El populismo antidemocrático se recupera en la región y actúa coordinadamente para desestabilizarla y acceder al poder, mientras los demócratas no ven y van más allá de lo local y del discurso.
En octubre pasado escribía un artículo que llamé “El retorno de los brujos”- título de un libro que leí hace unos 40 años-. Era mi percepción de que el triunfo del partido de Evo Morales en Bolivia, la vuelta al poder de la Sra. Kirchner en Argentina y las violentas manifestaciones en Chile presagiaban que la “marea rosada”, que tiño al sur del continente al comienzo del siglo, volvería por sus fueros. Fue la época en que el castrochavismo dominó la escena política con aquello del Socialismo del Siglo XXI.
Ahora se escucha una especie de ronroneo pues los “brujos” están apareciendo en muchos sitios, de muchas formas y prometen acabar con las instituciones actuales para crear otras más “justas y democráticas”. Ya sabemos donde acaban esas promesas.
Lula quedó habilitado para optar por la presidencia carioca en 2022; el izquierdista Pedro Castillo, podría ganar las elecciones en Perú, el 6 de junio y llamar a una Constituyente; en Chile, luego de grandes y vandálicas manifestaciones callejeras, ya se aprobó la Asamblea Constituyente donde los independientes controlan dos tercios de los escaños- aunque apenas participo el 42% de los inscritos-; en Ecuador no obstante haber ganado Guillermo Lasso, el candidato del partido de Rafael Correa sacó el 48% de los votos en la segunda vuelta; y finalmente estamos frente a una Colombia atravesada por violentas manifestaciones a un año de las elecciones para presidente, que según las encuestas encabeza el líder castrochavista Gustavo Petro.
El panorama es al menos confuso y se otean entre las brumas algunos cadáveres, que creíamos sepultados, de vuelta a la política con opciones reales de triunfo.
Se dice que “nadie aprende en cabeza ajena” y por más que nuestra diáspora no se cansa de señalar que muchos de esos líderes los llevarán a una tragedia como la nuestra, los pueblos hermanos masivamente se van acercando al precipicio.
No hay duda que el problema es que los gobiernos democráticos no han sabido satisfacer las necesidades socioeconómicas de sus ciudadanos y la pobreza y la desigualdad en el ingreso aumenta y más aún con esta pandemia. Tampoco debe haber duda de que este es un caldo de cultivo para que surjan ideologías populistas antidemocráticas y vuelvan unos mesías que ya fracasaron o vengan nuevos con el mismo mensaje. Y en eso las fuerzas antidemocráticas trabajan duro.
Por su lado, los demócratas se ven el ombligo y cuando más muestran que les preocupa el tema, pero sus acciones son locales y no entienden que este es un asunto que hay que tratarlo regionalmente. Y no tanto en lo formal- gubernamental-, es decir con reuniones y declaraciones, sino que se necesita la acción proactiva y coordinada de las fuerzas democráticas frente a los otros que si están organizados y coordinados.
El populismo de izquierda lo sabe y así actúa. Se reúnen en el Foro de Såo Pablo y en Grupo de Puebla y son coordinados desde Cuba y financiados desde Venezuela- si, aunque no haya dinero para los venezolanos-. Hay denuncias concretas de que cuadros entrenados por este grupo están participando en los disturbios de la región y no solo en los de Ecuador y Colombia, como lo denunció Lenin Moreno, expresidente de Ecuador, sino también en Chile y Perú, como en estas páginas hemos señalado con base a fuentes confiables.
Hace muy poco se reunió en Miami el Foro “Defensa de la democracia en las Américas”, muy concurrido con expresidentes y sesudos analistas de la región. Muy bien, pero ahora necesitamos una instancia de coordinación de acciones concretas para defender a la democracia, como es el Foro Såo Pablo o el Grupo de Puebla para los grupos antidemocráticos. Una instancia que reúna, más que a las cabezas pensantes del continente, a los actores políticos y sirva para coordinar un programa de trabajo conjunto para no solo resistir el embate de los grupos antidemocráticos, sino para avanzar acciones conjuntas a fin de derrotarlos.
Si los demócratas no nos unimos o al menos nos coordinamos de una manera proactiva para enfrentar organizadamente a este grupo de partidos y movimientos antidemocráticos, América latina sin duda caerá en sus manos. Y vendrán días más sombríos: los brujos habrán vuelto porque le habremos dejado ganar. Y recuerden, ellos vienen para quedarse por todos los medios.