El país entre la entrega, la indolencia y la Covid
Al gobierno hace tiempo que se les fue el país de las manos. Esto no sólo sucede por la descomunal incapacidad de maduro y sus equipos para gestionar los asuntos del Estado, la cosa pública, sino porque existe el propósito deliberado de retirar al Estado de su rol en la dirección de la economía y de los asuntos vitales del país, esto como resultado de su tránsito hacia la restauración de un modelo capitalista salvaje, depredador y profundamente dependiente.
El gobierno de maduro se ha propuesto desmontar el Estado de bienestar alcanzado durante el gobierno del presidente Chávez entre 2004-2012, producto de la soberanía económica, la Plena Soberanía Petrolera, el vivir bien, objetivos estos plasmados en el Plan de la Patria.
Cada paso que el gobierno da en esa dirección tiene terribles consecuencias sobre el pueblo. No se puede entregar y destruir el país, sin que esto tenga su correspondiente efecto político, económico y social. Por ello ha recurrido a la violencia, la persecución y la censura, imponiendo el autoritarismo el cual le permite actuar de forma totalmente indolente ante los efectos y consecuencias que sus acciones provocan.
El gobierno decidió demoler PDVSA para privatizarla y entregar el petróleo, los resultados de esto han sido el colapso de sus capacidades productivas, arrastrando al país al abismo. No hay producción de petróleo, no hay ingresos, no hay gasolina, ni diesel, ni gas. Destruyeron la principal empresa del país, fuerza motora de las transformaciones económicas y sociales en el periodo 2004-2013, la PDVSA del pueblo fue destruida para ser entregada a los socios del gobierno. Para ello arremetieron contra los directivos y trabajadores: nos persiguieron, exiliaron, encarcelaron y, lo más grave, acabaron con la autoestima y movilización de sus trabajadores entre la mentira y el miedo. Hoy día, la otrora vibrante PDVSA Roja Rojita está desmantelada, triste, en ruinas.
El gobierno decidió priorizar el pago de las deudas que le presentaron las empresas importadoras, las mismas que se beneficiaron por años del sistema CADIVI, las que alimentaban el dólar paralelo, los mismos operadores que hicieron fortunas manipulando el tipo de cambio, dejando al país sin la posibilidad de atender las necesidades fundamentales del pueblo, negando recursos presupuestarios a la economía estatal, a las empresas del Estado, a PDVSA, a las empresas de servicios.
El gobierno utilizó los 40 mil millones de dólares que PDVSA entregó al CENCOEX en 2014, duplicó la deuda de PDVSA con el FONDO CHINO y endeudó y entregó CITGO, para pagar más de 70 mil millones de dólares, entre 2014-2017, de una deuda NO VERIFICADA, privando así de recursos fundamentales al país.
El gobierno, ávido de dinero, vendió el oro monetario del BCV y entregó el Arco Minero al saqueo de oro, diamantes, coltán, por parte de las transnacionales y empresarios especuladores, provocando la peor destrucción ambiental del país y, como consecuencia, desplazando a nuestros pueblos originarios de sus tierras y privandolos de sus medios de vida.
El gobierno impuso un paquetazo económico el 17 de agosto de 2018, donde anunció su política de “déficit cero”, lo cual fue la señal para arrasar con las prestaciones sociales, convenciones colectivas y beneficios laborales, todo esto a través del Decreto Presidencial N° 3.584, que conllevó a la represión en las empresas y en la Administración Pública, y sirvió para borrar del “gasto” del Estado cualquier programa o misiones sociales.
La incapacidad y orientación del gobierno en la conducción de la economía, la impresión de dinero inorgánico para pagar bonos que no valen nada, y la destrucción de nuestras capacidades productivas, con una caída acumulada del 62,2% ha provocado un fenómeno hiperinflacionario que inició en 2017 y ha expropiado el trabajo, las riquezas y los ahorros de los trabajadores y profesionales.
