El nuevo ministro de educación ha dejado una estela de duda sobre su estado de salud mental. Los anuncios sobre el raquítico incremento salarial del primero de mayo parece lo dejan desubicado, y sale a tapar el asunto con declaraciones irresponsables. Laboratorio que proviene de los llamados revolucionarios siglo XXI, apoyados en la irresponsabilidad y desprecio por la gente. Imponer la pobreza y la miseria para los ciudadanos es su consigna, y lo accionan sin vergüenza alguna.
En el gobierno nacional la hiperinflación no les llega a sus hogares, y establecen comparaciones ridículas entre las compras que se pueden realizar con siete millones de bolívares mensuales en diferentes ciudades del país. Evitan aclarar la dolarización de la economía para la adquisición de bienes y servicios, y elevan como salario integral la bonificación de la cesta ticket (negado para jubilados, incapacitados y pensionados), para redondear el ingreso por el orden de los diez millones de bolívares (un kg de carne y cartón de huevos es superior a ese ingreso). No les conviene al oficialismo que los ciudadanos tengan condiciones de vida estable. Ese es su proyecto, y llama la atención que les ha dado resultados durante los 23 años que tienen en el poder.
En la cercanía de los procesos electorales el régimen activa mecanismos de desinformación, y robustecen la desesperanza buscando la confrontación violenta, para arremeter en contra de las personas con el uso de las armas de la República a través de sus componentes militares y policiales. Privan de libertad a los disidentes, y se burlan de sus familias. Es el guión del terror como persuasión e imposición de la sumisión. El baño de la abstención les consolida en el poder, e incrementa capacidad de imponer el propósito de las ciudades comunales. La libertad y la propiedad privada les aterra, al igual que la presencia de la fe religiosa en los ciudadanos.
Ante las aberraciones son muchos los que salen a embestir el trapo rojo, unos por estar cansados de los atropellos, otros por conveniencia comercial con el régimen. No les duele a estos últimos el país y hacen de la manipulación la estrategia para proteger sus apetencias. Viven cómodos en lujosas residencias fuera del país y disfrutan de las mieles del dinero ajeno, mientras otros lavan baños para poder comer. Son muy parecidos a los que en 1999 gritaban no volverán, y ahora son los saqueadores de los bienes de los venezolanos.
Todo en el régimen es una mentira para con los ciudadanos. Con el paso del tiempo va saliendo a la luz pública la verdad sobre la pandemia. Las estadísticas anunciadas por el gobierno nacional no registran los datos reales, y la han utilizado en mantener el continuismo de la persecución, amedrentamiento y quiebre de pequeñas y medianas empresas. Permiten a algunos mantener establecimientos comerciales privados para no borrar todo de un plumazo, y van con ello suavizando el impacto del nuevo golpe por venir. El descaro en tiempos de revolución (ya no le llaman bonita), no tiene precio, y, si tienen dudas, busquen, escuchen, vean e interpreten las declaraciones dadas a los medios de comunicación por ese ilustre ministro.
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