Como todos los anuncios en materia económica que se dan en el país, desde la absoluta improvisación y la arrogancia, a esta ampliación, que recalco es histórica, de tres piezas monetarias cuyo valor jamás se había incorporado en la economía a saber: doscientos mil bolívares, quinientos mil bolívares y un millón de bolívares. No le podía faltar el atavismo de la neolengua y la posverdad, estas tres especies cumplirán “los requerimientos de la economía nacional”, “optimizaran la economía” o “relanzarán la economía”, en esta última frase subyace el signo de aquel que se ha dejado colonizar por la mentira y la recompensa para apuntalar a este escollo en el desarrollo histórico y social.
Desde luego la medida fue decodificada por una opinión pública que después de más de treinta y nueve meses de hiperinflación, le tocó comprender por la vía de la adversidad las lecciones básicas de economía, la primera y más atinada reacción fue la de calificar que el billete de un millón de bolívares con el reverso de la batalla de Carabobo, tenía una equivalencia a la fecha del anuncio, de medio dólar, los otros dos nuevos miembros de este tan manoseado cono monetario, tienen el poder de compra de 0,1 centavos de dólar y de 0,25 centavos, es decir, en términos de paridad cambiaria son tres inutilidades, frente a un fenómeno que es la causa de su existencia, se siguen confundiendo causas con consecuencias. A los fines pedagógicos de este artículo, no indicaré que estas piezas mejoraran los términos de intercambio, pues los mismos aún no existen en la economía y el rol de las monedas y billetes en el torrente de la liquidez es tan insignificante que constituiría un ejercicio inoficioso indicar que estos billetes podrán hacer efectivas u optimizar una economía en catatonia absoluta.
Treinta y nueve largos meses, que colocan a Venezuela en el segundo lugar de las inflaciones más longevas de la historia económica del planeta, que ha desplazado a Grecia del segundo deshonroso lugar y que en meses nos permitirán destronar a la convulsa Nicaragua como el país con la hiperinflación más larga de la historia, desde luego tenían y debían producir lo mismo, la destrucción y repudiabilidad de la moneda local, la lacerante desmonetización, la impresión de billetes por cantidades nominales absurdas, la tozuda praxis de matar ceros y todos los errores que las hiperinflaciones generan, como antiguallas, en el devenir histórico de los países. No en vano son fenómenos cuyos efectos nocivos son en sí mismos generadores de paralelismos absolutamente repudiables, destruir el dinero como institución social, hacer repudiable la circulación, y la emisión y tránsito de transferencias básicas en la economía es una sintomatología común y única.
Este anuncio no puede ocultar las realidades de la tabla tomada del portal virtual del Banco Central de Venezuela, en donde se construye el indicador por excelencia de la sanidad de una política monetaria, el ratio o razón del efectivo M1, con relación al total de liquidez circulando en el sistema, en la semana del 19 de febrero al 26 del mismo mes, este ratio descendió de 2,01% a 1,9%, esto indica que de cada 100 bolívares que circulaban el 19/02/2021, dos bolívares con 0,1 centavos estaban en manos del ciudadano como efectivo, mientras que 97,99 estaban representados de manera virtual.
Para la semana del 26 de Febrero la proporción baja a 1,9% esto supone que de cada cien bolívares, tan solo un bolívar con noventa céntimos se mantenían en poder de los agentes económicos, permaneciendo 98,10 Bs reflejados de manera virtual, de allí la desesperada necesidad de digitalizar toda la economía nacional, hacerla cien por ciento digital, es más,renombrar al bolívar con el remoquete de bolívar digital; sin embargo, la banca nacional no cuenta con medios de pago digital simétricamente operativos, ni con la infraestructura mínima requeridaen internet, esta inversión es absolutamente imposible de cumplir para una industria cuyo tamaño en volumen de depósitos es fácilmente superada por el tamaño de cualquier agencia promedio de un banco en Perú o Ecuador.
En términos de paridad de compra, los tres billetes superan por trescientos mil bolívares, al inútil salario mínimo nacional, del cual no se habla, pues el régimen asume que de aquello que no se discute ni se habla, se da por sobrentendido, es decir aquí se sobreentiende que los jubilados y pensionados, deben ser defenestrados al hambre y a la miseria, pues su pensión es de aproximadamente 0,64 dólares; estas emisiones hacen incompatible la digitalización, pues la misma desde su oferta, fue un efluvio de demagogia, una improvisación hacia un área del saber como la economía, que este régimen desde sus inicios desprecio pues suponía libertad, en medio de un anacrónico paradigma de planificación centralizada.
Finalmente, las dos reconversiones han literalmente asesinado al bolívar como moneda, si le agregamos los ocho ceros eliminados al signo monetario, estaríamos trabajando con billones de bolívares, para pagar un pasaje urbano, el horror de la Alemania de los treinta, causante por mucho de los extravíos del III Reich, es reeditado por la frenética y famélica Venezuela de Maduro, su régimen una hegemonía aviesa, abyecta e inmisericorde, nos somete a estas destopías monetarias para fustigar el ánimo progresivo de la libertad y hundirnos en este estado comatoso, de supervivencia que produce la hiperinflación como instrumento de control social.
A modo de corolario, les presentaré a los lectores las cantidades, nominales y escritas de estos nuevos billetes sin eliminarle los ceros, así como una herramienta que a juicio de cualquier estudiante de un bachillerato funcional en Venezuela, sirve como herramienta para medir en notación científica estas cantidades impronunciables, nada que envidiarle a los dólares de Zimbabue, dos países pero la misma fealdad.
Bienvenida y ratificada la Hiperinflación en la Harare americana, y en la americana Zimbabue, no de Mugabe sino de Maduro, permita la espada de Simón Bolívar, obsequiada por el megalómano de Chávez al autócrata de Zimbabue cortar este nudo gordiano de hambre, miseria y represión.
He aquí la obra de estas piezas, que a punta de billones optimizarían la economía moribunda de Venezuela, vaya descaro y arrogancia fatal.
“Totalitarismo es la nueva palabra que hemos adoptado para describir las inesperadas pero inseparables manifestaciones de lo que en teoría llamamos socialismo.” Friedrich Hayek.