El gobierno decidió dolarizar la economía, “agradeciendo a Dios” por ello, y nuestro país ha sido arrasado por una ola especulativa y devaluacionista que ha llevado a la desaparición del Bolívar como signo monetario, sólo utilizado como una ficha para pagar salarios, colocando el salario mínimo del país en menos de 0,5 dólares al mes, el más bajo del hemisferio, llevando a más del 90% de la población a la pobreza de acuerdo con los índices de las Naciones Unidas (el umbral de la pobreza se encuentra en 1,90 dólares diarios = 57 dólares al mes). Ésto convierte a nuestros trabajadores en una mano de obra esclava, sin derechos laborales de ningún tipo, como parte de las “condiciones” para atraer al sector privado para que participe del remate del país.
El gobierno entregó la economía a sus agentes privados y al sector especulativo, y éstos hacen lo que les da la gana con los precios, la distribución de alimentos, medicamentos, insumos, productos. Tales sectores actúan a sus anchas, imponiendo precios, tarifas, dolarizando todo. Lo mismo hacen las empresas del Estado que ahora transan sus servicios y productos en dólares de acuerdo con lo que “indique el mercado”. Por eso, ahora tenemos en el país la minoría que tiene dólares y disfruta de lujos y excesos; y, por otro lado, la clase media arruinada, empobrecida, profesionales y trabajadores que reciben salarios de hambre, mientras, los pobres viven en la miseria absoluta, despojados de sus derechos y posibilidades, aterrorizados por el FAES y otros cuerpos policiales y paramilitares, que los matan en los barrios y mantienen el terror y el control social.
Por esto han salido del país más de 5,4 millones de venezolanos, jóvenes, profesionales, trabajadores, en un éxodo sin precedentes en nuestra historia.
El gobierno ha colocado a las instituciones del Estado al servicio de esta política, copándolas de manera ilegal con sus operadores para aprobar decisiones que están al margen de nuestra Constitución y leyes, y son utilizadas como instrumentos de persecución y represión política.
Mientras, la Asamblea Nacional Constituyente legisló para aprobar leyes inconstitucionales y entreguistas como la llamada “Ley Anti bloqueo”, la Asamblea Nacional prepara un paquete de leyes entreguistas, una “alfombra roja” para entregar lo que nos costó golpe de Estado, desestabilización y una batalla permanente junto al Presidente Chávez para poder construir las bases de nuestra soberanía, de nuestra patria socialista. ¿Qué dirá el jefe de la fracción parlamentaria del PSUV sobre estas leyes entreguistas que anuncian sus diputados?
En medio de este caos, mientras avanza la entrega del país y sigue el show del “tira y encoge” de las élites políticas entre grabaciones, acusaciones de todo tipo y tendencias de twitter, la realidad es que el pueblo venezolano está “a la buena de Dios” con su tragedia, en su lucha diaria por sobrevivir ante la indolencia del gobierno. A nadie le importa lo que le pase al pueblo. El caso de la COVID-19 es un trágico ejemplo de ello.
La batalla mundial contra la COVID-19
Desde que inició la pandemia de la COVID-19 advertimos sobre los riesgos y retos que planteaba esta situación para el país. Hace más de un año que la pandemia azota al mundo y todos los países se han venido preparando, en mayor o menor grado, para hacerle frente y proteger a su población.
Por razones diversas, entre ellas el hecho de que nuestro país está prácticamente incomunicado con el mundo desde 2018, la pandemia ha tardado un año entero en golpearlo con fuerza. Lo que está claro, respecto al comportamiento del virus, es que éste se seguirá expandiendo y mutando, hasta que un porcentaje importante de la población esté vacunada.
A nivel mundial, han muerto 3 millones de seres humanos y se han contagiado casi 141 millones de personas. Grandes países, con inmensas capacidades e intensa actividad económica y turística, han sido afectados dramáticamente por el virus. En los EE.UU. han muerto 567 mil personas y Europa sobrepasa el millón de fallecidos. En nuestra región Brasil y México presentan 372 mil y 213 mil muertos, respectivamente.
