En general, la ciudadanía está sometida a un bombardeo constante de información, aun cuando, de acuerdo a la coyuntura política, varia el grado de sesgo político en la construcción de la noticia. Vivimos en una suerte de campaña eterna que ha ido generando adictos y adictas más que a la política, a la información sesgada que favorece intencionalmente a uno u otro polo político. Para evitar la disonancia cognitiva, raramente se contrastan fuentes de información, con la consecuente prevalencia del sesgo político. Cualquier noticia debe corroborar el error o la derrota del otro. Suerte de juego patológico y adictivo, desde el ámbito político, social e informativo, mediante el cual procuramos la consistencia cognitiva en cada trinchera, sin importar el precio. Tal cual como la dependencia del juego, las drogas, el alcohol y tabaco se genera una patológica dependencia informativa. Sometimiento o rendición que a su vez alimenta y fortalece la polarización, legitimando cualquier sesgo informativo y reafirmando nuestra posición en el espectro político.
Constatamos durante esta semana un tratamiento político informativo dual a hechos tales como la pandemia y “el debate político” sobre proceso el de vacunación, tal como lo denunció Monseñor Moronta; la legitimidad de las parlamentarias; la crisis migratoria; los activos venezolanos de Pdvsa, el bloqueo, la venta de petróleo y otras materias primas; los sucesos en la frontera con Colombia…
Estamos expuestos a un bombardeo constante. Se satisfacen las necesidades político-informativas y además intencionalmente se exacerban las pasiones políticas. Se genera, “sin querer queriendo”, una adicción política a redes y medios que informen y confirmen la verdad política en la que se desea creer. Por su accesibilidad y disponibilidad las 24 horas, de especial importancia el papel que juegan las redes sociales Por allí, en perfecta alianza y sin cortapisas éticos circulan información, pasiones, ficciones, chismes…La política en tanto ejercicio, espectáculo y adicción.
Devenido el país en una suerte de casino político, solo resta exclamar “¡Hagan sus apuestas Señoras y Señores!”
@maryclens