No queremos que la tiranía, que busca tinieblas, tenga adoradores, ni la ignorancia, que la sirve, prosélitos. Cecilio Acosta.
Esta hórrida crisis nos ha hecho sentir, palpar y ver situaciones innominadas, antinaturales y distópicas desde el marco de los locus totalitarios propuestos por Orwell, y desde el nihilismo, la nimiedad y la laxitud de las distopías lúdicas de Huxley, pero existe algo que supera incluso lo estudiado por Aguilar León y el daño antropológico, es menester recordar que este autor establece comparaciones entre la tiranía del III Reich con Hitler conduciendo el mal total y la revolución cubana de Fidel Castro cuyo legado es justamente una sociedad sometida, envilecida, enferma, escindida de límites morales, vapuleada y absolutamente atormentada, esta explicación se incluye a los fines y medios de lograr lanzar un puente que conecte los desmanes del III Reich, los horrores de Cuba y su derivación o transferencia a la frenética, surrealista, nihilista y expoliada de virtudes Venezuela de Maduro.
Venezuela no es un país, es cualquier cosa menos un Estado, de allí el óbice del problema para los cientistas políticos, quienes han debido aceptar con honda angustia que ni siquiera la definición de Estado fallido, nos es compatible pues aun en la falla del Estado, se advierte algún vestigio por recuperar o al menos reconstruir sus funciones elementales al ofrecer lo que en teoría es la responsabilidad más importante de cualquier Estado, proteger a sus ciudadanos; en la frenética y violenta Venezuela de Maduro el propio Estado se infringe entropía, para hacerse estable desde la antifragilidad, ese concepto introducido por el autor Nassim Nicholas Taleb, que se ajusta desde el caos y los vicios a la situación ruinosa de esta realidad.
Veintitrés años de levantamiento de todos los escrúpulos, de todos los diques de contención, más de dos décadas en las cuales un grupo con claras actitudes gansteriles secuestraron al Estado, desde la transferencia ciega, autómata y desposeída de voluntad de una sociedad sin pulso democrático ni civil,ávida de venganza, de resarcir la iniquidad, que la llevó a construir su propio vengador, un Leviathan hobbesianocon visos del Caribe, que destruyó todo a su paso, cual tsunami, cual cataclismo, concentrando la eclosión de esta crisis multifactorial, que es un reto para economistas, filósofos, juristas, historiadores y docentes, un escollo en el desarrollo histórico social, que nosdefenestró al siglo XXI, que ha revivido la larga noche de los caudillos y que se colude con la posverdad, para cual Parcas tropicales, cortar los hilos cada vez más limitados de la existencia de los pocos ciudadanos que se quedan y levantar la pústula moral y espiritual, en esa desordenada diáspora que sabe a dolor, que es ignorada y que lleva el recuerdo de un país que no existe.
Quienes nos quedamos aquí asumimos la traición, el desprecio o el insilio, como actos cotidianos de este jirón desgarrado de la historia que es Venezuela, en este país ergástula nos toca vivir como lo hiciera Viktor Frankl, pero sin tener un “por qué”, solo con el latente y punzante “como”, esa pregunta que nos asalta la dignidad en las noche de esta noche y en la pobreza de las pobrezas. ¿logró el chavismo colonizar paradigmas?, como una alimaña, esta ideología logro penetrar los intersticios de la moral, no de los desarrapados, no del lumpen, ¿logró colonizar, permearse y hacerse potable en las mentes de sujetos que están preparados formalmente, académicamente, científicamente pero que adolecen de moralidad? allí el pivote de esta columna desde la angustia, como sociedad evidenciamos un fallo en la ratio que se demuestra en la ostentación de individuos formalmente preparados en la tekné pero sin Bildung.
