Alejandro Bautista González: Rumbo a la santidad

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Gran honor constituye escribir unas breves notas bibliográficas  sobre la vida terrenal  y proyección de un muy querido, insigne y venerado hijo de esta tierra andina, cuya fama y renombre, por sus propias virtudes, trascienden más allá de nuestras fronteras patrias. Nos referimos al Dr. José Gregorio Hernández, mejor conocido como “El médico de los pobres”.  Un venezolano de excelencia quien no solamente fue un eminente académico, docente y científico de las ciencias médicas, sino que además fue un ser humano de sólidos principios éticos y valores cristianos que fueron la guía de su brillante carrera al servicio de su país. El pasado junio de 2020, por disposición de su Santidad El papa Francisco, fue proclamado “Beato”, con firme posibilidad de alcanzar en el siguiente paso, dentro de la jerarquía santoral de la Iglesia Católica, la máxima dignidad y venerabilidad de “San José Gregorio Hernández”.

En un pequeño y adormecido  pueblecito tendido sobre una meseta, en la parte baja de nuestras montañas andinas, yace “Isnotu”, población de ancestro aborigen que significa “lugar de varias corrientes de agua”, pues años atrás, según referencias locales, en el lugar se podían apreciar varios afluentes que bajaban de las montañas”. Allí, en este pequeño pueblo, tenía su hogar el matrimonio integrado por Benigno María Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros Mansilla.  El amanecer del miércoles 26 de octubre de 1864, pareciera signado por la divina providencia, como una fecha de gran trascendencia en la vida del feliz y humilde matrimonio. Quiso Dios que en tan memorable día viera la luz, José Gregorio, segundo de los hijos en una conservadora familia, con profundos principios religiosos que supieron inculcar desde su infancia a toda su descendencia.  A la postre, fueron 6 hijos: María Isolina (mayo de 1863), quien falleció a los 7 meses, fue la primera; la tercera, María Isolina del Carmen (mayo de 1866); luego, Cesar Benigno (agosto de 1869); José Benjamín Benigno (Septiembre de 1870) y Josefa Antonia (agosto de 1872).

José Gregorio, transcurrió los primeros años de su niñez en su pueblo natal, su madre se dedicaba a labores del hogar y su padre era dueño de un almacén de mercancías secas, víveres y botica. Allí mismo, en Isnotú, realiza sus estudios de educación primaria. Poseía  a su favor la relación de una envidiable descendencia: por  línea materna, descendía del cardenal Francisco Jiménez de Cisneros (mejor conocido como Cardenal Cisneros), quien fuera confesor de Isabel la Católica, fundador de la Universidad de Alcalá de Henares; y por vía paterna, a través del linaje de un tío bisabuelo, se emparentaba con el Santo Hermano Miguel (Francisco Luis Florencio Febres Cordero Muñoz), eminente educador y escritor, miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, y correspondiente de la Real Academia Española.

De los Andes a la capital

Culminada la educación primaria deja atrás su pueblo natal y en él, su familia y sus querencias naturales. Su puerto de destino es Caracas, la capital. Allí habrá de hacer sus estudios de secundaria y Universidad. Quería ser abogado, pero su padre le aconseja estudiar medicina: “ayudar a los que sufren” y convencido acepta. A partir de ese momento, tomó la medicina como su propia vocación.   No hay mañana para empezar, es hoy.

Una vez instalado en Caracas, la capital, cursa estudios de bachillerato exitosamente,  como interno en el famoso Colegio Villegas, dirigido a la sazón por el doctor Guillermo Tell Villegas.  Según refiere el mismo doctor Villegas,  era poco dado a jugar con sus compañeros y prefería pasar el tiempo libre imbuido entre libros. ​ Durante 1878 y 1882, cursó en dicho colegio preparatoria y filosofía, graduándose de Bachiller en Filosofía en ese último año.

Médico de la UCV

 Tenía 17 años cumplidos cuando hace su ingreso a la Universidad Central de Venezuela (UCV) para estudiar la carrera de Medicina. Los reportes y certificaciones de estudios universitarios indican que  en casi todas las materias de los seis años de estudio logró la calificación de sobresaliente.  A los 23 años (1888) recibió el título de doctor en medicina, distinguido como el más brillante estudiante de su época en esa casa de estudios superiores.

