Anabel Hernández: México, escenario de una guerra palaciega sobre piel del pueblo

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En México se está construyendo un peligroso discurso que crea dos polos. Dos hordas absolutamente opuestas esparcen el discurso de violencia. Es gasolina pura en un país con un histórico resentimiento post colonial.

“Los vamos a hallar, los vamos a buscar y vamos a ir a ver a Córdova, ¿No le gustaría al pueblo de México saber dónde vive Lorenzo Córdova? ¿Si les gustaría saber cómo está en su casita?…de lámina negra, que cuando llueve gotea y se moja su cuerpo. ¡Cabroncito!”.

Así amenazó Félix Salgado Macedonio, miembro del partido Movimiento de Regeneración Nacional,  al presidente del Instituto Nacional Electoral de México (INE), Lorenzo Córdova, ante un grupo de personas enardecidas por la violenta arenga, congregadas por el político en las oficinas centrales del INE en la Ciudad de México mientras colocaba un ataúd y ofrenda de flores a las puertas de esa institución. La intimidación era absolutamente clara.

Sí, se trata del mismo Salgado Macedonio acusado de abusar sexualmente al menos de seis mujeres en los últimos 20 años. El INE documentó que ni él ni su partido entregaron los gastos ejercidos para promoverse durante la precampaña para ser elegido candidato a gobernador. Esto viola la ley y la sanción correspondiente es que no sea candidato.

Aquí en esta columna revelamos que Salgado Macedonio a través del periódico La Jornada Guerrero, el cual es de su propiedad, había hecho campaña de proselitismo político y de desprestigio contra las mujeres que lo denunciaron de abuso sexual con el propósito de conseguir la candidatura de Morena. Hubo decenas de noticias y desplegados sin firma publicados. Por no haber informado sobre ese y otros gastos el INE aplicó la ley y aun bajo amenaza el martes ratificó retiras la candidatura a Salgado Macedonio.

Ahora él, Morena y el Presidente Andrés Manuel López Obrador acusan al INE  de corrupto. Pero es ese mismo INE, mismo consejo y mismo presidente quienes declararon el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en los comicios presidenciales del 2018 sin mayor conflicto u obstáculo, luego de haber sido perdedor en las elecciones del 2006 y 2012 por fraude electoral. Y también se le reconoció su mayoría en el Congreso, mayoría que le ha permitido hacer las reformas y leyes  que ha querido.

AMLO dio su apoyo total a Salgado Macedonio, atacó al INE y llamó públicamente a no respetar a quienes representan a las instituciones, sino lo que diga “el pueblo”. En vez de que se aplique la ley propuso que el caso se resuelva con una encuesta telefónica.

¿Qué está pasando en México? ¿Quiénes están jugando con la piel del pueblo? ¿A dónde están llevando al país?

La guerra de las hordas

Desde que inició la administración de AMLO, la polarización en México ha crecido de manera alarmante. Tan alarmante como ese llamado de Salgado Macedonio al linchamiento, enmarcado por un féretro. Similar al llamado de Donald Trump cuando argumentó un falso fraude electoral y convocó el seis de enero pasado a grupos de violentos y fanáticos a tomar por asalto el Capitolio. Al final hubo cinco personas muertas, varios heridos y detenidos.

De esta forma en México se está construyendo un peligroso discurso que crea dos polos, dos hordas absolutamente opuestas que esparcen el  discurso de violencia. Es gasolina pura en un país con un histórico resentimiento post colonial, injusticia social, corrupción, impunidad y clasismo.

Una de las hordas está encabezada por integrantes del viejo régimen político del PRI y el PAN, junto con empresarios, y entes de la sociedad civil que les ayudaron a llegar al poder. Estos partidos han sido parte del saqueo de la nación, han violado los derechos humanos, han generado una terrible desigualdad, han provocado la impunidad, y han dejado el país derruido.

La otra horda está encabezada por AMLO, muchos integrantes de Morena, empresarios, y entes de la sociedad civil. Este grupo esta en buena parte invadido por integrantes del viejo régimen, incluyendo gobernadores, diputados, senadores, miembros del gabinete y empresarios ahora muy cercanos al presidente.

A éste grupo de neo morenistas  no les interesa el cambio del país y siguen haciendo las mismas prácticas solo que ahora purificados por decirse de izquierda. Otros se acomodan para que les salpique algún beneficio, y unos más necesitan creer de buena fe en el dogma de AMLO, y el dogma no se cuestiona.

A falta de un plan mágico que resuelva todos los problemas de la nación, el cual por cierto no existe, el Presidente busca culpables, en vez de reconocer errores y que el verdadero cambio en México sólo puede comenzar con una cultura de legalidad que aplique a todos, que se esparza, que oxigene, que establezca nuevas reglas de convivencia que puedan afianzarse y convertirse en tendencia, una tendencia que se transforme en cambio duradero.

