No basta con la acción doméstica de las fuerzas democráticas para cambiar el régimen castrochavista, sin la comunidad internacional no se podrá romper cerco de hierro que la “nueva Guerra Fría” ha estado montado alrededor de Venezuela.
En una reciente conferencia en el Instituto McCain, con motivo del Foro Sedona sobre asuntos globales, Henry Kissinger hizo referencia a una nueva Guerra Fría, pero no con Rusia, como heredera de la Unión Soviética, sino con China. Y dijo a diferencia de la otra que se basaba en el miedo a una ataque nuclear, esta de darse, con 70 años de diferencia y los adelantos científicos y tecnológicos de cada lado, sería una hecatombe.
La implantación en China del llamado “socialismo de mercado” a fines de los años 70, con Deng Xiaoping, permitió que cientos de empresas y capitales migraran hacia una China de mano de obra barata. Hasta 2010 la economía china creció en cerca de un 10% interanual. Fue la inversión extranjera su motor de desarrollo, por ejemplo se invertían US$372 mmd en el periodo de 1990-2001. La inversión para 2004 alcanzaba el 45% del PIB. Es decir el mundo, el capital se movió masivamente hacia China para convertir a este país subdesarrollado en la potencia que ahora conocemos.
En esto Kissinger fue instrumental cuando, como Secretario de Estado de Nixon, promovió lo que se llamó “la semana que cambió el mundo”, es decir, la semana de la visita del primer presidente norteamericano luego de unos 20 años de enclaustramiento de los chinos.
Esto lo hicieron para balancear la Guerra Fría frente a los rusos (la URSS). Pero también permitió lanzar a China al mundo, primero como un mercado potencial y luego como un lugar de producción con mano de obra barata, no sindicalizada. Entonces pasaron de simples maquiladores a productores en toda su dimensión.
Todo el mundo feliz pues los grandes capitales y empresas consiguieron un lugar para invertir seguro y sacar muchos réditos. Por otra parte, China dejaba de ser un espacio anticapitalista y en cierto modo antioccidental, para comenzar un camino al desarrollo que muchos vieron como un sendero directo hacia la democracia. Pero como sabemos esto no pasó. Ya se lo había previsto pues se hablaba del “modelo asiático de democracia”, donde el Partido Comunista mantendría el poder aunque dejara algo de democracia en lo local.
Sea que se pensó que había que “apoyar” o apoyarse en China para enfrentar a la URSS, o que China era ( y es) un excelente negocio para las grandes empresas o que era una forma de forzar la democratización del imperio del dragón, lo que sucedió es que China ahora es la potencia que “le late en la cueva” a EE.UU. Un imperio que no se embarcó en una lucha “antiimperialista” contra EE.UU. armándose o haciendo política de micrófono o creando asociaciones con otros gobiernos antiyanquis, sino desarrollando un capitalismo bajo en control férreo del Partido Comunista chino (socialismo de mercado) para enfrentarlo en lo económico.
La “semana que cambió al mundo” si lo cambió, no solo desplazando el papel central de Rusia en la ecuación, sino que permitió el despertar el dragón que ahora reta a EE.UU. en el mundo. Reto no estridente que de ser manejado mal podría traer consecuencias catastróficas (Kissinger dixit).
Lo que el exSecretario de Estado no anotó es que, ese enfrentamiento, no violento e indirecto – característico de la Guerra Fría- ya se está dando en nuestra región y en particular en Venezuela. Como hemos venido señalando en estas páginas, la lucha por la vuelta a democracia en Venezuela pasa por este enfrentamiento que podemos considerar tipo “Guerra Fría, pues se enfrentan los mismos actores de la vieja Guerra Fría, por el control geopolítico de Venezuela, que sería una cabeza de playa en el área de influencia de EE.UU. La diferencia es que ahora China tiene un papel que antes no tenía, y otros gobiernos internacionales han tomado importancia, entre ellos Irán y Turquía, y Cuba por supuesto.
Así que para complicar el cuadro en Venezuela, como fue el caso de la Primavera de Praga (1968), no basta con las fuerzas internas pujando por el poder y la democracia, hay que involucrar a la comunidad internacional para romper el cerco de hierro que esta la Guerra Fría está montado alrededor de Venezuela.