Prologo de Pompeyo Márquez
I
Mi amigo y compañero de tantos avatares en la vida, el Embajador Leandro Area, me ha entregado los 66 artículos con los que semanalmente y en forma consecutiva deleitaba a sus lectores de
“El Universal”. Le ha otorgado como titulo genérico EL PAIS QUE SE ASOMA. Es todo un acierto. Al leer sus páginas mas allá de la rapidez con que se miran las crónicas semanales nos encontramos con hondas reflexiones sobre Venezuela escritas con la sensibilidad del poeta que es Leandro. Son reflexiones llenas de metáforas donde se unen el habla culta con el habla popular. Pero por encima de cualquier otra consideración, impregnadas de amor, de angustia, de esperanza, de confianza en este país, en su pueblo. Es lo que encuentro al sumergirme en el pensamiento venezolanista de este profesor, internacionalista, politólogo, ciudadano, que es Leandro Area.
Conocí a Leandro en la Comisión de Asuntos Fronterizos presidida por ese eminente venezolano maestro desde mi adolescencia llamado Ramón J. Velásquez y meses después en la Comisión Negociadora con Colombia integrada por el senador Reinaldo Leandro Mora, que la presidía y el senador Hilarión Cardozo. Leandro era el Secretario ejecutivo. Con Leandro Mora me unían lazos de amistad a pesar de tener diferencias que podríamos expresar en la imagen de que era el Ministro del Interior cuando me fugara del Cuartel San Carlos en febrero de 1967. Al pasar los años nos encontramos en el Senado de la República y Leandro Mora, Hilarión y yo formamos un verdadero equipo en la dirección de la llamada Cámara Alta, en nuestra calidad de Presidente, primer y segundo vicepresidente respectivamente. Esta referencia la hago porque en esas actividades el papel de Leandro Area como Secretario Ejecutivo se convierte en una suerte de cemento que amalgama nuestras delicadas labores y con sus conocimientos y sensibilidad humana las enriquece y alegra hasta el punto que entra a formar parte de nuestras vidas desde 1989 hasta el presente.
II
No puedo escaparme a estos recuerdos que me unen al autor de estos comentarios porque escoge no sólo al amigo y compañero con quien ha compartido las más variadas aventuras cotidianas sino a quien puede entender lo hondo de su venezolanidad expresada en estos 66 ensayos llenos de sabiduría, humor y cultura.
Porque debo destacar no sólo la fibra poética que recorre la obra y actuación de Leandro sino al mismo tiempo un fino humor que podemos apreciar en sus mil y una metáforas contenidas en estos artículos. Es un estilo muy personal.
Es el estilo de Leandro Area. Es una manera de decir las cosas con un sello original donde se mezcla la reflexión profunda sobre el país, sobre el pasado, el presente y el futuro, lejos de clisés con un abordaje creativo que me lleva a pensar que cada semana el titulo correspondiente era obra de una meditación, de una elaboración, que intentaba ir más lejos del comentario periodístico semanal que buscaba trascender al periódico de ayer.
III
Podría hacer multitud de citas para ilustrar afirmaciones anteriores. Podría tomar variados títulos como el de “Sensibles, no invisibles” donde se pasea por el problema educativo y resalta como en otros artículos su experiencia como profesor de la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela.
En “Política con P” dice: “Sucede que en las universidades u otros conventos en los que se enseñan los misterios de la política se habla de ella en términos valorativos: la política es buena y los hombres la envilecen”. El tema de la política y los partidos se encontrará en varios de estos comentarios. En forma muy crítica, pero en positivo y bordea la situación que se vive en estos terrenos con dominio del tema.
En “¿Miami, Marx y buhoneros?”, el juego de palabras y de humor se hace presente. Una “propuesta política que tenga ganas y posibilidad de éxito
tendrá que resolver esta ecuación, en la que político alguno ha reparado hasta ahora por estar repitiendo lo que dicen los libros de texto que no dicen nada”. Afirmación muy absoluta para un voraz lector como lo es el autor.
Leandro no tiene militancia política. Lo reafirma una y otra vez. Sus críticas a la política, a los partidos, a los gobiernos, a los dirigentes, discurren a lo largo de estos 66 comentarios. Mas lo hace en positivo, con esperanza.
En “Silencio en general ante el Golfo de Venezuela” se puede apreciar el dominio del tema. Leandro es autor junto con Elke Stockhausen de tres Tomos donde se recopilan los principales documentos que desde el Laudo Arbitral que arrebata a Venezuela de una parte de su territorio a finales del siglo XIX hasta el presente Esta obra es indispensable para todo aquel que quiera aproximarse al estudio de las situaciones creadas a lo largo de esa extensa frontera de 2219 kms que tenemos con Colombia.
En la “Indecisión Ética” se refiere a la cuestión electoral. Leandro fue candidato a Rector del CNE. Otra constante presente en sus artículo es el diálogo. Es un hombre que cree en el diálogo. Es más, lo practica a diario. Cuando fue director del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual” de la Cancillería venezolana el pluralismo en la enseñanza personificada en la variedad de profesores y `personalidades invitados así lo pone de relieve. En la actualidad el dogmatismo, el “pensamiento único”, es lo que predomina en esa institución. Grave error en la era del conocimiento, de la revolución científico-técnica cuando más brotan nuevos acontecimientos y enfoques indispensables de conocer para la formación de personal en un Ministerio que se ha venido a menos al salir literalmente de la inmensa mayoría de profesionales formados en muchísimos años.
