El dirigente opositor destaca que el cronograma de elecciones, la ayuda humanitaria –especialmente las vacunas– y las garantías democráticas son los puntos fundamentales en la discusión
Durante las últimas semanas la opinión pública venezolana ha estado atenta a los anuncios de negociación entre la oposición liderada por Juan Guaidó y el gobierno de Nicolás Maduro.
Las conversaciones llegan dos años después de la instalación del gobierno interino, apoyado por más de 60 países, y después del fracasado intento de acercar a las partes en reuniones desarrolladas en Noruega y Barbados.
Para hablar de este nuevo intento por buscar una solución negociada a la crisis que atraviesa Venezuela, el director de El Pitazo, César Batiz, conversó con el dirigente político de Voluntad Popular, Freddy Guevara, quien fue huésped por tres años en la embajada de Chile, a raíz de las protestas de 2017. Hace una semana se conoció que tuvo contactos formales con el equipo de Maduro.
Aún se están dando muchas discusiones. Yo dificulto mucho que todo el tema de la mesita y los alacranes pueda entrar. Sin embargo, se están haciendo esfuerzos para tratar de alinearnos con el sector que representa Henrique Capriles y el sector que representa María Corina Machado. Freddy Guevara, dirigente político VP.
El diputado de la Asamblea de 2015 admitió que hay una desconexión entre el Gobierno interino y la población. “Hay un problema y es que el cese de la usurpación se asumió como tumbar a Maduro y la verdad es que el cese no necesariamente implica sacarlo por la fuerza. El cese de la usurpación también puede llegar a través de un proceso de negociación”, explicó.
Sobre un nuevo diálogo, Guevara destacó que hay un cambio del enfoque estratégico en estas nuevas conversaciones. En este sentido, apuntó que los procesos anteriores estaban basados en la premisa de la salida de Maduro, pero que a su juicio la realidad actual obliga a un reenfoque de este proceso “con la construcción de las condiciones para que el pueblo pueda retomar la soberanía a través de un proceso electoral”.
“Ahora la democratización de Venezuela no es la precondición de la negociación, sino que la negociación es para llevarnos a la democratización de Venezuela en esta oportunidad”, indicó.
–¿Es posible que en este equipo haya la participación de factores de la “mesita”, de Capriles y de otros sectores que ya han estado conversando con Maduro?
–No me atrevería a dar una posición definitiva sobre eso. Aún se están dando muchas discusiones. Yo dificulto mucho que todo el tema de la mesita y los alacranes pueda entrar. Sin embargo, se están haciendo esfuerzos para tratar de alinearnos con el sector que representa Henrique Capriles y el sector que representa María Corina Machado.
Tener una delegación común va a depender mucho de los objetivos porque no es lo mismo, y no lo pongo como el caso particular de ninguno, si nosotros estamos planteando una negociación cuyo objetivo fundamental es las presidenciales, ayuda humanitaria, etc, y otros solo van a buscar una negociación de regionales y municipales. Hay objetivos que se contradicen, entonces no contribuiría. Se está haciendo ese esfuerzo que obviamente tiene muchas dificultades, pero que queremos hacer lo máximo para que los objetivos y las estrategias vayan en la mayor y mejor unidad posible
–Entonces, ¿el objetivo para el equipo de Guaidó será adelantar la elección presidencial?
–Él ha planteado tres objetivos muy claros y un cuarto que, aunque no es necesariamente nuestro, sí sabemos que es un punto muy importante para el régimen. Los tres primeros son: primero, un cronograma de elecciones con condiciones y observación internacional que tiene que incluir el tema presidencial, que es el problema de fondo, las parlamentarias y regionales y municipales. El segundo, todo el esquema de ayuda humanitaria, particularmente el de las vacunas contra el COVID-19; y tercero, garantías democráticas y garantías para todos los sectores.
Y un tema que es de particular interés para el régimen y que pensamos puede servir para que esta vez haya resultados diferentes, tiene que ver con el levantamiento progresivo y condicionado de sanciones. Condicionado obviamente a los temas fundamentales del acuerdo. Esos son los cuatro temas centrales que estamos planteando de manera inicial y, por supuesto, que se puede enriquecer con las discusiones con los demás actores que quieran respaldar esta ruta.
–¿Estos cuatro objetivos de la negociación no significan una claudicación de Guaidó ante el gobierno de Maduro?
–Sería claudicación si te planteas simplemente que nos rendimos, entregamos todo y se disuelve el gobierno interino y la Asamblea Nacional a cambio de nada o a cambio de cosas que solo sean para nosotros. Eso no está planteado de esa manera. Este es un proceso que llega bajo la realidad en la cual, tanto el régimen como los factores que representamos a las fuerzas democráticas tenemos la obligación de buscar puntos de acuerdo por el país, no por nosotros.
Allí entra un tercer actor que es clave y es la comunidad internacional, porque esta negociación no va a ocurrir si no está comprometida realmente la comunidad internacional y teniendo especialmente a las potencias internacionales. Lamentablemente Venezuela forma parte de un conflicto geopolítico y pensar que Nicolás Maduro se sostiene solo y que detrás de él no están China, Rusia, Turquía e Irán y que a esas fuerzas podemos enfrentarlas sin la ayuda de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, sería ignorar el tamaño del problema en el que estamos.
–¿Qué le hace pensar que la intención del Gobierno no es perpetuarse y que la negociación forme parte de una estrategia para mantenerse en el poder?
