Todavía resuenan las palabras del populista y depravado nativo de Capacho, quien llegó al poder junto con algunos nuevos hombres, pero que no cambió los procedimientos, ni tampoco promovió nuevos ideales. Cipriano Castro reposa inmerecidamente en el Panteón Nacional, del cual debería ser removido. Así mismo, Fabricio Ojeda, también admirado por Chávez, y otros que lucharon por un ideal, pero que no tienen méritos para descansar junto a los héroes de la independencia y a venezolanos ilustres. Ahora surgen voces calificadas que predican la necesidad de nuevos hombres para poner fin a la narcodictadura de Maduro, y nuevos procedimientos para que las decisiones no se tomen en cogollos mediocres; paralelamente, mantienen los únicos ideales que unen a la oposición: la instauración de una verdadera democracia, la desaparición de las desigualdades sociales y el mejoramiento de la calidad de vida de los venezolanos.
Los hombres y mujeres que fungen como dirigentes de la oposición están sujetos a críticas, con razón o sin ella, por no haber aglutinado a quienes nos oponemos al régimen de Maduro y por no haber puesto fin a su usurpación. El relevo de esa dirigencia puede producirse por tres vías: 1- Renuncia de la misma. 2- Surgimiento de nuevos liderazgos que los desplacen y 3- Mediante elecciones primarias que pongan a cada quien en el lugar que les corresponde, acorde con la opinión de la mayoría.
En nuestro medio la regla general es que pocos dirigentes se inclinan por renunciar. El caso más evidente fue el del presidente Caldera, quien prefirió sacrificar a sus delfines y a su partido para no pasar a un segundo plano. Por el contrario, más recientemente está la decisión de Ramón Guillermo Aveledo de renunciar a la Secretaría General de la Mesa de Unidad Democrática por problemas internos, a pesar de su excelente labor y gran aceptación por parte de los ciudadanos independientes.
El surgimiento de un nuevo liderazgo no es fácil de visualizar. A veces se produce como consecuencia de un trabajo de hormiga. Otras por algún hecho notorio, fortuito o no. Cipriano Castro llegó a la presidencia por el descalabro de fuerzas gubernamentales que eran superiores a la suya. En cambio, Juan Vicente Gómez ganó el poder por su tesón. Hugo Chávez llegó a Miraflores por el desprestigio de sus oponentes. El presidente interino Juan Guaidó ocupa ese cargo por la circunstancia fortuita de ocupar la presidencia de la Asamblea Nacional. Por ahora, él es quien tiene mayor aceptación y por eso recibe ataques de tirios y troyanos.
Realizar unas elecciones primarias para seleccionar un nuevo liderazgo suena una opción atractiva. En estos momentos quizá tiene los siguientes escollos: 1- Que los actuales actores no acepten medirse, ya que algunos disfrutan de una cuota de la palestra a pesar de no tener gran respaldo popular. 2- Al no existir otros líderes visibles, terminaríamos eligiendo a los mismos ya conocidos y 3- Guaidó está reconocido o aceptado por la mayoría de los países democráticos; convocar unas primarias lo debilitaría internacionalmente y afectaría negativamente la posición que existe en contra de Maduro.
Salvo que las circunstancias cambien, pareciera que lo sensato es mantener el mismo liderazgo, pero instarlo a cambiar los procedimientos. Es necesario ampliar el grupo que toma decisiones para incorporar tanto a otros dirigentes políticos, como a personalidades de la sociedad civil. Es decir, que los ciudadanos se sientan mejor representados. Ese cambio permitiría entusiasmar a los ciudadanos demócratas para crear un movimiento que permita poner fin a la usurpación de Maduro y a su parapeto de Asamblea Nacional e iniciar la recuperación del país. El trabajo debe estar dirigido a organizar una huelga general, que es un instrumento más efectivo que las manifestaciones. Estamos conscientes de que no es fácil, ya que los paramilitares rojos, la Guardia Nacional y los jueces sumisos amedrentan a comerciantes e industriales. Para lograr que todos se sumen a la huelga deben percibir que hay una dirigencia unida, dispuesta a poner fin a la usurpación y a no coquetear con posibles cargos de gobernadores.
Se puede entender que los habitantes de la provincia prefieran intentar desplazar a los gobernadores rojos. La pregunta es ¿qué hemos logrado en las cuatro gobernaciones que nos permitieron ganar? ¿Acaso los ciudadanos de esos estados cuentan con mejores servicios de salud, educación, electricidad, agua y gas? ¿Disponen de gasolina y de diesel? ¿Sus agricultores tienen acceso a semillas, fertilizantes y pesticidas? ¿Se eliminaron en esos estados las alcabalas de la Guardia Nacional en las que matraquean a quienes transportan alimentos y otras mercancías? ¿Acaso los sueldos y salarios les alcanzan para adquirir alimentos y medicinas? Si la respuesta es positiva se justificaría intentar ganar gobernaciones. Caso contrario, no tiene sentido aceptar las pocas dádivas que otorga el régimen para guardar ciertas apariencias y lo procedente es acatar lo aprobado en la Consulta Popular de diciembre y cerrar filas con una oposición que tiene que unirse y que dispone de un Plan País para recuperar a Venezuela.
Como (había) en botica: Felicitaciones a la luchadora Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Enfermeras de Caracas, a quien le fue otorgado el Premio Internacional Mujeres de Coraje, por el Departamento de Estado de USA. Felicitaciones a Gustavo Dudamel por el merecido Gramy. Contundentes las palabras de María Corina ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU por la alcahuetería de varios de los miembros de ese organismo, que el día de ayer cumplió 15 de fundado. Rechazamos el encarcelamiento de la expresidenta interina de Bolivia Jeanine Áñez, ordenada por Evo Morales. Lamentamos el fallecimiento de Dionys Quintero, compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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