La idea de un país que quiere prosperar y con ganas de salir de la crisis pasa por tener una agricultura fuerte, que sea capaz satisfacer la demanda local y también de llevar nuestros productos al exterior.
Por eso, el campo nos necesita. La agricultura requiere de medidas urgentes para su recuperación.
Para la producción de carne y sus derivados, lácteos y sus derivados, de semillas, legumbres, hortalizas y demás productos agrícolas se necesita hacer fuertes inversiones, no solo en unos 10 millones de vientres de ganadería, sino en solucionar los problemas que son urgentes.
Desde hace años, el campo sufre porque las vías de penetración están muy deterioradas. Y si no son las vías, es el combustible que no hay o las maquinarias que están dañadas u obsoletas.
Los servicios básicos son indispensables para el desarrollo del campo. Que llegue agua y electricidad y que haya gasolina, hace la diferencia entre el éxito y el fracaso de cualquier plan que tenga el Ejecutivo nacional para reactivar el campo.
Sectores específicos como el de la caña de azúcar o el café, o de la ganadería, requieren de voluntad política, pero también de medidas que los favorezcan, como los créditos y las ayudas para los productores pequeños y medianos.
No se trata de tener unos terrenos y lanzar allí unas vacas o sembrarlos de plátanos, papas u hortalizas, es la concepción de un plan que vaya más allá.
También es indispensable que cesen las ocupaciones de fincas y se garantice la seguridad, no solo de los propietarios, sino la seguridad jurídica para atraer inversionistas.
Entre los aspectos más importantes del diálogo iniciado por el Ejecutivo este año es el planteamiento del sector productivo de que las empresas y fincas expropiadas vuelvan a sus dueños originales.
El sector productivo del campo está dispuesto no solo al diálogo, sino a colaborar para solucionar los problemas.
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