–Yo te diría que no hay nada que me haga pensar lo contrario y el presidente Guaidó lo dijo muy claro, que aquí no confiamos en la dictadura y tenemos que partir de la premisa de que ellos van a tratar de utilizar este proceso para dilatar, engañar y dividir y esa tiene que ser la premisa con la cual nosotros entramos a este proceso.
No se trata de asumir un proceso confiando en el régimen, se trata de asumir un proceso a pesar de la desconfianza en el régimen entendiendo que podemos construir condiciones que los lleven a tener que necesariamente acordar.
A ellos también el mundo se les hace chiquito y yo creo que allí hay una razón que puede validar esto. Una segunda razón es el involucramiento de la comunidad internacional. Y lo último, si bien todavía hay dispersión de las fuerzas democráticas, y eso es una realidad, y que al no estar las corrientes que puedan representar Henrique y María Corina hacen que no sea tan fuerte la negociación y sería importante unificarlas, más allá de eso, en el fondo hay un gran consenso hoy en el que, dada la situación en la que estamos, hay que hacer este esfuerzo para impulsar y buscar un acuerdo de salvación nacional.
–¿Qué ocurrió en la dirigencia opositora para que haya este cambio de discurso en torno a una negociación?
–El hombre es el hombre y sus circunstancias y las circunstancias van cambiando (parafrasea al filósofo español José Ortega y Gasset). Hemos tenido muchos años tratando de lograr un cambio por la vía electoral. Pasó 2015 y el régimen desconoció todo y dijimos que al cerrar el régimen la vía electoral, teníamos que pasar a un proceso de revuelta popular en el que a través de la movilización popular buscáramos un quiebre de la dictadura y tampoco se pudo con eso.
Luego pasamos a un proceso en el cual, a través del gobierno interino creamos una estrategia sustentada en la Constitución para tener la legitimidad y crear un contrapoder que fuera restándole la legitimidad a Maduro, ahorcándolo financiera, política y diplomáticamente para buscar un quiebre de la coalición dominante. Eso tuvo grandes avances, pero no logró el objetivo final que era sacar a Maduro y tener la democratización de Venezuela y esto nos lleva a revisar y adaptarnos de acuerdo a la realidad.
Tal vez no ha quedado suficientemente resaltado, pero el presidente Guaidó también ha enviado un mensaje a la comunidad internacional en el que les dice, “ustedes nos piden negociar y estamos de acuerdo porque es la solución menos traumática para Venezuela, pero no nos pidan que volvamos a repetir una experiencia como las anteriores y la forma para que eso no se repita es si ustedes, como comunidad internacional, se comprometen y le hacen saber al régimen que van a tomar medidas más duras y contundentes si el régimen vuelve a eludir un acuerdo”.
El riesgo, si no presionamos, es que Venezuela muera por olvido estratégico.
–¿Cuáles son los errores que ustedes reconocen que ha cometido la delegación opositora en procesos anteriores?
–Yo creo que en los procesos anteriores tuvimos varios errores. Uno de ellos fue haber planteado las negociaciones como procesos solamente entre dos partes y no tomar en cuenta el rol tan importante que tenía la comunidad internacional. Y esto que voy a decir puede sonar duro para los que vivimos en Venezuela, pero una cosa es negociar como si fuésemos dos vecinos negociando algo del condominio y otra cosa es hacerlo cuando sabes que eres un secuestrado. Y cuando lo eres, no puedes negociar solo.
Cuando eres un secuestrado, como nosotros, no puedes enfrentarte al secuestrador sino que tienes que negociar alineado con aquellos que realmente pueden generarle consecuencias y presiones a la dictadura.
Un segundo elemento es que lo manejamos de manera secreta y como con pena. Entonces siempre genera desconfianza en la ciudadanía, a pesar de que en ninguno de los procesos las fuerzas democráticas pactaron nada en detrimento de la población. Aquí tomamos la iniciativa de plantearlo públicamente y estamos haciendo un cambio de enfoque.
Otro punto es que no puede mantenerse aislada la negociación de la presión. En nuestro planteamiento actual estamos incluyendo el desarrollo de una campaña para que la población respalde el acuerdo y presione a los actores que influyen en Maduro para que acepte el acuerdo.
–¿Qué ocurrirá si la negociación falla?
–Nosotros tenemos conciencia de que el régimen tiene su plan B y es muy fácil. Dividirnos con las regionales, esperar a enero para ver si se disuelve el gobierno interino y tratar de meter preso a Guaidó y jugar con una parte de la comunidad internacional al cansancio. En ese sentido, partimos de una realidad: el plan B del régimen, si bien nos perjudica, tampoco les resuelve las cosas a ellos. Estamos trabajando en paralelo con los aliados para ver cómo se incrementa la presión en contra del régimen y te diría que un plan B va en dos líneas de trabajo que no me corresponden a mí desarrollarlas ni creo que es el momento de plantearlas ya que todavía se están discutiendo.
Al final, todas las salidas, incluyendo las que son de más largo plazo y las que incluso terminan en violencia, culminan con un acuerdo y elecciones presidenciales. Entonces, la discusión nuestra es, a qué costo vamos a llegar a eso. Ese es el gran esfuerzo que tenemos que hacer nosotros con la Fuerza Armada, la policía, dirigentes del Psuv, de hacerles entender que esto es insostenible para todos.
César Batiz / Gabriela González – El Pitazo