Uno de los episodios más dolorosos de esta “revolución bonita”, que llegó con la logia de militares, a la cabeza de Hugo Chávez, es el de este agente de la Policía Metropolitana Arube Pérez Salazar; quien acaba de ser liberado, luego de haber cumplido una condena de 17 años de prisión, y digo doloroso, porque fue una de las mayores injusticias, que se hayan podido cometer,
¿Y la gente, que venía en la manifestación, que se dirigía ese día hacia Miraflores, y la, que se ve que cae en los videos, que se lograron tomar ese día? Esa cayó por la acción vil de unos francotiradores, que apostó la oposición, en la persona de Pedro Carmona Estanga y Carlos Ortega, los dos líderes del momento, en los edificios del entorno de Miraflores, para que dispararan contra su propia gente; algo que se cae por su propio peso; porque, ¿acaso Casa Militar del palacio de gobierno lo va a permitir? Esto es pan comido, y sobre esto se ha escrito demasiado; pero no es desdeñable volver en honor a Pérez Salazar, y el karma por el que tuvo que pasar, a partir de la bota de un régimen, que pregona la idea, por supuesto, del militarismo, y que aplasta todo cuanto esté a su alcance para fundamentar una truculencia, en aras de la permanencia en el poder.
Pero está demasiado claro, a partir del video, que logra captar desde la terraza de un edificio un colega mío, entonces reportero de un noticiero de una planta televisora, que quienes disparaban hacia la manifestación de la oposición eran unos sujetos, que se veían agazapados, en las paredes de los edificios, que bordean Puente Llaguno; sobre la avenida Baralt, y desde donde se miraba la ola de gente pasar hacia la plaza Diego Ibarra, donde se iba a concentrar, con miras a posesionarse el gentío frente a Miraflores, y así sacar a Chávez ese mismo día, sin fórmula de juicio; que se vaya, como lo había hecho de La Rúa en Argentina; de modo que estos sujetos, a quienes uno los identificó desde entonces como los “pistoleros de Puente Llaguno”, hacían su aparición en la balaustrada del puente, y desde allí disparaban a mansalva, Yo recuerdo a Pablo Medina llorando en un programa de televisión, contando la forma como había caído una persona, que marchaba a su lado. De modo que estamos ante una de las alevosías más grandes de nuestra historia.
El otro día tuve ocasión de ver en el canal DI (Discovery Investigation) la historia de un señor en los EEUU, que preparó con saña el asesinato de unos adolescentes, que tenían por costumbre meterse en las casas de su vecindario, y así robar algunas cosas, a propósito de una trampa, que les tendió, y los acribilló con una escopeta sin contemplación alguna, cuando intentaron entrar en su casa. Luego, ese señor, por esta saña, fue a dar a la cárcel. En líneas generales, aquí estamos frente a un caso parecido: Chávez sabía que esa manifestación, la más grande en la historia de las manifestaciones, que se le hicieron a este señor, iba a ser provocada y desviada hacia Miraflores, a pesar de la voluntad de sus convocantes, y lo que se planteó a continuación fue un escenario de muertes, y esto porque Chávez partía del principio de que había que salirle al paso a la jugada, y aquí actúo con la mayor sangre fría del mundo.
A los días conformaría una Comisión de la Verdad, para cuya instalación convocó a todos los partidos de la oposición, además del mundo diplomático, acreditado en el país; siendo la verdad que el único dirigente de la oposición, que acudió a la cita fue Juan José Caldera, y a quien se afanaba Chávez en demostrarle que desde la “ballena” los ochos agentes, culpados de asesinatos, disparaban hacia la manifestación pacífica, que pululaba en Puente Llaguno; a pocos pasos, por lo demás, de Miraflores y la que servía de colchón, para la defensa del palacio de gobierno, con motivo de unas diapositivas, que iban proyectando sobre una pantalla:
-Usted no me va a decir que no, doctor Caldera, que aquí se ve cómo estos agentes, que se encuentran en la ballena, está disparando hacia Puente Llaguno-.
De hecho, hoy en día hay una estatua en medio de la balaustrada, alusiva a los caídos, supuestamente, en mitad del puente, y donde se ven cayendo fulminados, producto de los disparos de estos agentes Metropolitanos; para darle mayor fuerza a esta truculencia de Chávez. Después vendría la detención de los comisarios Henry Vivas, Lázaro Forero, quienes para el momento eran las máximas autoridades policiales, además de Iván Simonovis; acusados de ser los autores intelectuales de estos crímenes, y por cuya libertad la Venezuela sensata no dejó de abogar, lo mismo que por estos ochos policías, a partir de la injusticia que uno veía que se cometía en contra de ellos; mientras los verdaderos asesinos, los llamados “pistoleros de Puente Llaguno”, andaban libremente por las calles, con todo el cinismo del mundo, entre ellos, un Richard Peñalver, y quien por cosas del destino hoy forma parte de la diáspora de venezolanos, que han salido huyendo del país, y quién sabe que bajo qué circunstancias en el caso suyo. El hecho cierto es que ha salido un ánima del purgatorio, como decía mi abuela, cuando se daba la misma situación; que acaba de suceder con el cabo primero Pérez Salazar.
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