Lo primero que vamos a definir es la palabra Discurso, y luego Discurso Político, para desde ahí tener un poco más sólida idea de lo que en el presente pensamiento pretendemos exponer, y así, los lectores tengan una idea más certera sobre nuestro propósito con relación a la pobreza que como tal los muchos de los que se hacen llamar políticos y otros muy propiamente dicho, han estado enarbolando como arma de conquista electoral y no electoral dentro de los diversos escenarios en los que estos se desenvuelven.
De acuerdo a lo establecido por la lengua española, el Discurso de define, como “El conjunto de enunciados con que se expresa, de forma escrita u oral, un pensamiento, razonamiento, sentimiento o deseo”, mientras que el propiamente llamado Discurso Político, “Es aquel que se desarrolla en la escena política o electoral con el propósito de persuadir a los partidarios o a los potenciales votantes. Mediante este instrumento los candidatos fijan sus posiciones sobre los distintos problemas públicos y transmiten su mensaje a los electores o a los ciudadanos en general”.
Sin embargo, y cuando nos referimos al pobrísimo discurso que muchos de los pre y candidatos a los diversos cargos políticos-electorales, o con deseos de ocupar posiciones relevantes o no en el gobierno central ya sean dentro de los llamados Gabinetes Ministeriales, gobernaciones, direcciones nacionales, regionales y más, la gran mayoría de estos, es decir, tanto al senado como a la cámara de diputados, en las alcaldías, regidurías, directores distritales, o hasta para la misma presidencia de la república, es algo verdaderamente asombroso.
En muchas de nuestras provincias o pueblos, se observan a candidatos, los cuales más que vender proyectos e ideas a favor de la colectividad, lo que más bien andan es comprando voluntades y adeptos al precio que el otro ponga (clientelismo, el cual se siembra con raíces muy profundas por la falta de lo que como politólogo hemos venido observando, y es la falta de un correcta educación política).
Muchos de nuestros aspirantes a las diversas posiciones que se cobijan bajo la sombrilla política, jamás hablan de tener propósitos coherentes de cara al desarrollo colectivo e integral de ese conglomerado que muchas veces de manera hasta sincera, acuden a depositar su “apoyo”, a favor de tal o cual candidato, con la esperanza de que este cuando llegue se acuerde de las promesas que a manera de persuasión a través de suculentas palabrerías, el candidato los convenció para logar lo deseado.
Se hace necesario que en nuestras ciudades surjan brotes de pensadores políticos que aunque tengan sus compromisos con determinadas parcelas, por lo menos, conozcan de lo que en esta noble ciencia se llama ETICA, para a partir de ahí nuestros diversos sectores (marginales o no), bien pudieran adquirir otro tipo de raciocinio frente a los tantos que con una muy pobrísima y definida falta de propuestas para nuestras ciudades, llegan hasta ella cada cierto tiempo para empequeñecer cada vez más aquellas esperanzas que se sustentan sobre la falta de conocimientos, pero sobre todo con profundas raíces de analfabetismo político.
Entendemos que la clase pensante de nuestros diversos sectores los populares, serán aquellos que no se dejarán sorprender por las crujientes papeletas de 2 mil, amarradas con un latiguillo en los bolsillos, esos que no se dejan chantajear con las tibias promesas de una mejoría individual, pues serán al final de cuenta cuando nuestra sociedad logre alcanzar por lo menos un mínimo de conciencia y educación política, para enfrentar a esos que llegan a nuestras comunidades con palabrerías pero jamás con un discurso coherente y decidido a propiciar el tipo de cambio que requieren nuestros ciudades.
Cuando al fin podamos lograr establecer niveles de concienciación y de educación política en nuestros diversos sectores, los cuales bien podría ser propiciada por observatorios, fundaciones y hasta por los mismos partidos del sistema con conciencia, amparados en la ley 3318, en sus artículos que van del 34 al 39, entonces será a partir de ahí, que muchos de los que se dicen ser políticos o líderes tendrán que erradicar la pobreza en un discurso que cada día que pasa sabe más trasnochado y desfasado en una sociedad que se precia de moderna.