Me estoy refiriendo al contraste entre los pueblos de Venezuela y Colombia. El gobierno de Venezuela, nuestra patria y nuestro pueblo, son independientes y soberanos. No es la situación de Colombia. Los gobernantes Uribe y Duque son claramente lacayos neocolonizados, al servicio de la CIA y del sionismo internacional. El pueblo colombiano libra una batalla por la soberanía y la independencia. Desde la época cuando Santander conspiró para asesinar a Bolívar, este asunto está planteado y el pueblo colombiano ha contado con nuestra solidaridad. La lucha está en pleno desarrollo y Palestina define al mundo: Venezuela está con Palestina.
Biden, presidente de EEUU, continuará la política de Trump de lanzar a la oligarquía colombiana contra Venezuela. Simultáneamente es un negocio que propicia la venta de armas a Colombia, particularmente para la fuerza aérea. La guerra necesita estimular los sentimientos anti venezolanos para estimular el odio como sostén político de un eventual enfrentamiento entre los pueblos.
Pero la política que viene desarrollando el presidente Maduro es la de estimular la amistad, lo que está provocando el fortalecimiento de los sentimientos patrióticos en Colombia, sentimiento que se puede extender hacia todos los pueblos latinocaribeños y también puede incluir al pueblo estadounidense, lo que debilitaría políticamente la agresión y coloca claramente a Biden como agresor y a Venezuela como agredido.
Es decir, este conflicto puede ser la gota que derrame el vaso del antimperialismo sobre la conciencia de los pueblos, no sólo los del Sur. No es descartable que se derrame también sobre pueblos del Norte, lo que ayudará a que continúen comprendiendo de donde dimanan las amenazas a la paz mundial y la explotación que el gran capital, estadounidense y europeo, realiza sobre toda la humanidad, sin importar el color de su piel y el idioma que hable.
La simulación, las dobles caras y la hipocresía, son propias de los poderosos. Se puede engañar y falsear la realidad. Para eso disponen de muy hipócritas aparatos de comunicación e información. Pero la propia crisis que viven los va desnudando. Si hacemos lo que debemos hacer y no cometemos errores graves, creo que podemos lograr que las máscaras se le vayan cayendo y las que no, tenemos la oportunidad de quitárselas.