Hace unos días, Maria Leusa Munduruku, una de las principales líderes indígenas de la Amazonia, pidió ayuda por WhatsApp: “¡Van a incendiar mi casa!”. Y su casa ardió. Los mineros ya habían destruido la sede de la asociación de mujeres mundurukus semanas antes. También se enfrentaron a la policía federal y a la fuerza nacional brasileña, que llegaron a la región de Jacareacanga, en el Estado de Pará, para poner fin a la minería ilegal en tierras indígenas por orden del Tribunal Supremo, afectando así a una de las principales bases de apoyo de Bolsonaro. Los mineros reaccionaron con la violencia de quienes se creen dueños del país. El ataque a la líder munduruku ilustra el agravamiento de la tragedia brasileña. Acorralado, Bolsonaro se vuelve más peligroso y también sus seguidores, que han iniciado una guerra contra el Estado.
Con 120 solicitudes de impeachment a Bolsonaro pudriéndose en el Congreso, cada día que el ultraderechista permanece en el poder la guerra interna se agudiza. Todos los esfuerzos se destinan a neutralizar los ataques de Bolsonaro y sus seguidores contra Brasil. Los mineros ilegales, los ladrones de tierras públicas y los madereros son su base de apoyo en la Amazonia. Y Bolsonaro es su oportunidad para legalizar los crímenes en la selva. Sin embargo, en este momento, las acciones del Gobierno para propagar el coronavirus están siendo investigadas en el Congreso y el presidente pierde popularidad. Sus aliados saben que la ventana de oportunidad se cierra.
El aumento del precio del oro ha dado a la minería ilegal en tierras indígenas un poder de atracción aún mayor, llevando a nuevos protagonistas al campo de disputa. En el territorio del pueblo yanomami, uno de los más afectados, hay indicios de que la minería está vinculada al Primer Comando de la Capital, la principal facción del crimen organizado en Brasil. Se calcula que 20.000 mineros ocupan ya un enclave criminal del tamaño de 2.400 campos de fútbol. En mayo, los mineros atacaron varias veces la comunidad indígena de Palimiú y también arremetieron contra los policías que habían ido a detenerlos.
Los mineros quieren que el Congreso apruebe un proyecto de ley que legalice la explotación minera en tierras indígenas. El proyecto forma parte de lo que la sociedad ha denominado “paquete de maldades”. Si se aprueba, se derribarán las pocas barreras que existen contra la destrucción de la selva.
Sin el apoyo de Joe Biden y atacando a China para complacer a sus seguidores, Bolsonaro se encuentra aislado fuera y dentro del país. Su propio ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, está siendo investigado por contrabando de madera amazónica a Europa y Estados Unidos. Bolsonaro sostiene lo insostenible atizando a sus bases. Si no se le detiene, habrá más sangre.
Traducción de Meritxell Almarza