Eligio Damas: De Colombia a Chile, crónica de una vanguardia sin brújula y unos pueblos que están mosca

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En verdad no voy hablar de Colombia ahora, lo haré más adelante. Sólo nombro al país vecino donde el pueblo está enardecido por sus derechos y contra ancestrales injusticias, para dejar constancia de como América se levanta. Pero también de un tema que, en algún momento habrá que discutir, como, ¿fueron las luchas guerrilleras, posteriores a la que desembocó en la “¿Revolución Cubana”, favorables a las demandas del pueblo por sus derechos y reivindicaciones? ¿Más bien no contuvieron estas? ¿No fueron aprovechadas por las clases dominantes para contener los reclamos populares? Digo esto o mejor lo pregunto, por muchas cosas, hasta por ese nuevo afán de convertir en héroes, hasta dignos del panteón, a gente si se quiere heroica y abnegada pero que se empeñaron en navegar contra el viento y la corriente y naufragaron como infantes. Ahora en Colombia, después que el movimiento guerrillero, dejó lo que había venido haciendo y ahora la gente toma sus espacios y se ocupa de sus problemas, la lucha toma un rumbo distinto y hasta promisor e igual pasa en Perú. Ya no es una lucha de vanguardia, como puramente ideológica, por imponer una iglesia, unos rezos, discursos y hasta héroes por otros. Ahora en Colombia la gente lucha por lo suyo, sus salarios, derecho a la salud, es decir, por cosas que a la vez demandan cambios en la forma de distribuir la renta y los beneficios y entusiasma e incorpora multitudes.

Por ahora hablaremos de Chile, donde algo de eso pasa.

Las protestas de mediados y finales del 2019 en Chile, contra el FMI y el gobierno de Piñera, dejaron enormes secuelas. Ahora mismo, por ellas, según el diario “El País”, Sebastián Piñera está siendo denunciado ante el Tribunal Penal Internacional (TPI), por las muy graves violaciones a los derechos humanos, que dejaron más de 30 muertos, miles de heridos, entre ellos cientos de personas que perdieron, por lo menos un ojo, por los disparos efectuados por los carabineros con ese deliberado propósito.

https://elpais.com/internacional/2021-04-30/organizaciones-sociales-denuncian-a-pinera-ante-el-tribunal-penal-internacional-por-crimenes-de-lesa-humanidad.html

Pero ellas, parecieron haber puesto demasiado cuidado en dejar pocos nombres exaltados. La revuelta, “estallido” y hasta “revolución”, como han calificado aquellos hechos, no fueron lideradas ni capitalizadas por nadie en particular. Fue pues un movimiento popular de gran magnitud, sin líderes ni héroes conocidos. No obstante, como hemos dicho antes, tuvieron casi coincidencia, en el tiempo y el carácter, con lo acontecido en Ecuador. Fueron aquellas unas protestas con objetivos específicos, como reclamo de mejoras salariales, los habituales del movimiento estudiantil por ampliar la educación pública, o sea, por una mayor inversión estatal en ese sector y los servicios de salud y también se protestó contra las condiciones en las que el gobierno había venido acordándose con el FMI y particularmente la aceptación ligera de las habitualmente odiosas y antipopulares que el organismo pone para otorgar sus créditos. Porque una y otra cosa, forman parte de lo mismo.

Fueron movimientos con objetivos específicos, pero sin liderazgo definido, como manifestaciones genuinas salidas del alma colectiva. El “Caracazo” venezolano, que descompuso el poder, los acuerdos establecidos, hizo añicos hasta las estructuras de los partidos y abrió espacio a un proceso distinto, pareció más un estallido de rabia, de angustia, por las dificultades del momento, no tuvo liderazgo, puede decirse que fue algo espontaneo. No dio espacio a ninguna protesta específica contra el FMI y su receta, la que ya venía adelantando el gobierno de Carlos Andrés Pérez, que emergió poco tiempo atrás con una montaña de votos, cercana al 65 % del electorado y dentro de una elevada participación, sino que fue solo eso, el protestar, desatar la rabia, pero tampoco tuvo liderazgo. Eso sí, dejó una montaña de muertos y no hubo tampoco responsables por eso. Todo quedó en el anonimato.

¡Las de ahora en el sur, parecieran tener muy claro lo que quieren!

En esto, en medio de aquellas protestas, que cada día agregaban nuevas consignas y reclamos, más gente y hasta los partidos progresistas empezaban a enterarse e intentar insertarse en ellas y, hasta los inéditos dirigentes que, en la calle impulsaban las protestas, se identificaban entre ellos mismos y sus nombres salir a la calle, se vino la pandemia, como en rescate de Piñera, toda la dirigencia chilena y hasta del FMI.