Leandro es un caraqueño, como dice el lugar común, a carta cabal. Le dedica varios comentarios a Caracas, al lugar donde nació. Las relaciones entre la ciudad capital y el interior. Lo hace desde una perspectiva de hombre que ha vivido y viajado por el mundo. Que tuvo la suerte de tener una madre que formó parte del servicio exterior. Sus correrías por la Cancillería datan desde su niñez, al igual que su vida en Colombia.
Para terminar, porque me haría demasiado extenso, me voy a referir a cuatro títulos más. “El Síndrome Pacheco” que está referido a las elecciones de diciembre del 2005. Veamos: “La abstención es una opción. No clara. Que da miedo como un abismo. El dilema que se plantea es qué ganamos con la abstención y qué podemos perder con ella. Pero es imprescindible pensar rápido y en profundo sobre lo que el destino nos puede deparar, porque lo que está en juego es el país, es decir, todos y cada uno de nosotros. Diciembre ya está aquí. Llegó Pacheco”.
Sobre el tema de la abstención vuelve a expresar juicios contundentes precisamente en un artículo que lleva por nombre “La abstención”. Dice: “Misia abstención es un carro destartalado en mitad de un desierto asombrado. Abstenerse de qué, para qué, con qué motivo, si el mundo está más bien para crear y construir. La abstención no suda, inocula y espera. Cambia de muda y vuelve a esperar lo que ya fue y no podrá repetirse jamás. Porque lo que en el fondo hay detrás de esa charada es soledad. La abstención es melancólica, celosa, envidiosa”.
En “Después de Diciembre qué” se expande en las siguientes reflexiones: “O sea que la política, menos mal, no termina en diciembre. Y creemos que para ese evento concreto necesitamos más que caudillo, radar. La gente está intentando conectarse afectivamente a alguien que les falta, a un líder si usted gusta llamar, a un proyecto que podrá, si se dan las condiciones necesarias, expresar una necesidad colectiva que es el anhelo de libertad, de seguridad y de trabajo. Hay victorias que no se ven y derrotas que no se sienten, pero lo cierto es que en Venezuela necesitamos entender las próximas elecciones presidenciales dentro de un proyecto político de más largo plazo. De por vida”.
Este comentario lo enlazo con este otro: que lleva el sugestivo título de “Honrar la política”. Como ya señalé la política con todas sus connotaciones la encentraremos a lo largo de estos comentarios. He escogido éste: “Porque el que quiere hacer política -escribe- debe entender que es un juego muy serio, que no termina jamás, porque ningún asunto de la agenda pública se resuelve definitivamente. Que además es actividad ruda. Que implica discutir y discurrir sin cesar. Que a veces requiere más del oído que de la palabra, porque si ésta vale oro, el saber escuchar no tiene precio. Que también es diálogo en el que no necesariamente se tiene la
razón, que la pueden tener los demás y así convencernos de que ganar es esa transformación que la política adoba y apura. Que se necesita ser elástico, prudente, convincente, pero también capaz de ser convencido, no como forma de derrota sino como sabiduría. Enseñar que la política no es exclusivamente la búsqueda del poder, sino la capacidad de cada quien para contribuir a las decisiones que nadie debe tomar por mano propia”.
En “El País que se asoma” hallamos estas palabras en “La sociedad incómoda”: “Por ello es importante ubicar al país en el que nos ha tocado vivir dentro de un plano comprensivo. Hay un número significativo de venezolanos que codiciamos salir de esta situación de transitoriedad que vive la república. Y por ahí suenan campanas de bonanza”. Y la constante se repite en “Venezuela no es Caracas”: “Hemos dejado hacer a los demás, nos hemos abstenido, por miedo o facilismo. Nos han dicho que ellos sí, que nosotros no. Y ahora fíjese usted la envergadura de destino que nos espera si no asumimos el pedazo de vida que nos falta o nos queda. De eso se trata ya, de construir el espejo colectivo donde mirar a los hijos que vienen sin la vergüenza que cargamos ahora”. En “El Sudor y la gloria” remata con estas reflexiones: “A todas estas, la Política debiera ser la conjunción de todas las formas excelsas de la actividad humana. Camino para hacer el amor, el bien, y lograr la felicidad de los que nos rodean. Lejos está de ser hoy lo que aspiramos pero hacia esa flecha debemos apuntar”.
IV
Bueno, Leandro Area, amigo y compañero, te felicito por esa manera de expresarte tan propia tuya. Esa forma de colocar en evidencia tu cultura y tus vivencias populares. Lo profundo de la reflexión con la poesía, ¡tú eres un poeta de nación!, con el humor y las bellas metáforas de esos comentarios semanales que conforman este libro y que conservan vigencia, actualidad y futuro. Con razón Ortega y Gasset solía decir que sus artículos periodísticos eran sus pequeños ensayos. Y los tuyos lo son.
Caracas, 21 de septiembre del 2007