Podíamos escoger, en la época de nuestro inicio médico, la formación de especialista como pediatras, dependiendo de la inclinación: científica, de alta tecnología o social. Me incliné por esta última (Hospital de Niños J.M. de los Ríos). Comprendí, en ese postgrado, al sabio vienés R. Virchow, cuando retó al mundo afirmando que la política era una subespecialidad de la medicina y que nuestra profesión debería promover la verdadera medicina, pero a gran escala: Agua potable, alimentación, vivienda, conservar el medio ambiente, adecuado ingreso económico familiar, calidad de vida social y salud preventiva.
En ese sentido, con lo primero se eliminaron las enfermedades hídricas; la buena alimentación, la desnutrición, causante del primer sitio en la mortalidad de niños en países subdesarrollados; la vivienda a la enfermedad de Chagas y la fiebre reumática; El cuidado del medio ambiente al paludismo y la bilharzia; y las restantes dieron posibilidad al desarrollo económico y estabilidad política de muchos países.
Después de más de 40 años en ejercicio de esta formación y viendo lo que sucede en Latinoamérica, especialmente en Perú, asumiría que para evitar la tragedia de estos modelos emergentes, que repetidamente empeoran las situaciones que supuestamente quieren mejorar, solo hay dos maneras de combatirlos: Que sientan los electores que fuimos y somos honestos en nuestro ejercicio, pero sobre todo la certeza de preocuparnos por la pobreza.
Amadeo Leyba Ferrer es Médico Pediatra