Desde el mismo momento que el Presidente Chávez falleció, declaré a los medios internacionales, a la BBC de Londres, que al Comandante lo habían asesinado. No soy una persona que practica el escándalo, ni tampoco busca notoriedad, mucho menos tratándose de un hecho tan grave y doloroso. Pero, desde ese momento, he tenido la convicción de que la enfermedad y posterior muerte del presidente Chávez fueron producto de una acción deliberada, un crimen político, y por ello, en mis declaraciones, he insistido en que este hecho debe ser investigado. Varios somos los que hemos levantado la voz en ese sentido, aunque el gobierno –es decir, maduro y los cinco que controlan el país–, se han negado de manera reiterada a hacerlo, muy probablemente porque ni tienen la capacidad, ni tampoco el interés. Ese fue el primer asesinato del Presidente Chávez.
Luego vendría el asalto al poder por parte del madurismo, compuesto por esa extensa gama de oportunistas de todo tipo, “Los alacranes”, como los llamó el general Müler Rojas en su oportunidad. El “Chavismo sin Chávez”, como se advirtió tantas veces, estaban agazapados dentro del campo bolivariano, listos para perpetrar el segundo asesinato de Chávez. Esta vez, un asesinato más cruel, cotidiano y sistemático: la destrucción de su obra, de su legado, de todo lo conquistado, por lo que Chávez ofrendó su vida.
El gobierno de maduro –o el madurismo, para abarcar a los sectores políticos, militares y económicos que lo sostienen en el poder–, luego de haber perseguido al Chavismo y de haber instalado un régimen de terror y represión, se ha dedicado a demoler –hasta sus cimientos– la obra de Chávez, su legado, sus conquistas y realizaciones.
Del gobierno de Chávez no queda nada, de la Revolución Bolivariana tampoco. Solo basta levantar la mirada, sacar la cabeza de la densa niebla de caos, conformismo y resignación en la que han envuelto la vida diaria de nuestra población, para darse cuenta de este crimen.
Si alguien tuviese la capacidad de pensar en frío, dejar atrás la confusión, la rabia, desprenderse del tuiter y la propaganda estupidizante, detenerse, mirar hacia atrás y comparar el país que teníamos hace 9 años, por allá en octubre de 2012 –con las 7 avenidas de Caracas repletas de un pueblo vibrante, entusiasta, movilizado, apoyando un programa de gobierno revolucionario, socialista, el Plan de la Patria–, con la situación actual de un pueblo empobrecido, desesperado por salir del país, asediado en los barrios por el FAES o por El Coqui, haciendo interminables colas para obtener gasolina o gas, haciendo maromas para llevar comida a su casa, con salarios de miseria, destruida la autestima, recibiendo una caja Clap, nos daremos cuenta del segundo asesinato de Chávez.
Una mirada
Si miramos al país, de manera objetiva, sin excusas acomodaticias, nos espantaremos al ver el proyecto y la obra revolucionaria chavista, en ruinas:
La tragedia humana que vive nuestro pueblo, empobrecido, privado de sus derechos fundamentales, políticos, económicos y sociales. El madurismo le borró la sonrisa al pueblo, como también destruyó el “vivir bien” alcanzado en Revolución. Se acabaron las Misiones y Grandes Misiones, el Poder Popular desarticulado, el concepto de Democracia Participativa y Protagónica sepultada por la represión, desde la actuación del SEBIN, DGCIM, hasta el propio PSUV. Las condiciones de pobreza e indigencia de la mayoría son terribles, y alcanzan a los trabajadores, los jubilados, pensionados, campesinos y a los que no tienen nada.
