Los dirigentes del presente no son políticos, el liderazgo político ha sufrido una metamorfosis de carácter Ético, y la decadente situación que ofrecen al País, y esto, aumenta la desesperanza como la incertidumbre en el país.
Una importante porción de los venezolanos, perciben que los nuevos Dirigentes, no son políticos, que son similares a un fraude, la modernidad alcanzada por estos, es considerada como insuficiente e imitativa, y las posiciones asumidas son vistas, como un engaño colectivo. Con cierta seguridad podemos confirmar, que han olvidado, la vocación de servicio, la dimensión ética y jamás alcanzarán un modesto discernimiento, pues no quieren al País.
Son personas con un nivel cultural bastante limitado y con un horizonte muy restringido de anhelos por el País.
Precisamente en el marco de la democracia de masas, los dirigentes del presente intentan parecerse a los presentadores de televisión y a los expertos en relaciones públicas, excluyendo todo indicio de intelectualidad, espíritu crítico y responsabilidad social. Sus escasos conocimientos son poco fundados, circunstanciales, fácilmente reemplazables. Su máxima habilidad consiste en vender, en el momento adecuado y a buen precio esas modestas destrezas a un público ingenuo que tampoco exige gran cosa de ellos.
Se comportan como las clases subalternas, ven los mismos programas de televisión que las masas, leen, si es que leen, los mismos periódicos, tienen apego por las mismas normativas y por los mismos gustos estéticos. La diferencia es cosa de cantidad y no de calidad. No están, exentos del placer de la opulencia de la fantasía, pero su máximo lujo, es el lujo plástico de las tarjetas de crédito. Es un poder frío, burocrático y tedioso.
El País, está asombrado al observar, que la mayoría de las personas ahora consagradas a la política, militaron activamente en los partidos tradicionales. Han cambiado ciertamente su discurso ideológico, pero son distintos a los de antaño, pero eso sí, ahora con una mejor educación cosmopolita y con inclinaciones más técnicas. Han resultado ser, más arrogantes y cínicos, lo cual no sería tan grave, si estos demostraran un mínimo de competencia, honradez en el desempeño de sus funciones y algo de interés por la Ética pública.
Hay que advertir que estos modernos dirigentes, en política y economía no han resultado, beneficiosos para el País, como para el conjunto de la sociedad. La mayoría de esos nuevos grupos, surgidos durante las últimas décadas del siglo XX han resultado ser oligarquías, satisfechas y autoritarias, que sólo poseen una perspectiva histórica de corto aliento. Una vasta desilusión colectiva parece ser la consecuencia de estos, la capacidad de protesta del ciudadano actual, es transformada en mero cliente, con sus demandas específicas, mensurables y altamente segmentadas, se torna intrascendente.
No parece que esta situación vaya a cambiar en el futuro inmediato. Estas carencias tienen una relación con la ingenuidad, maleabilidad y falta de realismo de casi toda la sociedad.
Una inmensa desilusión, es la consecuencia de estos aspectos, estos nuevos dirigentes que no son políticos, son imitadores superficiales, se hacen muy evidentes, no es una casualidad del presente, han seguido una tendencia de la política de la desembaraza, se liberan de experiencias históricas y se eximen, de aspectos teóricos y crítico-reflexivos. Es un desarrollo que no presagia nada bueno para la convivencia razonable de los venezolanos en el futuro. Mientras no se construya una nueva propuesta.
Como lo vislumbra Alexis de Tocqueville (Pensador y político liberal francés), donde impera la privatización de lo social y donde el dinero se transforma en el único criterio de éxito y distinción, es decir, en la evidencia de una vida bien lograda, allí emerge la posibilidad del totalitarismo moderno y la tediosa uniforma miento de la existencia colectiva.
Es la esencia de la pérdida de autoridad, que es real y la crisis no es la única explicación en Venezuela.
Si hay algo peor que tocar fondo, es no saber qué hacer para remontar la crisis.
Tres hechos, entre sí, han mostrado lo alejada que está hoy Venezuela, del proceso de integración y desarrollo económico para superar la crisis. El primero fue la elección de los Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia por la saliente Asamblea Nacional en el 2015. El Régimen sabía que actuaba en solitario y además no tenían fundamento de fondo sobre la actitud asumida, por haberse quedado sin la mayoría de la Asamblea Nacional, donde el país se iría a jugar literalmente su futuro.