En el entendido que la UNIDAD es la propiedad que tienen las cosas de no poder dividirse ni fragmentarse sin alterarse o destruirse, es también la característica o falla en que está inmersa la oposición venezolana. La falta de una verdadera Unidad política, cierta y coherente hace imposible el cumplimiento de objetivos, imposibilitando así el éxito de todo esfuerzo. Razón poderosa de su consecuente fracaso como estratega y desacertada en las negociaciones con el gobierno y los diferentes factores de los sectores políticos de la sociedad civil, incluidos también, entidades de la comunidad internacional.
De ahí que, el panorama político para un triunfo electoral de la oposición venezolana o poner “fin de la usurpación” no está a su alcance, en las actuales circunstancias. Dura tarea… titánica, podría decirse. Y todo dependerá en buena parte al orden que se ponga en casa. En la oposición existe un enredado desorden donde reina la anarquía; en cada parcela, sin líder e incoherencias en el “decir” y en el “hacer”, imponer sus criterios y decisiones personales, a la vez que contradictorios con el “querer nacional”, pretenden sea luz de salvación o el camino expedito que deba seguir la ciudadanía o electorado venezolano. Así no funciona la democracia. En algunos partidos hay quienes se creen infalibles y portadores de la verdad. Es así como al llamado del régimen a elecciones nacionales, regionales y municipales, hay parcialidades dentro de la oposición que se aprestan a participar, muy contrariamente al sentir de la mayoría que pide primero se hagan elecciones presidenciales que está en mora y se cumpla las demás exigencias previstas para garantizar la pureza, credibilidad y transparencia del proceso. Proveniente de los sectores opositores también se está llamando a un Referéndum revocatorio a finales del presente año. Oferta ésta que no ha logrado entusiasmar todavía al elector. El Pacto de salvación es otra propuesta. Y así, se suman otros criterios y opiniones diversas.
Mientras todo eso sucede en la oposición, enredada e incoherente, envalentonada por representar aproximadamente un 80% del electorado que le garantiza el triunfo sobre ese 20% del chavismo/madurísmo, cosa nada cierta, por cuanto este sector está unificado, atiende una sola voz y vota en bloque; mientras la oposición y ese alto porcentaje luce ficticio por su misma incoherencia y alto fraccionamiento en razón de la participación de más de 40 organizaciones políticas, incapaces de ponerse de acuerdo y zanjar sus disparidades para alcanzar la Unidad salvadora.
Existe consenso de que el gobierno es malo y debe ser cambiado. Esa es una verdad innegable. Pero ha actuado con astucia e inteligencia en el manejo de objetivos y va sólido al proceso electoral. La oposición por su parte sigue divagando y obstinada en acceder a fórmulas de consenso y Unidad sin lograrlo.
La Unidad en la política surge frente a la necesidad de dirimir diferencias con un enemigo al cual no podemos derrotar con nuestras propias fuerzas (números, medios, dinero). Frente a ese enemigo buscamos unirnos con otras fuerzas diferentes a nosotros y para eso deponemos, aunque sea por un breve plazo, las diferencias, para lo cual se requiere que esas diferencias existan. La Unidad, no hay otra posibilidad, es hija de la desunión.
Es fácil comprender como el régimen ha empleado fórmulas diversas que le han permitido controlar la oposición. Tal vez, la de mayor connotación ha sido la contundente máxima “Divide y vencerás”. Al escuchar esta expresión nos llegan a la mente de manera ipso facto, las tácticas que nos remontan en el tiempo hasta el emperador romano, Julio César, que utilizaba la esencia de esta expresión para consumar su dominio sobre el gran imperio romano. Así como, también, nos ilumina la genialidad atribuida a Nicolás Maquiavelo, en su libro: «El Príncipe», en el que su autor dibuja toda una gama de sugerencias para mantener el control absoluto del poder sobre el Estado.
El régimen gobernante, inspirado en esta expresión, tiene en ella su mejor aliado. Este 80% que representa la oposición, es sencillamente la cifra de un segmento fraccionado en muchas partes. Así tenemos que la oposición política tiene su mayor enemigo internamente: existe una oposición dentro de la magnitud de la misma; hay una oposición leal que es mayoría; existe una oposición afecta al régimen (son pocos); existe una oposición radical que no concilia con la mayoritaria (representada en un solo partido). También hay oposición interna dentro de militantes y simpatizantes que actúan como islas políticas y difieren regularmente de lineamientos y directrices partidistas. ¿Y qué decir de los traidores o “alacranes”? Todo ello, en contraste con el partido del régimen que unido actúa sumisamente siguiendo una sola directriz: ese es su fuerte.
Los políticos y los partidos deben realizar un esfuerzo definitivo para llegar a la Unidad salvadora. Existen varios caminos. Pretender participar en el proceso eleccionario promovido no tiene objetivo ni razón.
Doctor en Cooperación Internacional. Integración y Descentralización: Los Desafíos del Desarrollo Internacional.