En sus guetos de miseria, en el país de zonas exclusivas, la mayoría de la población ha sido despojada de sus posibilidades de vivir con dignidad, corriendo detrás de la comida, haciendo maromas para llevar a la casa lo esencial: comida, medicinas, vestido. No hay tranquilidad: puede faltar la luz o el agua, no hay transporte, ni gasolina, ni gas o telecomunicaciones. El interior del país ha retrocedido décadas en cuanto a condiciones de vida, mientras el gobierno, por su parte, estimula la grotesca diferencia social y de calidad de vida entre la población que tiene acceso a los dólares y vive en Caracas y las zonas exclusivas de Maracaibo o Valencia, como sustento para la propaganda de “su nuevo modelo de prosperidad”, mientras la inmensa mayoría vive la tragedia de la exclusión, la pobreza y la falta de acceso a los servicios y condiciones mínimas de vida. Es un pueblo empobrecido que se lanza a las calles, al rebusque de lo esencial para la vida, desde alimentos hasta una vacuna para no morir de COVID, un pueblo que ni siquiera figura en las estadísticas del mundo de fantasía del gobierno. La mayoría ha bajado la cabeza y se ha resignado a vivir en esta nueva condición de miseria que ha impuesto el madurismo, todo ello en silencio.
La violación de los Derechos Humanos, se ha convertido en una constante, una política de Estado, bajo el gobierno de maduro, tal como lo ha establecido la oficina de la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU. El Ejecutivo ejerce un control absoluto sobre el resto de los poderes del Estado, hace lo que le viene en gana, no existe independencia del Poder Judicial, de la Fiscalía General de la República, instituciones del Estado que actúan bajo órdenes directas de maduro. Se hace “lo que maduro diga”, no hay Estado de Derecho, por lo cual se violan de manera sistemática los derechos y garantías fundamentales de la población.
El Informe de la Comisión Independiente Internacional, creada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para determinar la situación respecto a esta materia en el país, fue demoledora en su Reporte del pasado mes de marzo, donde concluyó que en Venezuela se violan de manera sistemática los DD.HH. de la población, señalando que se han cometido Delitos de Lesa Humanidad y menciona con nombre y apellido a los altos funcionarios del actual gobierno -incluyendo a nicolás maduro- como responsables directos de estas acciones, recomendando abrir un juicio ante la Corte Penal Internacional, la cual se rige por el Estatuto de Roma, suscrito por Venezuela durante el gobierno del presidente Chávez.
Las cárceles del país están llenas de presos políticos, trabajadores de PDVSA, obreros, dirigentes sociales y políticos. Cualquiera del madurismo puede poner preso a un ciudadano, el Fiscal está listo para defender lo indefendible, para guardar silencio cómplice o para acusar, perseguir y difamar.
Nosotros hemos sido víctimas permanentes, sistemáticas de esta persecución política, nos han acusado, difamado, han allanado mi casa, somos hostigados y perseguidos hasta en el exterior. Otros han corrido peor suerte: el Mayor General Rodríguez Torres, el General Raúl Isaías Baduel, cientos de trabajadores y oficiales militares o cualquiera que sea víctima de una venganza o retaliación por parte de maduro, todos, están sepultados en vida, sin ningún tipo de derechos. Con cada acto de violación de los Derechos Humanos en el país, de crueldad, tortura, persecución, se mata a Chávez, mil veces.
El sistema carcelario y penitenciario del país, ha sido diseñado y estructurado por una persona enferma. Al infierno de las cárceles en Venezuela, ahora se suma la imposición de su ley por parte de los mismos “pranes” que azotan los barrios de Caracas a los cuales el gobierno entregó el control de los penales del país. El gobierno, en una extraña alianza, usa a estos grupos criminales para controlar espacios y territorios que le interesa mantener bajo el terror. El gobierno, ahora decidió que los prisioneros políticos, secuestrados en las cárceles de los organismos de seguridad o militares, sean transferidos al infierno del sistema penitenciario, condenándolos al olvido bajo el gobierno de los pranes y, muy posiblemente, a la muerte.
