El filosofar, puede generar un pensamiento que al materializarlo crea o puede crear sociedades más justas, más libres y sobre todo sociedades mucho más humanas, puede ser utópico, pero también puede ser la condición real para buscar soluciones a tanto problema que en la actualidad ahoga la humanidad. Es buscar un tercer camino.
Desde hace muchísimos años –incluso siglos- los seres humanos se examinan o nos examinamos sobre nosotros mismos, sobre el cosmos, la creación, la génesis. Deliberamos sobre los temas existenciales, sobre las dificultades que nos atañen. Es hacernos las interrogantes convenientes y adecuadas para poder reflexionar sobre las mismas y seamos capaces de encontrar en nuestro cerebro ideas implícitas, que se encuentran en estado de reposo y ocultas. Es utilizar la mayéutica, su técnica que para Sócrates y otros filósofos fue tan útil.
Sin embargo en los últimos tiempos la filosofía está en desmoronamiento, menospreciada cada vez más por los políticos y los grupos de poder, en la misma academia universitaria suprimida injustamente, además de ser calificada por sectores muy godos de inservible e infecunda.
Pero a pesar de todo esto, pensar como una acción individual, como acto propio, representa y es para las clases que dominan, para los que están en el poder una acción conspirativa, sediciosa y subversiva, porque lo que se piensa si se está consciente de la realidad plagada de injusticia, es para cambiar los modelos societarios existentes que no fueron capaces de emancipar la humanidad y ese filosofar, ve con imperiosa necesidad de cambiar esos modelos que pisotean la condición humana. Modelos que incluso dividieron la sociedad, la familia, nos pusieron a pelear entre nosotros mismos y donde la tolerancia no tiene cabida.
La filosofía perpetuamente ha sido fundamentalmente imperiosa en el devenir de la humanidad –claro está- en cada contexto histórico cuyas categorías se encuentran dentro de un espacio, tiempo y sociedad, pero cada contexto histórico-social distingue y divisa la urgente necesidad de pensar de acuerdo a su propia realidad.
Estamos en presencia de una crisis civilizatoria en todos los planos jamás conocida y vista en la historia de la tierra, son tiempos muy oscuros, los gobiernos hablan de paz, pero una paz con miedo no es paz, pues las circunstancias en que se vive, solo ha dejado una pandemia inducida para asesinar y disminuir la población, aparte de la pobreza, miseria y hambre. Ante estos escenarios se presenta la necesidad de construir un camino que nos lleve a salirnos de estos modelos societarios tan tenebrosos, oscuros, peligrosos, pues puede aniquilar la vida existente en el planeta. El gran capital se apodero del mundo bajo la complicidad de gobiernos sin alma y donde el humanismo fue dejado de lado, pues los modelos conocido hasta ahora, llámense capitalistas o socialistas aupados por los gobiernos, sus partidos políticos y los grupos de poder, no respetaron ni respetan los valores humanos, al contrario los pisotean, no los reconocen e intentan desaparecerlos a como dé lugar – para ellos- poco importa la vida de los más desamparados, la sociedad donde se asientan, creyendo siempre que la tierra, la casa grande que habitamos todos los seres vivos, es simplemente mercancía, se puede vender y se puede comprar, para seguir acumulando riqueza, dejando de largo en sus actuaciones miseria, pobreza y muerte.
El filosofar tiene que colocar a la humanidad como centro de su pensamiento, de su ideario y reflexión, pues cuando se piensa es reconocerse concienzudamente como ser humano, que formamos parte de una sociedad, de un país, de un mundo y de ese pensamiento se concientiza una realidad y esa misma realidad le indica que la sociedad en que vive se puede transformar, hacerla mejor. Ese pensar nos lleva a un proceso de desalienación mental y nos conduce al camino de la libertad.
Atreverse a pensar es filosofar, para producir conocimiento, para idear, entender, comprender, planificar acerca de lo que hay que hacer para tratar dignificar la vida en plena convivencialidad entre los seres humanos, en la necesidad imperiosa de mantener la vida en armonía con la naturaleza, es recrear una ética y una deontología que enaltezca la condición humana, lo que conduciría a escapar del modelo o modelos “civilizatorios” que nos ha tocado vivir. Entiendo que para aquellos que manejan el poder esto es calificado de terrorismo, conspiración, rebelión, situación que para sus clases dominantes es muy peligroso y por lo tanto hay que aplastar a quienes se atreven a pensar distinto de ellos. Es por lo tanto ese pensamiento un acto subversivo, siempre lo ha sido, no es simplemente un ejercicio mental como muchos lo hacen ver, el pensamiento, el filosofar con conciencia propia desalienada de la influencia del EUROCENTRISMO puede cambiar el modo de vida y de esta manera poder encontrar el camino que siempre alentó nuestro Simón Rodríguez.
El filosofar, puede generar un pensamiento que al materializarlo crea o se puede crear sociedades más justas, más libres y sobre todo sociedades mucho más humanas, para muchos puede ser utópico, pero también puede ser la condición real para buscar soluciones a tanto problema que en la actualidad ahoga la humanidad. Ese filosofar puede construir en la juventud, si se sabe orientar, una fuerza civilizatoria para la nueva sociedad, si entendemos que la vida en común tiene como circunstancia poder ser transformada colectivamente.
Cuando observamos la calle en que vivimos, la urbanización donde estamos, la ciudad en su conjunto, el país en el que vivimos y vamos más allá, al querer entender el mundo, es cuando comparto la idea de que es en la calle, en ese medio ambiente donde nace la filosofía, donde también hay que tener bien claro la necesidad, lo útil y lo imprescindible de la academia, pues es un todo lo que hace que la filosofía sea un proceso ontocreador de la humanidad y esto hay que decirlo, trasmitirlo y comunicarlo a otros señalándoles que hay posibilidades de vida distintas a las que nos ha tocado vivir y maneras de estar en esta casa grande llamada tierra, si asumimos la responsabilidad colectiva y consciente de querer cambiar el mundo en que vivimos.
Creo hoy más que nunca que para afianzar nuestra propia identidad y librarnos de la influencia inducida de ese eurocentrismo colonizador, tenemos que construir nuestra propia filosofía, para poder pensar como nosotros, como latinoamericanos que somos, lejos de las ideologías alienantes que arrastramos desde la colonia hasta nuestros días. Del mismo modo entiendo que la confrontación es muy dura y que en la actualidad nos encontramos en gran desventaja pero tenemos algo que no tienen ellos: son los poderes creadores del pueblo, tal y como lo afirmara nuestro poeta Aquiles Nazoa.
Quiero culminar mi filosofar, si es que se le puede llamar así, con simples pero complejas preguntas: La libertad que nos da el filosofar, es la de poder hacernos interrogantes en la búsqueda de las respuestas –si es que las hay- ¿cómo carajo hemos llegado a este extremo, donde peligra la vida?, y que hacer de manera colectiva, para salir de tal perversidad que ha creado el poder que conocemos.