El pueblo chileno, después de Allende, pareciera haber sido muy desafortunado con su dirigencia, pese las muestras de combatividad que ha dado, empezando por las persistentes luchas del pueblo Mapuche por sus ancestrales derechos y continuando con un movimiento estudiantil, muy combativo e inconforme, pero que en cada caso ha sido abandonado por su dirigencia en el momento de reclamar ante los órganos del poder. Cada lucha, llegado a su más alto nivel, en el momento de formalizar los reclamos ante una autoridad obligada a escuchar, termina en la evasión de aquella dirigencia que se conforma con un pequeño beneficio.

El propio PCCH, ha incurrido en debilidades como la anterior señalada. Es inolvidable, como unas largas y fuertes protestas estudiantiles que elevaron a la Joven Camila Vallejo al liderazgo, hasta convertirla en Diputada del Congreso chileno, donde fue responsable de la comisión de manejar esos asuntos, en tiempos que gobernaba la señora Bachelet y aquel partido le prestaba apoyo, terminaron en el más absoluto fracaso, pues aquella dirigencia no fue apta para responder a sus compromisos. Tanto que el gobierno de la señora Bachelet en eso y en casi todo, terminó siendo como su antecesor, a quien aquellos estudiantes reclamaban. Tanto que luego, siendo Bachelet presidente y la Vallejo diputada, en varias oportunidades, los estudiantes volvieron a la calle por lo mismo. Y es por esto que, en 2019, manifestaron por sus derechos y por todo lo que protestaba el resto del pueblo chileno, incluyendo a los Mapuches.

Como era de esperarse, dada la naturaleza de los acontecimientos, la ausencia de los partidos progresistas de Chile en ellos, la interrupción que produjo la pandemia, hoy Chile luce fragmentado. Tanto que según se informa, para este momento ya se han asomado 16 posibles candidatos presidenciales para unas elecciones que deben producirse en noviembre de este año. Es decir, hasta ahora, el cuadro chileno, visto desde la perspectiva de las elecciones presidenciales, toma rasgos parecidos a los del Perú.

En lo inmediato, para los días 15 y 16 de mayo, están previstas las elecciones para escoger a los 155 representantes que habrán de redactar la nueva constituyente, una bandera y victoria de aquellas jornadas de fines del 2019, para derogar la constitución de Augusto Pinochet, tarea que la dirigencia política desde entonces, pese los reclamos populares, no pudo cumplir, pese que desde la desaparición de la dictadura, el palacio de La Moneda fue ocupada por varios presidentes, incluyendo unos tres del Partido Socialista chileno, el mismo de Allende, de los cuales dos perìodos fueron de la señora Bachelet.

Recientemente, el Congreso chileno, pese la oposición de Sebastián Piñera, aprobó una Ley que ordena al Ejecutivo adelantar un 10% de las prestaciones acumuladas a los trabajadores para atender las demandas generadas por la pandemia y, lo que, es más, ante la gestión del presidente ante un tribunal para que dejase sin efecto lo acordado, sufrió allí otra derrota, pues este la declaró sin efecto. Lo que habla del estado en el cual se halla el presidente del país austral. Es decir, ante el descontento que aumenta aceleradamente, el poder presidencial se erosiona.

En este mismo año, habrán de celebrarse las elecciones parlamentarias, regionales y hasta locales, en medio de ese estado de dispersión, falta de liderazgo.

Es cierto que, la pandemia contuvo las protestas; los grupos que salieron a manifestarse contra las políticas neoliberales de Sebastián Piñera, parecieran dispersos y hasta incomunicados y la tendencia a encontrarse, definir un liderazgo emergente, se contuvo. Pero también es verdad que descompuso el orden existente. Este parece fragmentado, como lo que antes estuvo unido se separa y pudiera abrirse un espacio para que la tendencia opuesta, quienes intentan y buscan acercarse se encuentren. Las elecciones podrían ser una oportunidad para eso. La lectura del cuadro peruano es muy importante.

Claro, esto tiene un riesgo; es una inconformidad, digamos impersonal, que pudiera ser capitalizada por los más audaces y previsivos. Y en esto, la derecha mundial, con la experiencia, informaciones que maneja y los recursos de que dispone, pudiera llevar una ventaja.

Pero eso no es inexorable. A esta altura, uno espera que, en el mundo progresista, se haya aprendido a manejar ciertas claves y desechar aquellas ortodoxas. La unidad de las fuerzas por el cambio es primordial. No se trata del cambio como le miro y le concibo, hasta donde llega mi medida, sino de aquel que es posible alcanzar dada la fuerzas que hay que unir. Los partidos tradicionales, no pueden salir a intentar monopolizar o liderar algo que no es de su competencia ni está dentro de sus posibilidades, hay que acercarse a la gente, a ese liderazgo informal, reconocerle sus espacios y con ellos elaborar los programas de lucha que debe salir de una confrontación abierta y equilibrada.

 

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