Rafael Ramírez: ¿De qué patria se trata?

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En medio del caos en el que está sumido el país, la tragedia del día a día, la conciencia del “por lo menos” y el “sálvese quien pueda”, siguen los voceros políticos y militares del madurismo hablando de una guerra con Colombia. Algunos hacen referencia a “llevar la guerra hasta Colombia”, mientras el Canciller hace sus típicas declaraciones altisonantes y provocadoras y el Ministro de la Defensa arenga y anima a sus tropas luego de los incidentes en la frontera.

Por su parte, el gobierno y la oligarquía colombiana están agazapados, esperan ver si el gobierno de maduro por fin les abre la posibilidad de desarrollar plenamente la hipótesis de conflicto nada menos que con el país que ha sido el origen y razón de ser del Plan Colombia.

El balance negativo de estos incidentes y enfrentamientos ha sido lamentable para nuestros oficiales y soldados, dado que las fuerzas insurgentes, en distintos eventos, acabaron con la vida al menos a 8 efectivos del Ejército venezolano e inutilizaron un vehículo blindado utilizando dispositivos explosivos artesanales.

Por supuesto, que es lamentable la pérdida de vidas de nuestros soldados y civiles, así como la situación de violencia en la zona. Estos incidentes nos exponen, nuevamente, a la guerra que azota al hermano pueblo de Colombia desde hace más de 70 años.

Es un conflicto complejo donde operan diversos factores políticos, sociales, económicos y criminales, de distinto origen y, vuelvo a insistir en ello, no nos corresponde involucrarnos en él y mucho menos escalarla a unas dimensiones que nos llevarían a una guerra abierta con el hermano país, lo que pareciera ser que buscan las élites que gobiernan en ambos lados de la frontera.

La oligarquía colombiana que hasta ahora ha gobernado es violenta, criminal y no le ha temblado el pulso para ensangrentar a su propio país con una guerra cruel, utilizando para ello al ejército, a los paramilitares y al narcotráfico.

Colombia responde a la estrategia y los intereses de los EE.UU., por lo que en su territorio se asientan bases militares y equipos de alta tecnología de ese país. Estos planes y preparativos para un eventual conflicto se desarrollaron e incrementaron a raíz de la llegada al poder del Presidente Chávez; por ello su estrategia, siempre con la premisa de no ir a una guerra con Colombia, fue no involucrarse en el conflicto que azota a ese país, contribuir al proceso de paz interno, no buscar una confrontación con los sucesivos gobiernos colombianos, en particular con el de Álvaro Uribe y, al mismo tiempo, disuadir de cualquier tipo de agresión equipando a nuestro ejército.

El presidente Chávez defendía así, de una manera firme pero inteligente, la soberanía del país, de la Patria. Era la Patria Bolivariana, socialista, era la Plena Soberanía Petrolera, era PDVSA, era la soberanía económica, las conquistas sociales, la independencia nacional, la Constitución Bolivariana, el Poder Popular, la democracia participativa y protagónica, la recuperación de nuestros recursos naturales, mineros, de nuestras empresas estatales, de nuestras conquistas laborales, avances políticos, de los derechos humanos, del vivir bien del pueblo, de nuestras instituciones, era la posibilidad de desarrollar nuestro propio modelo de desarrollo, el socialismo del siglo XXI. Por eso el Presidente Chávez nos hablaba de la Patria, la Patria socialista, Bolivariana. Ese fue su mayor legado. Nuestro modelo Bolivariano, nuestras conquistas, nuestro socialismo, se planteaba así como la alternativa para el desarrollo y la independencia de nuestros países, ante la lógica destructiva del capital.

Eso era lo que defendían las armas de la República, porque es el mandato constitucional, es la razón de ser de nuestros ejércitos, para eso se impregnó a las Fuerzas Armadas Bolivarianas de la Doctrina política-militar Bolivariana, para eso se equipó y se preparó a los soldados que “empuñarían su espada sólo para defender las garantías sociales”, conquistadas por nuestro pueblo, nuestros recursos naturales, la soberanía de nuestra patria.

Pero hoy, luego del desastre del madurismo, de la entrega del país, habría que preguntarse ¿de qué patria se trata?

En todos los mensajes que han dado los voceros del gobierno y del madurismo, amenazantes y, en algunos casos, provocadores, se manipula el arraigo y se invocan interesadamente los conceptos más preciados de la venezolanidad. El gobierno acude a un trillado recurso nacionalista, tal como siempre han hecho gobiernos autoritarios para enmascarar objetivos políticos y desviar así la atención sobre los graves problemas que agobian al país.

Pero la verdad es que hoy día nuestra patria está entregada, somos solo una pieza desgastada del conflicto entre las superpotencias, entre China y EE.UU., entre Rusia y EE.UU., el gobierno de maduro ha cedido la independencia, la soberanía y coloca al país en un tablero complejo, sin ninguna posibilidad de movernos de acuerdo con nuestros propios intereses. Ni siquiera es capaz de conseguir vacunas suficientes, ya sean rusas, chinas o de cualquier otra procedencia, para salvar la vida de los venezolanos que mueren en silencio, en medio del caos de la COVID-19. Tampoco ha sido capaz de hacer frente a las sanciones petroleras, ni económicas. Los aliados de maduro se mueven por razones económicas, objetivos geopolíticos propios, la disputa de mercados.