Mientras el gobierno avanza en la entrega del país y en la imposición de su modelo capitalista salvaje, para lograrlo continúa con la violencia y la represión contra el pueblo. Esta violencia, en algunas ocasiones es masiva, como las ejecuciones extrajudiciales del FAES y otros organismos policiales que suman más de 14 mil, tal como han determinado los informes de la ONU antes señalados, y en otros casos es una persecución política focalizada sobre dirigentes políticos incómodos para el gobierno, como nuestro caso y el de tantos otros que se encuentran en el exilio o presos. Además, se ha comenzado a reeditar la práctica de las desapariciones políticas, ante el escándalo de los maduristas. Habría que preguntar ¿dónde está Carlos Lanz?
La economía, antes, con Chávez estaba puesta al servicio del pueblo, ahora está al servicio de los sectores más especulativos y voraces del capitalismo. Sobre las ruinas de nuestra soberanía económica y capacidades productivas, se erige un sistema absolutamente depredador de nuestros recursos naturales, explotador, hambreador del pueblo. Una economía solo para “la gente bella”, la que tiene dólares, la que puede ir a los bodegones o mega rumbas en el Hotel Humbolt o al Parque Nacional Canaima; la nueva élite que con sus excesos le da una bofetada en la cara a la inmensa mayoría pobre, la que gana en bolívares, la que no está “enchufada”, cuyo salario mínimo mensual son escasos 3 dólares, la que muere asesinada en los barrios o sale como puede del país, dispuesta a hacer lo que sea para sobrevivir, alimentar a sus hijos, enviar dinero a sus familias que quedan atrás.
La dolarización ha sido el resultado concreto del gobierno y su paquetazo económico de 2018. Dolarizó a medias la economía, porque los sueldos siguen siendo en bolívares, y dejó que se desataran los demonios del ajuste salvaje del capitalismo: mega devaluación, hiperinflación, desregularización de la economía, eliminación de las conquistas de los trabajadores, salarios de miseria, minimización de los “costos laborales”, exenciones impositivas. Venezuela es hoy el paraíso del capitalismo salvaje, con su buena dosis de violencia y represión, son cientos los trabajadores presos por exigir sus derechos.
PDVSA, otrora empresa insignia del país y de la revolución, bastión de la soberanía, donde –tal como repetía una y otra vez Chávez– se respiraba “patria”, hoy día está en ruinas, desmantelada, sus cuerpos de dirección técnicos-políticos perseguidos, exiliados, encarcelados, defenestrados por la propaganda y el odio madurista. La producción de petróleo situada en escasos 531 MBD, revela una caída de 2,5 millones de barriles día respecto al año 2013, con las refinerías en ruinas. La empresa está siendo rematada entre los socios y amigos del madurismo. Se entrega el petróleo, violando la Constitución y la Ley Orgánica de Hidrocarburos, las mismas que derogó Carmona durante el Golpe de Estado de 2002.
La entrega de los activos del país, el petróleo, el gas, el oro y demás minerales, nuestras empresas del Estado, la industria petrolera, PDVSA, las empresas básicas y todo el entramado industrial construido o adquirido por el gobierno del presidente Chávez –concebido para ser parte del nuevo modelo productivo, basado en el trabajo y en la propiedad social– está siendo rematado o transferido al sector privado de manera grosera, ilegal, “en secreto”, donde la podredumbre de “Lácteos los Andes” o de “PDVSA Gas Comunal” es solo un ejemplo de lo que está haciendo el madurismo con los activos del Estado. En esta mega piñata están hundidos hasta el cuello militares, políticos y empresarios.
La Asamblea Nacional legisla para el capitalismo, para la burguesía. El presidente de dicho organismo y el jefe de la fracción parlamentaria del PSUV, preparan los proyectos de leyes para favorecer a la burguesía. Entre estos proyectos destacan la reforma-derogación de leyes emblemáticas de Chvez, como la Ley Orgánica de Hidrocarburos, lo que representa un fusilamiento diario del Comandante; la Ley de Zonas Económicas Especiales, elaborada para convertir al país en una gran maquila con mano de obra esclava, al servicio de la burguesía, siendo un ejemplo del asesinato diario de Chávez. Esta Asamblea entrega al país y asesina a Chávez todos los días, y lo hace en shows políticos de “acusaciones e investigaciones”, entre el payaso Brito y el cínico Rodríguez.