El desarrollo de las distintas vacunas contra la COVID-19 abre una posibilidad para detener esta pandemia, salvar vidas humanas, pero a la vez, muestra con claridad la naturaleza real del capitalismo como un sistema injusto, movido solo por el lucro. Las grandes farmacéuticas de los países desarrollados han producido las únicas vacunas que han demostrado su efectividad para contener al virus. Pero estas vacunas, convertidas en una mercancía, están disponibles prioritariamente para la población de sus propios países y, luego, para aquellos que puedan pagarlas. En esta conducta coinciden todos las farmacéuticas productoras de la vacuna, sean éstas de los EE.UU., Reino Unido, China o Rusia, quienes avanzan sin problemas de suministro en el proceso de vacunación de su población.
En estas circunstancias, el resto de los países, incluyendo a los países de la Unión Europea afectados por el incumplimiento de compromisos de suministro de la Astrazeneca, han desarrollado estrategias y planes para obtener obtener vacunas e inmunizar a su población.
Los gobiernos han logrado obtener por medio de distintos mecanismos, incluyendo el COVAX, millones de dosis para su población.
En los países europeos con la cantidad de dosis y los tiempos de suministro, los gobiernos planifican y anuncian cómo, dónde y cuándo serán administradas las vacunas. En la mayoría de los casos se prioriza a personas mayores de 80 años, luego por encima de 60 años, los que tienen enfermedades crónicas o de riesgo y así sucesivamente hasta completar toda la población. Las vacunas SON GRATIS y se anuncia con anticipación cuando y donde le corresponde a la persona su (s) dosi(s) de la vacuna. Nadie se “salta” su turno, ni presidentes, ni diputados, ni políticos.
En estos países se despliega una gran campaña de información que tiene como eje fundamental la plena transparencia para evaluar, de manera pública el desarrollo del Plan y el avance de la pandemia. Todos los días los noticieros y la prensa reciben información de parte de las autoridades científicas y especialistas en infectología sobre el desarrollo del virus. Se muestran los números de casos, verificados por las autoridades sanitarias regionales, se realizan entre 100-300 mil pruebas de despistaje, en todas las ciudades en farmacias y centros, se informan el número de fallecidos diarios y de los que están en hospitales o centros de salud. De manera diaria se desarrolla un debate permanente sobre la situación, se escuchan opiniones de expertos, se verifica la situación en el sitio, se ajusta el Plan y se sabe con certeza cuando finalizará la campaña de vacunación.
En nuestra región países como Argentina, Chile, Uruguay, Colombia y México, Perú, han sido capaces de obtener casi 70 millones de vacunas y han iniciado un programa de vacunación a su población. En países más pequeños (excepto Uruguay) y con menos recursos, como Bolivia, República Dominicana, Costa Rica, Panamá, El Salvador, Belice, han recibido la dosis de la vacuna entre el 4% y 13% de su población. Incluso en países con gobiernos “negacionistas”, como el caso de Brasil con Bolsonaro, se han suministrado 33 millones de dosis de la vacuna.
Venezuela: ¿Dónde está el Plan? ¿Dónde están las vacunas?
La actuación del gobierno en relación a la COVID-19 no solo ha sido negligente, sino también improvisada. Luego de un año de pandemia en el país no hay información confiable, no hay un Plan y no hay vacunas.
El gobierno ha recurrido a las masivas restricciones a los desplazamientos, a las llamadas “cuarentenas”, que colocan al país bajo un virtual Estado de Sitio, como una manera brutal de contención y de control social. El país está paralizado, el interior aislado. La gente no sabe cuál es el propósito, ni la duración de las llamadas cuarentenas sean estas “radicales” o no. Normalmente las restricciones de movimientos tienen un objetivo específico, verificable. Acá no: prohíben salir, restringen los movimientos y luego la gente sale por unos días como si nada, hasta que a maduro se le vuelve a ocurrir que no se puede salir o viajar. No hay un Plan ni programas de información sobre la pandemia a la altura de las circunstancias.
No hay transparencia en la información, tampoco los voceros son confiables. ¿Quién le puede creer a Delcy o a Jorge o a maduro? No hay manera de verificar la información del gobierno, no hay boletines epidemiológicos, no hay otras fuentes, se han llevado preso a periodistas, a médicos, han amenazado a otros voceros. Mientras el gobierno informa sus números de fallecidos o contagiados, la realidad golpea de manera cercana a todos, ya el Covid-19 no es algo lejano, es algo que golpea cerca y a todos. Por lo que se ve en las redes sociales y teniendo en cuenta los casos de conocidos y amigos cercanos contagiados o fallecidos, la cifra, tanto de los contagiados como de los fallecidos, es mucho más alta que la reconocida por el gobierno.
