En este sórdido mundo de los tránsfugas hay para todos los gustos. Los hay con carnet de diputados que elaboran cartas exculpatorias, que nada tienen que ver con las epístolas románticas, que por encargo redactaba Florentino Ariza, en Aquellos Amores en Tiempos del Cólera. Se trata de personajes que sin paltó levita y sin chisteras, pero sí con chequeras, se acomodaron en sus poltronas de representantes de la soberanía popular, para hacer todo lo contrario a lo que habían prometido cumplir desde esos estrados.
Estamos hablando de escribidores de bajo fondo que se vendieron al mejor postor, para terminar haciendo “el lavado a las letrinas” de los testaferros, mediante la emisión y correspondientes firmas de misivas que daban fe de “la buena conducta” de los estafadores que habían robado los dólares de CADIVI, de esos delincuentes de cuello blanco confabulados con los corruptos instalados en los cargos públicos que se encargaban de tramitar asignaciones de recursos que, supuestamente, serian invertidos en medicinas, equipos hospitalarios, alimentos, plantas eléctricas, turbinas, etc., pero que fueron más bien a parar a las abultadas cuentas bancarias de esos bolichicos exculpados por esta especie de alacranes parlanchines.
Otra especie de alacranes son aquellos que investidos para ocupar cargos en las direcciones partidistas, terminaron arrodillados ante los sátrapas del régimen para dejar de cantar “adelante a luchar milicianos a la voz de la revolución”, y más bien recitar “reculemos en vez de luchar milicianos al sonido de los dólares contrarrevolucionarios”. De ese género hay de todos los colores: amarillos, anaranjados, azules y blancos.
Otro género, son aquellos que están cruzados con camaleones. Las tonalidades varían según el caso. Si están reunidos con Guaidó, asumen un color definido como esos que dan destellos de lealtad al interinato. Son capaces de permanecer con una quietud pasmosa esperando, inmóviles, que se les atraviese la presa que están cazando. Pero si el encuentro es en cuartos secretos con emisarios de Maduro, entonces se produce la reacción de sus saurópsidos escamosos, las células pigmentarías especializadas en varias capas de la dermis y la destreza de sus lenguas comienzan a moverse con una rapidez que compiten con la velocidad de un rayo.
Hay otra clasificación que nos ubica a los camaleones cainitas, esa especie que liquida a su propia familia y reciben como castigo “ser enterrados en el hielo hasta el cuello”. También está la categoría de los camaleones de Antenora que los estigmatiza su perfidia contra el interés de la Patria, esos “terminan enterrados hasta la cintura, con la parte superior del cuerpo expuesta a los vientos fríos infernales”. O los camaleones de la especie Tolomea que son los que le dan el zarpazo a los huéspedes y que son castigados “recostándolos con la parte posterior del cuerpo sumergido en el hielo”. Y finalmente la especie camaloninica Judeca que le dan la espalda a los benefactores de Dios “y terminan completamente inmersos en el hielo”.
El tiempo, que no ha de ser muy largo, habrá de colocar, para su debido castigo, el pescuezo y la conciencia de los alacranes en cualesquiera de sus versiones, que tanto daño le han infringido a nuestro país. Y no lo digo con ánimo vengativo, que no lo tengo, sino con la seguridad de que a los emisarios de Lucifer no se les puede dejar ir tranquilos, así no más.
@CYsmayel