“No nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo”. Víctor Hugo.
Para los griegos, la política era el espacio en donde la palabra se intercambiaba, el espacio público, el Agora.
La relación entre política y comunicación la estableció Aristóteles hace más de 2.300 años, cuando en “LA POLITICA” señala que los seres políticos son los únicos animales dotados con la facultad de hablar, y en “LA RETORICA”, cuando definía a la misma como referida a los medios de persuasión. Desde entonces, política y persuasión van de la mano como partes esenciales de la naturaleza humana.
La actividad política en estos últimos tiempos se ha visto enmarcada tan sólo en el acontecer electoral, apreciándose cierto desdén por las ideas, tal vez a causa del desprestigio de muchas de ellas.
Cabe destacar que las ideologías son las que se han desprestigiado a causa de la degeneración de las ideas, o por la evidente concepción de la política como un simple ejercicio del poder, o de la búsqueda del mismo, sin metas, propósitos o ideales más allá de la única perpetuación en el poder; lo que ha acarreado cansancio, mediocridad, poca participación, hastío y hasta flojera mental.
No se evidencia realismo ni autenticidad. Lo real nos permite enfrentarnos a la verdad y a todos los problemas palpables que preocupan a la ciudadanía. El sentido de realidad de las cosas es la medida para intentar las mejoras. Lo auténtico es un requisito indispensable para la solidez de cualquier proyecto que pretenda una concertada permanencia. Mucha razón asistía a Aristóteles cuando afirmaba que “Los discursos inspiran menos confianza que las acciones.”
La actividad política tiene que acercarse al ciudadano, a sus sentimientos como persona y a sus problemas diarios, combinando la técnica con la esperanza y el esfuerzo con el sacrificio. La clave estriba en la existencia de un criterio que sirva como referente para las acciones concretas, de lo contrario nos encontramos con una situación que con frecuencia no opera sino como un eufemismo para ocultar la ley del más fuerte
Sin ideas no queda en la actividad política más que la ambición descarnada de poder. La imprescindible regeneración de la actividad política requiere el regreso a las ideas y a los valores, para poder recuperar la confianza, la participación y la democracia real.
Con “Las Ideas de Todos” se busca poner el acento en la recuperación de la actividad política como compromiso con el ciudadano, un compromiso con la verdad frente a la demagogia y la mentira, y la usurpación. Así lo leemos en su carta de presentación: “Con el objetivo de combatir la dispersión y generar espacios de encuentro, el FAVL se convierte en un catalizador de la construcción de un gran movimiento social amplio y plural, que se nutrirá de los grupos locales y de base, vecinos, trabajadores, empresarios, organizaciones no gubernamentales (ONG) y partidos políticos”
Con “las Ideas de Todos” buscamos que las propuestas no se queden en el etéreo espacio de la teoría, sino que logren ubicarse en el espacio de la realidad; en ese espacio de actuación de la actividad política que abarque no sólo los aspectos políticos como tales, sino todas y cada una de las facetas de la vida social, demostrando que la sociedad, que ya emprendió, con paso firme y seguro su marcha, es realmente plural, objetiva, decidida y realista, puesto que somos los ciudadanos los primeros responsables de hacernos cargo del momento histórico que vivimos. De nuestra capacidad, tenacidad, preparación y sabiduría para visualizar nuevas perspectivas de desarrollo y convivencia, dependerá el país que anhelamos.
Sociólogo de la Universidad de Carabobo – Director de Relaciones Interinstitucionales de la Universidad de Carabobo.