Existen denuncias sobre la situación de los contagiados y fallecidos en los centros de salud y hospitales las cuales contradicen la información oficial. Voceros especializados y valientes denuncian una situación distinta a la que reconoce el gobierno. Hace falta transparencia, verificación de la información, otros voceros, interpelación a los responsables del gobierno, para así poder conocer la situación real respecto a la pandemia en el país.
En el país no se hacen pruebas de despistaje del Covid, no de manera masiva, confiable. Una prueba PCR de hisopado nasal, el precio varía y oscila entre 70 y 100$ -cuando en la región cuesta entre 15 y 40$ -, en un país donde el salario mínimo mensual es de 0.5 dólares. Nadie se hace pruebas, no se puede saber cuántos contagiados hay en el país.
Un elemento fundamental a tener en cuenta en Venezuela es que en el país muy pocos se arriesgan a declarar que tienen la Covid-19, porque nadie quiere ser recluido en los centros de retención como el Poliedro u otros. Allí los meten, se quedan sin atención, el personal médico y sanitario no tiene ni insumos, ni cuenta con las condiciones para trabajar.
La población que tiene recursos ingresa a una clínica privada, pero los costos son exorbitantes, la admisión en la emergencia de una clínica cuesta 500 dólares por paciente, esto no incluye los medicamentos necesarios para tratar la sintomatología. Un día de hospitalización en una habitación vale 1000 dólares diarios por paciente y solo incluye el oxígeno, el resto de los insumos y medicamentos tienen un costo adicional.
Ante el colapso del sistema público de salud y el costo exorbitante de las clínicas privadas, la mayoría de los contagiados por la Covid-19, optan por mantenerse en su casa. Por esto la mayoría de los contagiados se quedan en sus casas.
Los enfermos de COVID-19 que se quedan en sus casas recurren a la automedicacion, usan antibioticos o cualquiera de los antivirales que, suministrados sin supervisión médica y a destiempo, ponen en riesgo su propia vida. Algunos pacientes cuentan con la solidaridad de sus familiares o amigos para la atención, cuidados y costos de los medicamentos, otros no. Los costos de los medicamentos, y del oxígeno son elevados. La población está a la buena de dios, tratando de recuperarse por su cuenta para no morir.
Lo más grave de esta situación es que hasta ahora el gobierno no ha adquirido vacunas en cantidades para proteger ni siquiera al 3% de la población (aplicando solo una dosis de la vacuna). No se sabe cuántas, ni de dónde llegarán las vacunas, mucho menos cuándo y cómo serán suministradas a la población.
El mismo maduro ha postergado en varias oportunidades el plan de vacunación masiva en el país, lo que genera angustia e incertidumbre en la población.
A finales de 2020 se anunció que la vacunación masiva comenzaría en abril, luego se pospuso para el mes de julio y la realidad es que no existe un cronograma para el inicio y desarrollo de este proceso, solo especulaciones.
Delcy Rodríguez aseguró en rueda de prensa del 07 de abril que Venezuela tendrá su proceso de vacunación a finales del segundo cuatrimestre de 2021 (entre agosto y septiembre). Esta imprecisión en cuanto a la fecha advierte una terrible improvisación por parte del gobierno en un tema tan sensible como lo es la vacunación contra la Covid-19. ¿Sálvese quien pueda?
Solo han llegado al país 801.000 dosis de vacunas, de ellas: 300.000 recibidas en 4 lotes son Sputnik V (rusa), 500.000 Sinopharm (china) y 1.000 EpiVacCorona (rusa), aún no aprobada por la OMS. Se anuncia que vendrán las vacunas cubanas Abdala, una vez que sean aprobadas por la OMS, pero es solo otro anuncio más. No tenemos en la mano, compromisos firmes para obtener vacunas para proteger a nuestra población.
