AMLO lo sabe, le preocupa y le duele. Su partido Morena y aliados perdieron al menos 9 de las 6 alcaldías que estaban en disputa en la Ciudad de México (CDMX), la capital del país, que había sido el principal bastión del lopezobradorismo.
La oposición le rompió el nido.
Si se compara con los 12 ayuntamientos que ganó en 2018, el golpe a AMLO y a su llamada Cuarta Transformación es claro y lleno de significados por la complejidad en que se llevó a cabo el voto y la clara división territorial entre los electores.
De las 16 alcaldías que estaban en juego, de acuerdo a los resultados preliminares del Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM) al corte de las 10:45 de la mañana del 7 de junio, la oposición lleva la ventaja en nueve alcaldías, incluyendo la importante delegación Cuauhtémoc, donde está asentado el Palacio Nacional, en el que habita el Presidente con su familia.
Morena y los partidos con los que hizo alianza llevan la ventaja apenas en cinco ayuntamientos. Y hay una décimo sexta alcaldía, Xochimilco, en la que hay tan pocos votos de diferencia entre el partido oficial y la oposición que es imposible decir quién lleva ventaja.
Por si fuera poco, de las 33 diputaciones de elección directa, Morena y sus aliados obtuvieron en esta elección 18, y la oposición 15. Muy lejos quedó la aplastante victoria del 2018, cuando el partido de AMLO ganó 31 de los 33 curules de elección directa.
AMLO sabe que perder la Ciudad de México es un pésimo augurio para las elecciones presidenciales del 2024 por la influencia político-social e histórica que tiene la capital de México en el resto del país. Esa misma influencia que lo impulsó a convertirse en presidente de México en 2018 es la que puede hacer que su partido y su proyecto personal y político no tenga continuidad en las elecciones presidenciales del 2024.
Lo ocurrido el 6 de junio en la CDMX debería significar para AMLO y su partido un momento de reflexión, para, al menos, corresponder a la reflexión que hicieron los capitalinos, otrora votantes masivamente incondicionales de López Obrador y su movimiento.
Este 7 de junio, para las cámaras, AMLO dijo que era “feliz,feliz feliz” con los resultados de los comicios y, aunque todo apunta que su partido y aliados ganarán varias de las gubernaturas en juego, sería mejor que fuera más prudente en la celebración, porque en muchos de los estados no ganó por mérito propio sino del crimen organizado. Pero ese análisis será temática de otra colaboración en este espacio.
CDMX, metáfora del panorama nacional
El crimen hasta ahora impune y no clarificado del derrumbe de la Linea 12 del metro, las deficiencias de su gobierno y el lenguaje del presidente, de constante agresión y división, así como la mala gestión y nulo carisma de la gobernadora de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, les pasó la factura. Irónicamente no en Tláhuac, donde ocurrió la negligencia que provocó la muerte de 26 personas. Ahí lleva ventaja la candidata del partido oficial, sin olvidar el factor de que el gobierno de la Ciudad de México llegó incluso a condicionar el suministro de agua potable a las preferencias electorales de los vecinos de la demarcación.
El mapa político que ahora se dibuja en la Ciudad de México es una metáfora de lo que ocurre a nivel nacional. La polaridad es absolutamente marcada, tan marcada que literalmente la Ciudad de México quedó partida en dos por una línea vertical.
La zona oeste, sureste y noreste de la capital siguen siendo territorio del partido de AMLO, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y sus aliados. Es decir Iztapalapa, Iztacalco, Gustavo A Madero, Venustiano Carranza y Milpa Alta. Son zonas con una población que, en promedio, tiene un menor nivel escolar, tienen una situación económica menos ventajosa, e históricamente es la zona más rezagada de la capital en materia de servicios y la calidad de éstos.
En esa zona de la capital se concentra un mayor nivel de población, que es beneficiada con los subsidios directos que reparte periódicamente el gobierno de AMLO, y el propio rezago los hace más vulnerables a estar sujetos al control político, como en el caso del agua potable en Tláhuac.
Gracias a que esa zona concentra una gran cantidad de población es que Morena logró conservar esa zona es que pudo obtener 18 de las 33 diputaciones locales directas. Por ejemplo, tan solo Iztapalapa eso significa 7 distritos electorales. Es la zona más pobre de la ciudad.
La otra mitad geográfica de la capital de México votó por la oposición. Es la población que vive en las delegaciones del centro, este, sureste y noreste: Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Tlalpan, Álvaro Obregón, Cuajimalpa, Benito Juárez, Magdalena Contreras, Azcapotzalco y Coyoacán, esta ultima era conocida como un bastión tradicional de la izquierda y ue durante años ha sido considerada un nicho cultural de influencia intelectual y política. AMLO también perdió ahí.