Escudo humano

Cada vez que habla del poder del pueblo, lo hace más como una justificación de sus fracasos. Y usa a sus reales y legítimos adeptos como escudo humano. Repartir unos cuantos pesos a los más pobres no es lo que cambiara sus historias ni las de sus familias. Con esto puede comprar su lealtad y quizá hasta su voto, como lo hizo el PRI durante décadas, pero no modificará las cosas.

Yo he hablado con diversos de sus colaboradores más cercanos y me narran eventos y prácticas que tienen que ver más con lo que el Presidente dice en público que repudia, que con cambios de fondo. He escuchado voces que señalan “¿Para esto quería el poder?”.

Ambos grupos buscan una sola cosa: La razón y el poder. Para ello manipulan la molestia y el resentimiento de la sociedad creando mentiras fundadas en pequeñas verdades para que puedan surtir efecto. Unos y otros invaden las redes sociales, a través de mensajes prefabricados y otros espontáneos, y esparcen el veneno de la violencia verbal, y este se filtra y va permeando manipulando la opinión pública.

Así en las redes sociales proliferan apodos, insultos y calificativos ruines contra AMLO, contra el ex presidente Felipe Calderón, y en mucho menor medida contra Enrique Peña Nieto. Y una masa de esa misma categoría de mensajes contra las posiciones críticas contra los dos polos.

¿Tiene efectos en la vida real? En aquel mensaje de Trump si lo tuvo.

La veterana escritora de izquierda, Elena Poniatowska, quien ha sido amiga de AMLO durante años, ha sido ofendida y linchada en las redes sociales sólo porque ha dicho  que es grave que el presidente divida a los mexicanos a través de su violencia verbal y estigmatización a quienes no piensan como él o pertenecen a otra clase social.

Este es un claro signo de que la semilla de violencia arrojada sobre el suelo fértil está haciendo crecer una hierba venenosa.

Se buscan constructores de una nación

En México hay una guerra palaciega entre quienes están dentro del poder y se aferran a quedarse ahí, y los que están fuera del palacio y quieren entrar buscando beneficios personales.

El conflicto que está en curso es un desperdicio de recursos y de tiempo que aleja la de nuevas y efectivas soluciones para llevar a México bienestar, dignidad,  la liberación de la pobreza, y el yugo del dogma y el fanatismo. Quien espera que dependiendo quien gane, una horda u otra, puede cambiar su destino es una esperanza inútil porque tanto un grupo u otro no llevan a ninguna parte. No hay un verdadero y sano interés por la sociedad. No lo han probado hasta ahora.

La mayoría de los candidatos en esta elección pertenecen al sistema de uno u otro grupo, incluso aunque estén abanderados por partidos con siglas diferentes. Las candidaturas ciudadanas independientes son aún prácticamente inexistentes.

¿Dónde están los millones de mexicanos que no pertenecen a ninguna de las dos hordas? Estamos ahí en la plaza, junto con Elena Poniatowska, periodistas como Cármen Aristegui, intelectuales como José Woldenberg, y la politóloga Denise Dresser, por citar solo a algunos.  Ambos polos  quieren que nos afiliemos a ellos o a través de su violencia mantenernos al margen de los asuntos de interés público del país.

Ataques fabricados

Personas a quienes respeto profundamente me han sugerido dejar de hacer observaciones sobre el gobierno de AMLO u otros porque eso desata en redes sociales ataques agresivos contra mi persona, aunque aún no soy usuaria de dichas redes. El Presidente ya me llamó “valiente” -no coincido-, y eso debería serme de algún provecho.

Algunos ataques son documentadamente fabricados, según investigaciones de la prestigiada organización internacional Artículo 19,  y otros seguramente espontáneos. Vienen de una y otra horda. Mis cuestionamientos y trabajos de rendición de cuentas no gustan a ninguno de los dos grupos.

Estados Unidos con todos sus defectos tenía anticuerpos contra Trump a través de un marco estándar de legalidad. México no lo tiene. Mientras no sea la cultura de legalidad lo que rija en México, el anticuerpo somos todos los que no estamos en ninguno de los polos, quienes estamos en medio, buscando todos los días ser mejores personas y construir una mejor nación. Dando crédito cuando alguna acción lo amerita, y haciendo observaciones cuando no.

Me han recomendado esperar que pase la tormenta y después asomar la cabeza. No puedo, no sé mirar hacia otra parte cuando algo claramente no está bien. Sé que es un sentimiento compartido con una inmensa mayoría. No nos quedemos aislados y solos, si hay que hacer más, hagamos más.  Es un momento de reflexión. Una nación necesita mano de obra que la construya y le dé mantenimiento cada día.

 

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