En el mismo año de su graduación,  se traslada a ejercer la medicina en su pueblo natal, no sin antes instalar un pequeño consultorio provisional, con el cual se va extendiendo su carrera como médico. En 1888, el rector de la UCV, Dominici, ofreció ayudarlo económicamente para montar un consultorio en Caracas, gesto que José Gregorio agradeció con estas palabras: “¡Cómo le agradezco su gesto, Dr. Dominici! Pero debo decirle que mi puesto no está aquí. Debo marcharme a mi pueblo.

Viaja al exterior a profundizar conocimientos

Un año después de egresado como médico (1889), gracias a sus aptitudes personales y excelentes estudios universitarios es seleccionado por el gobierno de entonces, presidido por Juan Pablo Rojas Paul, para la misión de estudiar en los mejores centros de Europa, nuevas especialidades científicas que contribuirían a mejorar las ciencias médicas en el país. Con ese objetivo José Gregorio pasa dos años entre París, Berlín y Madrid (1889-1891) perfeccionando sus conocimientos bajo la tutoría de ilustres científicos como el miembro de la Academia de Medicina de Francia Mathias Duval, Charles Richet (Premio Nobel 1913), profesor de Fisiología Experimental en la Escuela de Medicina de París  quien a su vez había sido colaborador de Étienne Jules Marey y discípulo de Claude Bernard, reconocido de la medicina experimental en Francia, sumándose a ellos,  Isidore Strauss, discípulo de Émile Roux y Charles Chamberland quienes lo fueron a la vez de Louis Pasteur, de ellos recibe notables reconocimientos, entre los cuales destacó la “medalla de honor” como el mejor medico alumno de la cátedra de anatomía de la Facultad de Medicina de París, impuesta por el propio Strauss jefe de la misma. En el laboratorio de Mathias Duval estudia las áreas de Microbiología, Histología Normal, Patología, Bacteriología, Embriología y Fisiología Experimental, entre otras. *Notas extraídas de escrito de J.I.Moreno León (Ex Rector de la Universidad Metropolitana)

Finalmente asiste en Madrid a lecciones del padre de la Histología moderna y Premio Nobel de Medicina (1906) Santiago Ramón y Cajal.

Retorno a la Patria, docente y científico

Luego de su fructífera y bien aprovechada estadía en Europa, José Gregorio retorna a Venezuela en agosto de 1891 con conocimientos enriquecidos, revoluciona y actualiza el ejercicio de la medicina y crea el laboratorio de fisiología experimental, habida cuenta que trajo consigo los implementos para crear el laboratorio de fisiología experimental en el recién establecido Hospital Vargas de Caracas. Con la traída del primer microscopio al país, funda la cátedra de Histología, inicia una investigación experimental, en el espíritu mismo de lo que será la universidad venezolana, y será uno de los pioneros de la moderna medicina venezolana. Se inicia así su extraordinaria carrera de más de 23 años como docente universitario, científico y médico.

Fue además fundador de los estudios experimentales de bacteriología y de fisiología y de la primera cátedra de bacteriología establecida en América.   Como iniciador de los estudios de la medicina experimental en el país el doctor Hernández fue igualmente co-fundador de la Academia Nacional de Medicina. En su actividad docente hizo numerosas publicaciones e investigaciones de gran valor científico. Fue un excelente maestro que gozó del aprecio de sus alumnos, entre los cuales se destacan algunos que serían eminentes médicos como Martin Vegas, Domingo Luciani, Diego Carbonell y Pedro del Corral. Por todas esas cualidades y su vocación de apóstol de la medicina, el doctor Miguel Yáber, su más destacado biógrafo, lo ha calificado como “…un modelo de universitario correcto, honesto, sencillo, humilde…quien en su vida profesional formo una escuela y dejo un modelo de vida universitaria…”

Como académico, en su afán de transmitir sus conocimientos y experiencias médicas en su país, entre 1909 y 1913, el doctor Hernández realiza una serie de publicaciones científicas que lo llevan al más alto reconocimiento. Se reeditan sus Elementos de bacteriología, de consulta recurrente por los estudiantes; y como resultado de su investigación, acompañado de estudiantes y colegas, publica su importante trabajo “De la nefritis en la fiebre amarilla”; en abril de 1910 aparecen publicados en la editorial de El Cojo Ilustrado, sus “Elementos de embriología”; en abril, en La Gaceta Médica de Caracas su trabajo “Lesiones anatomopatológicas de la pulmonía simple o gripal”; en 1912, con su discípulo Felipe Guevara Rojas, publica el “Estudio sobre la anatomía patológica de la fiebre amarilla”, entre otros trabajos.