Mientras tanto, Fedecámaras aplaude al gobierno por sus políticas y decisiones, y las petroleras exigen la entrega total del petróleo. No quieren una reforma de la Ley Orgánica de Hidrocarburos, exigen su derogación y así acabar con cualquier resquicio de soberanía: es el saqueo o no habrá pacto. Las bancadas de diputados de ambas Asambleas en lo único que están de acuerdo es en reformar-derogar la Ley Orgánica de Hidrocarburos, acabar con PDVSA, convertirla en una “agencia de administración de contratos”. Y así van matando, una y otra vez, a Chávez.
El desastre militar en la frontera requiere, con urgencia, que las Fuerzas Armadas Bolivarianas hagan un punto de inflexión y analicen lo sucedido y reflexionen sobre qué van a hacer de aquí en adelante. Le recomendé al General en Jefe Padrino López que no se dejara enredar en las triquiñuelas políticas del madurismo y sus aventuras guerreristas en la frontera con Colombia. El papelón que hicieron nuestros componentes militares y la jefatura militar en sus operaciones en la frontera, muestra una grave fisura en las capacidades reales y en el liderazgo de los componentes estratégicos del país, los cuales deben estar siendo evaluados por el enemigo. Salieron con las tablas en la cabeza: tanques volados, muertos, desaparecidos, prisioneros de guerra y todo ello acompañado de las fantasías en el twitter sobre “operaciones de rescate” que resultan tragi-cómicas. Mientras tanto, las petroleras se apoderaron del Esequibo, explotan nuestros recursos naturales, extraen diariamente nuestro petróleo, y cierran –de hecho– nuestra salida estratégica y vital al Atlántico. ¿Qué diría el Comandante Chávez, señores Generales y Comandantes?
La izquierda boba
En la izquierda, el PSUV y los sectores revolucionarios, que están llamados a ser la voz del pueblo, a estar junto al pueblo, a proteger los principios y los postulados de la revolución, a ubicarse a la vanguardia de las transformaciones políticas, económicas y sociales, por ser –teóricamente– el sector político más avanzado de la sociedad, reina una absoluta confusión respecto a lo que sucede. Es una izquierda boba y acomodaticia que no logra desprenderse del chantaje del madurismo, del estribillo de la propaganda y cree todo lo que quiere creer; es una izquierda entregada desde hace años, que sólo la fuerza del Comandante pudo ponerla en el carril de la historia, pero que hoy día –cuando más hace falta– se quedó sin fuerza ni argumentos. Una izquierda que parece no haber aprendido nada del liderazgo de Chávez. No ha sido capaz de dar una opinión propia, rebelde, indubitable respecto a lo que sucede en el país. Basta que el madurismo le diga tres pendejadas y les mande una amenaza, o que les organice un encuentro “intelectual” de solidaridad entre ellos mismos, o se les ofrezca un cargo burocrático por aquí o por allá para que se sientan otra vez tranquilos, de vuelta a su zona de confort, arrullados por el estribillo “sanciones–conspiración”. Bien lo cantó Silvio, el trovador, “dijo Guevara el humano que ningún intelectual debe ser asalariado del pensamiento oficial”.
Es trágico ver al PSUV haciendo pintas a favor de Alex Saab, el nuevo héroe del madurismo, ¿hasta dónde va a llegar la degradación del otrora partido de la revolución?, convertido ahora en un partido para la contención de las luchas populares, en un freno, ubicado a espaldas del pueblo y guardando un silencio cómplice. Ahora el PSUV se ha convertido en lo que fue Acción Democrática en la IV República.