Son delegaciones donde la población, en general, tiene mayor nivel escolar y económico. Cuentan con mejores servicios e infraestructura en su mayoría, a excepción de Magdalena Contreras y Álvaro Obregón, donde existen algunas colonias con elevado rezago social.
La Ciudad de México ya no ama a AMLO
La CDMX ha sido el principal nicho político de López Obrador, y para él tiene un valor emotivo trascendente. Él nunca logró ser gobernador de Tabasco, su estado natal, pero sí de la capital de México.
En 1994, hizo una caravana de ahí a la capital para reclamar el presunto fraude electoral del que había sido víctima en Tabasco. Y estableció un plantón en el Zócalo que le sirvió de trampolín político. Llegó para quedarse.
Desde la CDMX despachó como dirigente del PRD de 1996 a 1999. Y en el año 2000 logró ser electo jefe de gobierno de la capital, en donde comenzó a establecer programas sociales, como una pensión periódica a los adultos mayores, de la que rápidamente obtuvo beneficios políticos y se convirtió en un sello de gobierno hasta ahora, la que como presidente hizo nacional. Ahí comenzó la tradición de sus conferencias matutinas y aprendió que dar sermones a sus feligreses era más efectivo políticamente que dar resultados concretos.
En 2006 cuando perdió la elección presidencial contra su contendiente Felipe Calderón, AMLO afirmó que fue víctima de un nuevo fraude electoral. Se declaró presidente legítimo y convocó a un plantón masivo sobre Paseo de la Reforma que duró 47 días. Fueron miles de habitantes de la Ciudad de México que al grito de “¡No estás solo!” lo acompañaron en su lucha política en manifestaciones masivas. Le dieron respaldo, cobijo y credibilidad.
Los capitalinos tampoco lo dejaron solo en 2012, cuando AMLO volvió a perder las elecciones. Y finalmente, el voto de los habitantes de la ciudad de México y el ánimo lopezobradorista que inundaba la ciudad fue un motor fundamental para que en 2018 ganara la elección presidencial.
El resultado de las urnas en la CDMX el 6 de junio grita que AMLO comienza a quedarse solo en su bastión.
Si hubiera sido el 2024…
Si el 6 de junio hubieran sido las elecciones para gobernador en la CDMX o para presidente, AMLO y Morena estarían en aprietos. No es lo mismo una elección de delegados y diputados locales que una presidencial, pero el ejercicio es útil para una prospectiva hacia el 2024.
La alianza PRI-PAN-PRD, y el PAN en solitario, ganaron más delegaciones, pero además, juntos o separados, esos partidos obtuvieron más votos que MORENA y sus aliados. En total consiguieron el 44,99 por ciento de todos los votos emitidos en la Ciudad de México, de acuerdo a las cifras del IECM en la Ciudad de México, hasta la última actualización del sistema de conteo rápido de votos de las 12:41 de la mañana (local) del 7 de junio, y con el 98 por ciento de las actas de votación contabilizadas.
En tanto que Morena y sus aliados, el Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista de México, juntos obtuvieron en total el 41,42 por ciento de los votos. La brecha es de 3,57 puntos de diferencia, suficiente para perder la gubernatura y la elección presidencial en la CDMX sin retorno.
Esto, seguramente, servirá de guía a la oposición. Les ayuda a confirmar que aliados le han destrozado el nido a AMLO y su partido. ¿Lo podrían hacer a nivel nacional? Es una pregunta que deben estarse ya formulando.
Otro indicador muy interesante, y que debe servir de clave para la elección presidencial, es que, de acuerdo a los datos oficiales del IECM, en las 9 delegaciones en las cuales lleva ventaja la oposición los índices de participación de votantes fue de entre el 51,8 por ciento hasta el 63 por ciento. En contraste, en las delegaciones en las que ganó Morena y sus aliados, la participación de los votantes fue del 45 por ciento al 54 por ciento como nivel máximo.
Es decir que pareciera que, entre más votantes acudieron a las urnas, más posiciones ganó la oposición y más cerrada fue la contienda en aquellas alcaldías y distritos en los que ganó el partido oficial.
Aunque AMLO dijo que era muy “feliz, feliz, feliz”, que no se lo tome en serio, en realidad no lo es. Tal es así, que ahora hasta insulta y menosprecia la inteligencia de los electores de la CDMX, a quienes debe su existencia política: “Hay que tener en cuenta que aquí hay más bombardeo de medios de información. Aquí es donde se resiente más la guerra sucia…”