El delito cibernético representa para la sociedad un enemigo público que solo puede vencerse mediante mecanismos de asociación y colaboración, de entidades públicas y privadas.
El ciberdelito no se diferencia del robo habitual, porque para su ejecución el delincuente no necesita más que una computadora/ordenador con conexión a Internet y sus propios conocimientos. Es la adaptación de la delincuencia tradicional a las nuevas tecnologías.
Aunque la naturaleza de los ciberdelitos es virtual, el ciberdelincuente no precisa desplazarse hasta el lugar donde pretende cometer su fechoría, sus efectos son 100% reales.
El uso cada vez mayor que se hace de las computadoras, teléfonos inteligentes, tabletas e Internet, incrementa las posibilidades de ser víctimas de la delincuencia cibernética, que se aprovecha de la información y datos que nosotros proporcionamos para apoderase de ella con graves consecuencias.
El acceso a la información relacionada con la identidad permite a los antisociales intervenir en muchos ámbitos de la vida social. Por otra parte, esos antecedentes, además se almacenan en bases de datos, que son un blanco potencial para los estafadores.
El robo online actualmente es un uno de los más extendidos a nivel planetario, propiciado por el hecho de que todos los que hacemos uso de Internet solemos utilizar datos sensibles, como cuentas bancarias, tarjetas de créditos., etc.
Una fase avanzada del hurto online es la usurpación de identidad, que ocurre cuando alguien se apropia de los datos de usuario y contraseña y nuestro correo electrónico y actúa en nuestro nombre, dañando así nuestra reputación, además de provocar importantes pérdidas económicas.
El acelerado desarrollo de Internet en los últimos años es uno de los acontecimientos sociales más importantes del siglo XXI y repercute en los aspectos comerciales, económicos, culturales, sociales y morales de la vida. Ahora bien, en toda evaluación de lo que esto significa, se debe considerar el hecho de que como fenómeno, se encuentra en estado de constante y rápida evolución y las herramientas tradicionales de medición y análisis no están en capacidad para prever sus efectos o planificar las respuestas futuras.
«Las cuestiones referentes a Internet son de gran amplitud, complejas técnicas, jurídicamente y de dimensiones internacionales —afirma Corman Callanan, director gerente de Aconite Internet, Solutions Limited— plantean problemas especiales a la comunidad mundial, los gobiernos, el sector industrial, los educadores, los padres y, de hecho, a los propios usuarios de Internet. Se necesitan nuevas asociaciones, nuevos enfoques y nuevos niveles de flexibilidad para lograr que la explotación de Internet lleve incorporadas medidas de seguridad consabidas, específicamente, de modo que aseguren la máxima protección a quienes son vulnerables a sus aspectos negativos».
Debido al carácter fundamental de Internet, existen serios límites a lo que un país puede alcanzar por su cuenta al abordar los temas relativos al delito cibernético. Internet en sí mismo es un fenómeno mundial en todo el sentido de la palabra y toda repuesta eficaz depende de un alto grado de cooperación internacional.
Las respuestas a los desafíos que plantea el delito cibernético tienen que ser suficientemente flexibles para reflejar los rápidos cambios en las tecnologías y servicios de Internet. Las medidas que no incluyan posibilidades de revisión y adaptación no son aptas para un entorno caracterizado por esa constante evolución.
Internet opera en un plano internacional, la ley actúa de manera territorial; por lo tanto, aquí radica el origen de muchas de las cuestiones jurídicas que giran en torno a Internet.
Las informaciones contenidas en Internet se destinan a todo el mundo y puede accederse a ellas en cualquier momento. Determinados materiales se almacenan y son abordables localmente. Otros se hallan fuera del sistema jurídico y solo son accesibles a nivel restringido.
El campo de operatividad de las leyes nacionales puede, por lo tanto, ser una cuestión compleja que solventar. Las cuestiones de responsabilidad civil a menudo giran en torno a la medida en que una parte determinada ejerce control sobre el contenido ilegal o tiene conocimiento del mismo.
Los problemas habituales planteados por el delito cibernético son los de búsqueda y captura transfronterizos, asistencia judicial reciproca, facilidad de movilidad, velocidad de las operaciones, pluralidad de idiomas, de culturas y de sistemas jurídicos diferentes.
El señor Nicola Dileone, miembro del Centro contra la Delincuencia de alta Tecnología de Europol, relata las dificultades que plantea el delito cibernético internacional y destaca la necesidad de una vigorosa cooperación internacional cuando explica: «Un truhan de origen chino, con nombre inglés, puede tomar como blanco el mercado francés, vendiendo un equipo japonés que se puede cancelar utilizando un servicio de pago ruso a través de un intermediario letón, a la vez que usa una documentación sueca para registrar su dominio en una empresa brasilera, cuya página esta hospedada en Tailandia y remite a ella desde Islandia mientras se comunica a través de un servidor de correo electrónico indonesio”.
El método principal para abordar los complejos problemas que plantea Internet es el de la colaboración entre los sectores públicos y privados.
No cabe duda de que el mundo de Internet crece sin límites ni fronteras, por lo tanto son los usuarios que debemos cuidar nuestra privacidad y estar conscientes que cualquiera que se tome la mínima molestia, puede tener acceso a todos nuestros datos y violar nuestra intimidad.
Gisela Ortega es periodista – giselaoo@gmail.com