Lo increíble es que, en medio de esta situación, los primeros en vacunarse, fueron en Miraflores, los Poderes Públicos, Diputados, Jueces, Fiscales, Militares, gobernadores, funcionarios del gobierno y un largo etcétera de familiares, amigos y socios. Esto, que parece un detalle, es sin embargo el mejor ejemplo de la indolencia y la falta de probidad y ética de las élites que dirigen el país. No hay sentido de grandeza, ni de justicia.
Mientras estos señores ya se vacunaron, el personal médico y sanitario sigue atendiendo a los pacientes en la primera línea del frente de la pandemia sin estar vacunados, necesitas tener un amigo o alguien que te estime para tener acceso a una vacuna en un sector que es prioritario porque arriesga su vida todos los días para atender a los pacientes de Covid u otras enfermedades.
Mientras estos señores ya se vacunaron, ni los ancianos, ni las personas de riesgo y mucho menos la población en general sabe a qué atenerse, cuándo se podrán vacunar, cómo y dónde. Es el gobierno de la improvisación y la indolencia. Es la ruleta del Covid, la ruleta de la muerte.
Estos mismos señores, han cometido la más absoluta irresponsabilidad al ofrecerle al pueblo bebidas y hierbas para hacer frente a la Covid-19, incluso con toda la parafernalia propagandística y por las redes sociales que controlan, ofrecen las “gotas milagrosas” de José Gregorio Hernández (manipulando la fe y esperanza de nuestro pueblo), el Carvativir, como un medicamento para hacer frente a la pandemia. Facebook tuvo que cerrar la cuenta del mismo maduro, siguiendo su norma de no difundir información falsa sobre tratamientos para la Covid-19.
La gran pregunta es ¿por qué el gobierno no ha adquirido las vacunas? ¿Qué pasa?
El gobierno ha demostrado tener suficientes recursos y relaciones internacionales como para haber previsto en un año la adquisición de la vacuna desde el mismo momento en que las farmacéuticas anunciaron que estaban trabajando en ello y cuando todo el mundo ha hecho sus previsiones para adquirirlas.
El costo de la Sputnik V y la Janssen es de 10 dólares por dosis, lo cual indica que 30 millones de dosis, estarían cercanos a un costo de 300 millones de dólares, es decir, un cargamento de tan solo 6,5 millones de barriles de crudo Merey venezolano, 4 buques de petróleo, ¿no se ha podido prever esto en un año? ¡Por favor, que incapacidad!
Por otra parte, hay un aspecto político que no cuadra. Si hablamos de Rusia y China, dos de los 4 grandes productores de las vacunas en el mundo ¿cómo puede justificar el gobierno su incapacidad para adquirir las vacunas necesarias en estos dos países que han sostenido con apoyo y recursos a maduro? Existen todo tipo de operaciones secretas, petroleras, financieras, políticas y militares con estos países, suficientes como para obtener las vacunas.
Esto solo tiene dos explicaciones: la absoluta incapacidad y negligencia del gobierno o que sencillamente, ni los rusos, ni los chinos o sus empresas están dispuestos a ayudar al país, si no se les paga… en cash.
Por eso, el gobierno no está en posición de politizar el tema, ni rechazar el mecanismo Covax (en base al cual se han entregado más de 38 millones de dosis de vacunas a 98 países), ni seguir jugando en sus maniobras políticas con la salud de los venezolanos, con la emergencia que ya está presente en el país.
No hay excusas, lo mismo que sucede con el Covid-19, sucede con el petróleo, con la economía, con la salud, la alimentación, los salarios, los Derechos Humanos, todo en la patria que se extingue en manos de este gobierno.
Nosotros, la mayoría del país, la mayoría del pueblo, el Chavismo, los sectores patriotas, tenemos que hacer frente de manera decidida a esta situación, no podemos asistir impávidos ante este desastre, no podemos dejar morir la patria entre el chantaje y el miedo. Se trata de que nuestra opción, la opción Chavista, la opción socialista, está en la calle, en los campos y las ciudades y es la única capaz de reunificar el país, unir al pueblo y volver al camino de Chavez para proteger a nuestra patria de la entrega y del saqueo y devolver el poder al pueblo, para restablecer la plena soberanía política y económica de nuestro país para salir del abismo en el que estamos.