En el país hay un estruendoso reflujo revolucionario, el madurismo le ha abierto la puerta a los espantos de la contrarrevolución que habían sido sepultados por el impulso y la acción revolucionaria del Comandante Chávez. Ahora hay una opinión abierta, desfachatada en contra de Chávez y su obra, pronto la campaña de falsos positivos y corrupción del madurismo en contra del gobierno del presidente Chávez, en contra del “Rojo Rojito” de Chávez, tocará su propia figura y su propio prestigio. El daño que le ha hecho maduro a la figura de Chávez y a la posibilidad del socialismo ha sido monumental.
¿Cómo llegamos a este punto? Esta es la consecuencia natural de resignarse ante la consigna “aquí se hace lo que diga maduro”. ¿Qué diría Chávez?
Entonces, ¿qué debe hacer el Chavismo?
Lo primero que debe el Chavismo hacer es sacudirse al madurismo, con sus trampas, sus falsos positivos y su manipulación. El Chavismo, donde quiera que se encuentre –en el PSUV, en el Ejército, en el Poder Popular, en el exilio o en el ostracismo–, debe dar un paso al frente. Debemos agruparnos, no hay que darle muchas vueltas al asunto, hay que volver a Chávez. Identificar y decir claramente que este NO ES un gobierno Chavista. Dejar de andar por las ramas, dejar de “dorarle la píldora” al madurismo.
El Chavismo es mucho más que esto, es mucho más que un movimiento temeroso y calculador, el Chavismo tiene tesis y programa, es eminentemente Bolivariano, socialista, tenemos el Plan de la Patria. Por tanto debe ser contrario, por una cuestión de principios, al desastre del madurismo.
El Chavismo es un movimiento de profundas raíces populares y nacionalistas, su obligación es estar al lado del pueblo, pase lo que pase, siempre con el pueblo, debe estar al lado de la Soberanía, esa que se pierde cuando entregan el petróleo, el gas, el Arco Minero, el Esequibo, la economía.
El Chavismo no puede guardar silencio cómplice ante la tortura, ante los crímenes políticos, la persecución, la violación de los Derechos Humanos, las razzias en PDVSA y en los barrios. No puede guardar silencio ante la persecución y las detenciones, ante el exilio de los ministros que estuvimos tantos años al lado de Chávez, haciendo revolución, transformando el país.
El Chavismo no puede permitir que entreguen nuestro petróleo, que rematen PDVSA, que entreguen la economía y los activos de la Patria. NO podemos permitir que la economía del país se entregue a la burguesía. El Chavismo debe reivindicar el Socialismo, nuestro socialismo, el de Chávez: radical, como nuestra propuesta.
El Chavismo no puede presenciar, en silencio, como destruyen el país, cómo el “pranato” de la política hace lo que le da la gana, no puede permitir que nuestro país se haya convertido en un país de injusticias, de privilegios para unos pocos y de una inmensa tragedia para el resto, para el pueblo.
El Chavismo no puede permanecer impávido, en silencio, temeroso, callado, mientras a Chávez lo fusilan una y otra vez, mientras su obra la destruyen todos los días. Nuestro comandante Chávez es asesinado en el martirio permanente de nuestro pueblo.
Hay que liberar a Chávez de sus captores, hacer que regrese a nuestros barrios, a nuestros campos petroleros, a nuestras montañas y fábricas, a su llano querido, a su cajón del Arauca, que su pensamiento revolucionario y humano, viva libre entre el pueblo, en los cuarteles, en la lucha de los humildes, haciendo revolución para expulsar con un látigo a los mercaderes del templo, del templo de la Patria. Es lo mínimo que merece nuestro querido Comandante Chávez: volver a Chávez sólo es posible derrotando al madurismo para volver a su camino, reconstruir su obra, ¡Volver con el pueblo como protagonista de la Revolución Bolivariana!