Poliglota y polifacético

Hombre culto que quiso estar siempre a la altura de las circunstancias y así, participar en cualquier temática que se planteara. Al graduarse con el título de Doctor en Medicina, el 29 de junio de 1888, era dueño ya de inconmensurables conocimientos, hablaba inglés, francés, portugués, alemán e italiano y dominaba el latín;  tenía conocimientos de hebreo, era filósofo, músico y poseía además profundos conocimientos de teología.

Ciudadano sencillo y ejemplar

José Gregorio quedó huérfano de madre a la edad de 8 años. Este hecho influyo en su vida y no se casó, porque su padre, años más tarde murió dejando una familia formada por una madrastra y seis hermanos muy jóvenes de los que él se hizo cargo. Se los trajo a todos a Caracas y procuró brindarles un futuro mejor.

Cabe destacar sus dotes de bailarín, en fiestas familiares en Caracas e Isnotú de su juventud. Tenía talento musical  y tocaba piano en reuniones con amigas, una de ellas la hermana mayor de su amigo, Aníbal Dominici (médico y ex Rector de la UCV), de quien se decía estaba enamorada de él. Sus contemporáneas femeninas lo describían como un joven muy apuesto, educado, inteligente y con un excelente estilo al bailar. En su juventud, cuando realizaba su educación secundaria, se enamoró de una joven. No fue correspondido y dicen que ese fue su primer desencanto amoroso”, refiere el biógrafo Alfredo Gómez Bolívar.

Ser sacerdote: constante y vehemente deseo frustrado

Su carácter místico y su alto sentido de la religiosidad católica que profesaba, junto a la humildad manifiesta en su apacible vida, la sentida caridad con los pobres y el respeto a sus semejantes, fueron características en él que  lo acercaban a lo divino. De ahí que la faceta más reconocida y de mayor trascendencia de este gran venezolano la marcó su actuar como ejemplar modelo de vida cristiana que lo movió en dos ocasiones a tratar de seguir la carrera sacerdotal, intentos fallidos por problemas de salud.

Una vida como desprendimiento y viaje a lo sagrado que lo llevará a habitar la oración como se habita el verso de un gran poema, a intentar huir del mundo; y así, en 1908 su retiro al monasterio La Cartuja de Lucca, en Toscana, Italia, donde, como Fray Marcelo vivirá en el silencio y en la oración; sin embargo, nueve meses después de su ingreso, enferma de tal manera que el Padre Superior dispone su regreso a Venezuela para su recuperación.  Luego, en 1913, insistirá en el Colegio Pío Latinoamericano de Roma, pero una vez más sus planes se vieron frustrados por la enfermedad: una afección pulmonar que le forzó a retornar a Venezuela.

Perteneció a la Orden Franciscana Seglar de Venezuela (OFS), en la fraternidad de la Merced de Caracas, en la Iglesia Nuestra Señora de la Merced de los Frailes Capuchinos, realizó su profesión como franciscano seglar. De ahí se desprende esa sensibilidad y amor por los más necesitados, vivió el carisma y la vida de San Francisco de Asís, reconociendo en el pobre a la persona de Cristo sufriente, a quien sirvió a través de sus pacientes. Vivió el Evangelio como San Francisco de Asís y lo hizo suyo.

José Gregorio, buscaba la santidad. Si nuestro Papa actual, hubiese vivido en su época, muy bien le hubiese insinuado este, su pensamiento: “No tengamos miedo a ser santos. Todos estamos llamados a la santidad, que no consiste en hacer cosas extraordinarias, sino en dejar que Dios obre en nuestras vidas con su espíritu, en confiar en su acción que nos lleve a vivir en la caridad, a realizar todo con alegría y humildad, para mayor gloria de Dios y bien el prójimo”. Papa Francisco,  Octubre de 2013.

