Antonio Urdaneta Aguirre: Relatora rojita

Compartir

 

Hace varios días, después de unos cuantos intentos fallidos, el régimen dictatorial venezolano autorizó la entrada al país de una relatora especializada, supuestamente, en asuntos relacionados con los derechos humanos. Se supone también que ella vino a cumplir una misión del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dados los antecedentes de la dictadura militar “madupadrinista”, de tendencia nazicomunista, que ha sembrado el hambre, la desolación, la miseria y la muerte en Venezuela; siendo ésta, actualmente, la carta de presentación más elocuente de nuestro país.

Alena Douhan es el nombre de la relatora a la que me he de referir al final de este artículo. Tal como se mencionó brevemente, todos los intentos anteriores que hizo la ONU, para conocer la incidencia de las sanciones internacionales que han recaído sobre los más emblemáticos representantes de la dictadura, habían resultado en vano, porque a ninguna otra delegación o relatoría se le permitió pisar tierra venezolana, con excepción de la señora Bachelet, Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos.

En el informe que la comisionada presentó ante el organismo internacional correspondiente, quedó perfectamente dibujada la tragedia que hemos padecido los venezolanos, atribuida ésta a lo que primero se denominó “chavismo” y que ahora empieza a conocerse como el “madupadrinismo”, movimiento éste, más militar que civil, que ya se perfila como una riesgosa experiencia y una amenaza latente, también para los verdaderos demócratas del continente.

La vinculación de dicho régimen con los posibles delitos por los cuales han sido sancionados la cúpula dictatorial y sus bien tarifados colaboradores, constituye realmente un peligro inminente, porque es mucho el dinero sucio, procedente de Venezuela, que circula en los bolsillos de quienes dirigen movimientos desestabilizadores, precisamente en países donde la democracia es el sistema político escogido por sus pueblos.

De regreso a la presencia en Venezuela de la relatora Alena Douhan, sería una deslealtad con el país, en especial con mis lectores, si hubiese decidido callar lo que pienso de la susodicha enviada por la ONU. Lo que además creo que tampoco es ajeno a otros analistas y a la sociedad democrática en general.

Quien le haya hecho seguimiento a los recursos mediáticos de los que dispone y utiliza la dictadura, ha podido darse cuenta de que, para tales efectos, el régimen tiene a su servicio un “cerebro nazi”. En tal sentido, es obvio que el informe o conclusiones dadas a conocer en rueda de prensa por Alena Douhan, fue inducido o elaborado por ese “cerebro nazi”, puesto que el discurso de la relatora, por cierto, de origen bieloruso, es, en lo fundamental, una grosera repetición de las mentiras que se le escuchan, con pocas diferencias entre unos y otros, a los personeros de más alto rango del régimen y del liderazgo político y militar respectivo. Ninguna duda ha quedado, en cuanto a la certeza del daño que el dinero sucio y mal habido le está haciendo a Venezuela. Daño cuyos tentáculos ya están apretando el cuello de otros países americanos. ¡Es difícil evitar la suposición, según la cual en la coincidencia entre Alena Douhan y el discurso del régimen, hay mucho dinero sucio de por medio! ¡La relatora resultó ser roja rojita!

Educador – Escritor – urdaneta.antonio@gmail.com – @UrdanetaAguirre

 

Traducción »