La desesperación es un elemento emocional del ser humano que se activa al no conseguir solventar situación en un momento determinado. La pérdida total de la esperanza como estrategia gubernamental para arrinconar a los ciudadanos en Venezuela ha sido un factor determinante en la opinión pública al momento de estos tomar decisiones. También se activa en sentido contrario cuando los promotores no ven que sus artimañas surten el efecto deseado, apareciendo la cólera como resultado del despecho y el enojo por tal accidente.
La cercanía de las elecciones regionales y municipales está causando estragos en algunos aspirantes a ocupar esas primeras magistraturas. El liderazgo lo han querido pisotear a través de la manipulación desmedida y la acentuación del populismo iracundo, asociado con la banalidad de sus acciones. Esa bagatela, en sus sueños de opresores, los lleva a creerse seres superiores a otros, violentando la norma establecida en la Constitución de la República, al hacer del abuso la constante. Transita el oficialismo el camino de la persecución de los adversarios a expensas de integrantes de las instituciones como mecanismo promotor para la siembra de terror. Buscan afianzar el miedo en los ciudadanos para acallarlos y encerrarlos en sus hogares bajo el silencio cómplice.
Las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), es un componente de la policía bolivariana creado en abril de 2016 por Nicolás Maduro para arremeter contra los Derechos Humanos (DDHH), y de forma particular contra la oposición política al régimen. La apreciación puede parecer un exabrupto, pero lamentablemente es así como la están dejando ver. La utilizan como guardaespaldas de altos funcionarios del gobierno nacional, y hasta la hacen llamar cuerpo policial élite. El oficialismo impulsó la delincuencia, les abrazó y cobijó permitiéndoles portar armas y ocupar territorios, a eso le llamaron defensa de la revolución. Se les salió de las manos la situación y optaron por revivir el lejano oeste. Así transitan por las calles los funcionarios de ese organismo policial, portando armas largas, sin respeto alguno a las personas y sus bienes. Solo les falta la música para que les acompañe en su faena.
Las órdenes a las FAES provienen de fantasmas. Nadie se hace responsable por los abusos, pero atorrantes representantes del régimen, salen a etiquetar a los denunciantes de los atropellos cometidos por ese componente policial, como bandidos. Se esfuerzan en aparentar que son shows de opositores, al igual que se registra en predios del Estado Apure, sector la Victoria. Mientras humildes venezolanos, campesinos y productores del campo ven como grupos irregulares, nacionales y extranjeros, les arrebatan sus tierras y pertenencias, la FAES persigue y apunta con las armas de la República a servidores públicos. La seguridad ciudadana no es política pública en los revolucionarios siglo XXI.
La pandemia del virus chino, los delincuentes uniformados y armados, el alto costo de la vida, y la ineptitud de los revolucionarios siglo XXI, tiene en ascuas a las personas en todo el territorio nacional. La respuesta del régimen es la de esconder o negar esa realidad. Ya la FAES fue vacunada, están listos para el amedrentamiento de la gente, sus dirigentes y gobernantes de oposición. Se les ve el prontuario infeliz a sus operadores, y les crece la desesperación. El expediente sigue aumentando de tamaño señores del régimen y funcionarios de las FAES.
jarturomolina@gmail.com – @JARTUROMS1 – www.jarturomolina.blogspot.com