El médico de los pobres

Desde su graduación como médico, el Dr. Hernández tuvo una gran acogida de quienes fueron tratados por lo acertado de sus diagnósticos, consecuencia del exhaustivo examen e interrogatorio que hacía a sus pacientes.   Atendía a todos quienes le buscaban, pero los humildes tenían su preferencia, ellos lo adoraban. Testimonios escritos conocidos,  manifiestan que desde el presidente de la República, Juan Vicente Gómez, que admiraba su genio profesional, hasta la casa más humilde de la ciudad, a la que llegaba, atendía al humilde paciente, y muchas veces salía a la botica más cercana y regresaba con los medicamentos que entregaba a su humilde paciente en gesto de bondad.  He aquí la razón de porque lo llamaron “El médico de los pobres”

Su muerte trágica

A fin de resumir la información sobre su muerte, de una crónica publicada por el portal Wikipedia extracto lo siguiente: “…El 29 de junio de 1919 en horas de la tarde, José Gregorio Hernández salió a la esquina de Cardones a atender a una enferma, pero no pudo llegar porque fue atropellado por un vehículo conducido por Fernando Bustamante  en la esquina de Amadores de La Pastora.  El Doctor Hernández cayó golpeándose la cabeza contra el filo de la acera, lo que ocasionó una fractura en el cráneo. De inmediato Bustamante, lo recogió y lo llevó al Hospital Vargas. Cuando llegaron al hospital fueron informados que Hernández había fallecido, a sus 54 años de edad. Luis Razetti firmó el acta de defunción. Una vez examinado y amortajado el cuerpo, fue trasladado a la casa de sus hermanos Cesar Benigno y Sofía Hernández, ubicada entre Tienda Honda y Puente de la Trinidad.

A las 10:00 a. m. del día 30 de junio de 1919, en medio de una multitud, se inició el traslado del féretro de José Gregorio Hernández Cisneros al Paraninfo Universitario de la UCV encima de los hombros de sus estudiantes y discípulos, luego fue llevado hasta la Catedral Metropolitana, desde donde fue conducido hasta el Cementerio General del Sur donde fue sepultado. Caracas lo acompaño multitudinariamente.

Refiere J.I.Moreno León que “…. Esa masiva manifestación de duelo causo sentido impacto en el entonces joven escritor Rómulo Gallegos, expresado en reseña de una revista de la época en la cual señalaba: “…no era un muerto a quien llevaban a enterrar, era un ideal humano que pasaba en triunfo, electrizándonos los corazones; puede asegurarse que en pos del féretro del doctor Hernández todos experimentábamos el deseo de ser buenos.” Una nota de duelo aparecida el día siguiente del sepelio en el diario El Universal resaltaba el modelo de vida de quien después sería llamado “el médico de los pobres” al afirmar: “…transitó su sendero dulcemente, con un amplio gesto de misericordia en su ademán, con una lumbre de éxtasis en los ojos acostumbrados a mirar al cielo y cuando alzo el vuelo, como el águila, habría dicho Martí, tenía blancas las alas.”

Tiempos después, en un discurso en la Asamblea Legislativa de Trujillo, en Isnotú (3-10-1966), el ex presidente Rafael Caldera, al referirse a la trayectoria del doctor Hernández expresaba “… No se trata de un santo de tonsura, sino de uno cuyas estampas recorren el país tocado de sombrero tirolés; es un santo del pueblo, salido de la universidad; para él la santidad fue el ejercicio de la ciencia…”

Rumbo a la Santidad.

“Hoy Venezuela está de fiesta y rebosa de agradecimiento”. Tomando expresiones pronunciadas recientemente por nuestro Cardenal Baltazar Porras, administrador apostólico de Caracas y arzobispo metropolitano de Mérida, para informar a Venezuela la esperada decisión del Santo Pontífice: José Gregorio Hernández “El médico de los pobres” ya es Beato; anuncio que fue recibido con alegría y máxima euforia por la feligresía de Venezuela, hecho este, celebrado en todo el país con repiques de campana, misas, oraciones y grandes elogios para  nuestro compatriota beatificado. Esta decisión, como entronización del nuevo Beato a los altares, será magnificada en acto especial a celebrarse  con gran solemnidad y la participación de la máxima jerarquía eclesiástica de Venezuela y el clero de todo el país, el próximo 30 de abril.

Cumplido el proceso de la beatificación, el siguiente paso a dar es lograr su canonización que lo habrá de convertir en el primer santo de Venezuela, entonces será llamado “San José Gregorio Hernández”   y será un faro de luz que iluminara y protegerá al espacio geográfico de Venezuela y todos sus hijos. ¡Bendito y alabado sea Dios y su santo nombre!

Doctor en Cooperación Internacional. Integración y Descentralización: Los Desafíos del Desarrollo Internacional

 

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