Esta debilidad y vulnerabilidad del país y de nuestra soberanía, tiene su origen en la destrucción y entrega de los elementos fundamentales de la patria, conquistada y proclamada así por el gobierno del Presidente Chávez con el apoyo del pueblo venezolano. Ahora asistimos a la destrucción y entrega de la patria y del legado del presidente Chávez.

Hoy día, luego de 7 años de gobierno de nicolás maduro, PDVSA está destrozada, sin capacidades operacionales, productivas, hemos retrocedido 90 años en términos de producción de petróleo, solo se producen 500 mil barriles día de petróleo, una caída de 2,5 millones de barriles día de petróleo desde el año 2014, no hay combustibles para el mercado interno y nuestra empresa ha sido entregada a los operadores económicos y “agentes” de maduro y sus amigos.

Nuestro petróleo y gas se entregan a las transnacionales o a quien quiera venir a llevárselos, una rebatiña amparada por la llamada “ley anti bloqueo”. Entregaron nuestros recursos minerales a empresas transnacionales y a privados ligados con el madurismo, destrozaron el arco minero, el medio ambiente, entregaron nuestras empresas, cedieron el control territorial en estas áreas a empresas y grupos armados, cedieron el Esequibo al control de las transnacionales petroleras, que hoy día operan y producen petróleo que corresponde a nuestro pueblo.

Nuestra economía está entregada al sector financiero y comercial más especulativo y depredador. El Estado no existe, se retiró de la economía, de la actividad productiva, cedió todo a los privados, éstos hacen lo que les da la gana con los precios, los productos y los servicios. Se ha impuesto al país un modelo capitalista atrasado, depredador, dependiente, improductivo, con una economía dolarizada, más del 70% de las transacciones se hacen en dólares, pero los sueldos se reciben en bolívares, tenemos el sueldo mínimo más bajo del hemisferio, 0,80 dólares al mes, lo cual coloca al 93% de nuestra población en pobreza.

Al amparo de la impunidad y de leyes inconstitucionales se han entregado las empresas del Estado a los privados, a la nueva burguesía: en el campo, tierras, infraestructura, empresas; en las empresas básicas, empresas de manufactura, distribución. Todo lo que se adquirió con tanto esfuerzo para dotar al Estado y al pueblo de capacidades productivas e ir superando el modelo rentista petrolero, lo ha entregado el madurismo a sus “panas”, sus operadores, “héroes del tuiter”.

Este desastre se ha impuesto con violencia, se han encarcelado a cientos de trabajadores de PDVSA y otras empresas del Estado, se encarcela a dirigentes políticos y sociales, escritores, militares, se judicializa la política, a quienes nos oponemos a esta situación se nos ha exiliado y perseguido, ofendido y atacado con saña, violando las garantías constitucionales, las leyes, los Derechos Humanos. Los decretos y leyes inconstitucionales han violentado la progresividad de los derechos laborales, se ha arrasado con las convenciones colectivas y con todas las conquistas económicas, políticas y sociales alcanzadas por el pueblo durante el gobierno del Presidente Chávez, para imponer un modelo disfuncional, depredador, destructivo.

En estos años de oscuridad y desastre han salido del país más de 5,4 millones de venezolanos. La mayoría jóvenes profesionales, estudiantes, trabajadores, salen desesperados, asfixiados por la crisis económica provocada por este mal gobierno y su paquetazo económico, por la violencia, por la falta de futuro, de esperanza.

El pueblo venezolano, otrora combativo y orgulloso, está hoy día sumido en la tristeza, la desesperanza, la falta de oportunidades. Sujetos a los caprichos o decisiones absurdas, a las improvisaciones y la indolencia de maduro y de los cinco que se han adueñado del país y de sus instituciones. No hay trabajo, no hay salarios dignos, no hay gasolina, ni luz, ni gas, ni agua potable, no hay transporte público, no hay educación, ni cultura. La patria de maduro es solo para las élites que tienen acceso a los negocios, a la entrega, a los bodegones, a los groseros privilegios, a las vacunas. Venezuela es hoy día uno de los países más injustos y desiguales del hemisferio, por encima de  Haití.

Entonces, ministro, ¡el Apure es nuestro!, es cierto, pero ¡PDVSA también!, ¡el petróleo, el gas y el Esequibo son nuestros!, ¡el vivir bien, las garantías económicas, políticas y sociales también son nuestras!, ¡la soberanía, la independencia, la Constitución y las Leyes son nuestras!, ¡los Derechos Humanos, los derechos laborales, el derecho a tener una patria para todo el pueblo, a vivir sin miedo, vivir en un sistema que sea la mayor suma de felicidad posible para todos también son nuestros derechos!

Hoy 11 de abril se cumple un aniversario más de la infamia del golpismo y la violencia en contra de la Constitución y la soberanía del pueblo, tal como en aquellas horas de tristeza y confusión, los hijos de Bolívar y sus Fuerzas Armadas Bolivarianas, todo el pueblo, debe levantar la mirada y alzar los corazones, la Constitución y las leyes, ¡como hicimos el 13 de abril! Defenderemos nuestro territorio y nuestra soberanía de cualquier agresión, pero no haremos la guerra con Colombia, ni contra ningún pueblo hermano, nuestras espadas y nuestros esfuerzos deben empeñarse en reconquistar y reconstruir nuestra Patria, la Bolivariana, la socialista, la que soñamos todos y que le otorgó a nuestro pueblo la plena soberanía sobre todos sus asuntos, ¡la Patria de Bolívar!

 

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