Earle Herrera: Aniversario sin topochos

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La derecha reniega de su pasado, como alguna gente de mal o buen vivir. “¡No me toques ese vals!”, exclaman los escuálidos cuando les recuerdan su marchito ayer, sea la Carmonada, la invasión por Cúcuta o la autoproclamación. El segundo aniversario del golpe con plátanos frente a La Carlota, algo que todavía intriga a las ciencias militares, habría pasado liso si no es porque los chavistas fueron al sitio a reafirmar su victoria o por la excelente crónica de Roberto Malaver (prueba de que, como profesor suyo, no aré en el mar).

Ignoro cómo se llama ese síndrome o manía de huir de su pasado. Una mañana me encontré con una querida profesora en los pasillos ucevistas y me aconsejó: “Earle, olvídate de todas esas clases de maoísmo que yo te di”. “Pero mi profe –le respondí-, si esas fueron las mejores clases de mi vida”. Hizo un mohín escuálido y giró hacia la derecha, su nuevo norte. Más atormentados viven los teóricos del subdesarrollo o de la comunicación alternativa que no hallan qué hacer con sus propios libros, los mismos que les dieron nombre y fama de lumbreras. ¿Cómo apagar la única luz que los alumbra?

Los chavistas, en cambio, no solo reivindican su pasado, bien si “los objetivos no fueron logrados” (4-F), ya cuando la victoria les sonríe (triunfo de Chávez en 1998), sino que, además, conmemoran las efemérides dignas de mujeres y hombres de la cuarta. En la Asamblea Nacional precedida por Willian Lara, Nicolás Maduro, Cilia Flores, Fernando Soto y Diosdado Cabello, nunca pasaron por debajo de la mesa los aniversarios de Rómulo Gallegos o Andrés Eloy Blanco, olvidados por su propio partido, vaya usted a saber por qué insondables complejos o vergüenzas retroactivas.

El pasado 30 de abril se cumplieron dos años del golpe de los plátanos que el disoluto 4G no quiere recordar. Allí apareció con mirada perdida Leopoldo López, escoltado por un pálido Guaidó. Se le sumaron los escuderos Ramos Allup y Zambrano, antes de que los “próceres” corrieran hacia las embajadas. La imagen de aquellos plátanos abandonados le dio la vuelta al mundo. La revista Hola evitó preguntarle a López sobre ese platanazo. Al fin, la prensa rosa ha hecho del glamour una concha de cambur y no quiso comprobar, como decía Chávez, si el cambur verde mancha.

 

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