsar a 60 venezolanos por haber ingresado a Chile de forma “irregular” sin respetar una ley aprobada por el Congreso de ese país el 2020, o sea el año pasado, que establece que para ingresar a Chile se debe solicitar una visa en alguno de sus consulados en el mundo.
Cuando el gobierno chileno aupado por el Congreso Nacional decidió expulsar a los 60 venezolanos y anunciando medidas similares con otros compatriotas en los próximos dias, no tomaron en cuenta, aunque la conocen a la perfección, la terrible crisis humanitaria que se vive en Venezuela. En ese sentido una familia que está muriendo de hambre no tiene tiempo de pensar que debe solicitar una visa para ingresar aun país, sino que por la mente del padre y la madre, o muchas veces por uno de ellos, solo revolotea la decisión de agarrar a sus muchachos y empacar lo que puedan cargar al hombro y emprender el viaje sin saber a dónde van a llegar. Y por eso no pueden ser tratados como delincuentes violadores de leyes. Es inhumano por donde lo busquen.
Otra cosa que olvidaron el gobierno y los del congreso chileno cuando decidieron montar el circo para expulsar a los 60 compatriotas, fue la época cuando eran pisados por la bota militar del general Augusto Pinochet y miles de ellos buscaron refugio en Venezuela donde fueron recibidos sin ninguna discriminación, tuvieron oportunidades de trabajo y de vivienda sin ninguna xenofobia. Incluso, muchos alegaron que por haber salido huyendo no tuvieron tiempo de recoger títulos universitarios y mucho menos de apostillar. Es más, a manera de chistes del venezolano en algunas oportunidades se llegó a comentar que muchos chilenos pertenecían a la promoción VIASA, porque al parecer era en los vuelos de esa línea aérea donde acordaban el “titulo” que declararían al llegar a Venezuela, por supuesto, ninguno científico, todos humanísticos.
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