Earle Herrera: ¿Quién jodió a la oposición?

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¿O qué? Pudo ser una palabra. Una frase. Una mala táctica. Una estrategia errónea. Un hombre. Una mujer. Un mal paso, como el que dio Carmen a los 16. Un tropezón. Una mala junta. Decir Hugo Chávez es un facilismo sin la menor epistemología. Las ONG. La ayuda humanitaria. La abstención. La victoria parlamentaria de 2015. Lilian. La amenaza inusual. La UE. Tú mismo. Mírate.

En el principio fue el verbo. Si las consignas son frases huecas, en su hueco podría ocultarse la verdad. Hurgar es de sabios o de ociosos, que es otra forma de sabiduría. El arsenal retórico de la derecha empieza con el sabotaje petrolero y la Carmonada: Ni un paso atrás. Vamos a Miraflores. Vete ya. El paro se escapó, se nos fue de las manos. Considerando. Yo, Pedro Carmona Estanga, juro. No me dejaron revisar la embajada.

La semántica no es suficiente para hundir una fuerza política, aunque empuja. La guarimba generó su propio léxico: La salida. Amenaza creíble. Mata a un chavista y haz patria. Cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Autoproclamación. Otra vez: yo juro por mí. Interino. Encargado. Cúcuta. SOS Venezuela. Burundanga. Venezuela Aiv live. Hotel Penélope. Los reales de Citgo. Monómeros. El oro de Londres.

Más allá de palabras y tácticas, la oposición ha endosado su destino a diferentes autores que pudieron haberla conducido a su jodida situación. Primero se entregó al empresariado y Fedecámaras le puso un presidente que no sobrevivió dos días. La Conferencia Episcopal la acogió. Después cayó en brazos de los medios y estos impusieron la abstención como dogma: rodaron partidos, medios y maromeros. Toda maltrecha, la derecha miró allende las fronteras y buscó a su Tamakún en el imperio yanqui y la vetusta Europa.

A esta llave prepotente le gimió sanciones contra el pueblo venezolano, bloqueo, medidas coercitivas unilaterales, piratería en alta mar, robo de los activos de la nación y, a cambio, prometía abstenerse en cuanta elección se convocara. Su dirigencia se entregó a un sueño seco: el desembarcó de miles de marines, la invasión de su propia patria y su ascenso a Miraflores, por gracias imperial. Estéril, mientras espera que otros fecunden sus ideas, esa oposición sigue buchona pero en el piso, buscando al que la jodió por los rincones.

 

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