Así logramos preparar economistas brillantes, con una formación incuestionable pero con dobleces morales, que no les impiden formar parte del festín de corrupción, en el cual hienden los colmillos juristas connotados sin respeto por las leyes, que fabrican calumnias y envilecen la estabilidad de la justicia, para prestarse al vaciamiento del Estado de Derecho, médicos quienes presentan las más altas credenciales universitarias y hasta han llegado al cargo de Rectores Universitarios, pero que tras bambalinas se conducen cual criminales, doctores en matemáticas a bordo de un Banco Central al cual le han cercenado la independencia y la autonomía, para tener acceso ilimitado a los recursos del erario y producir este caos de hiperinflación que ya cumple 42 meses y destruyó al país. En esa falla de la ratio desde la formación para las virtudes subyace este colectivo naufragio, esta derrota grupal hecha país, para recuperarnos, si es que aún eso es posible, debemos reconocer el fracaso en los procesos de educación para las virtudes, proceso este que va más allá del caletre de aprenderse las siete virtudes cardinales y las tres teologales, para luego ya sin ambages, asumir el lenguaje procaz y rígido del tirano, hacer potables las crueldades y venderse cual mercancías. El chavismo es un atavismo tan perverso, que viniendo de la izquierda ha logrado alienar y cosificar todo, la moral, la ciudadanía, los derechos y los fines del Estado, son cosas que se compran o se venden valorados en la odiada moneda imperial, la cual ha sido entronizada en medio de una sociedad absurdamente desigual, constituyendo la destrucción de la isonomía el logro de los logros, que son vistos por los ojos de Chávez también cosificados para la posverdad.
La postura y las formas de la gansterilidad se han apoderado de buena parte de la sociedad, tal vez ya llevábamos esa pulsión hacia los vicios, ese desprecio por la virtud, pero simulábamos para potabilizar esa visceralidad animal, ese deseo oculto por lo viscoso, lo malo y lo perverso, por la injuria, por el tumulto y el expolio de la virtud, el chavismo destruyó las instituciones, estas le pertenecen a los nuevos jerarcas, a los que se venden y con los cuales se aplican toda suerte de celestinajes, para justificar sus tropelías.
Siempre adulamos a la iracundia, frenéticamente una multitud gritaba: ¡Así es que se gobierna!, cada vez que aquel caudillo de cara pintada atropellaba al marco legal, la irascibilidad genera tributarios, quienes en pos de hacerse agradables con sus amos, atropellan y violentan la dignidad para visibilizar la ruindad que gana ascensos en una estructura gansteril que ejerce el poder.Ese vicio lo inocula Chávez con la Constitución de 2000, la cual sin ambages es una oda a la imprecisión, un laberinto de circunloquios además con un lenguaje pobre y reiterativo, en el cual cada letra satisfacía los intereses del caudillo, es en 2006 cuando entramos en la inflexión de un autoritarismo competitivo hacia una autocracia abierta, el ejercicio obsceno del poder, el culto a la personalidad y la adición preocupante de cada vez más ciudadanos formalmente preparados a este expolio colectivo, al cual la pobreza del lenguaje llama “situación país”, vaya incongruencia.
Hemos visto periodistas que persiguen a periodistas, quienes además aplauden la censura y se recrean en la eterna propaganda de Venezolana de Televisión, la esencia televisiva de una distopía lúdica de la nada y la normalidad, en el medio una minoría de ciudadanos con solvencia moral y académica a quienes se les ha despojado de todo; la vida opulenta de quienes secuestraron al Estado es una bofetada a las precariedades vividas, sufridas y sentidas por quienes aún aferrados a los tablones de este naufragio que llamamos Venezuela, se hunden en unas aguas fétidas de simulación, complicidad y repito, celestinajes. Esos expoliados hemos sido africanizados, nos tocó la tapara para bañarnos, el suelo para parir, la camilla inmunda para suplicar atención y los amigos miserables para hacer colectas con nombres anglosajones llamados gofundme, unas vacas cual vecindades marginales. Al margen de los enchufados, al margen de los cohabitantes, al margen de los traidores, para aceptar esto debemos aceptar que la ratio técnica, que forma doctores y profesionales, es a la vez, el elemento clave para que prospere la barbarie y la violencia, pues no forma, sino literalmente fabrica técnicos y especialistas sin ninguna formación ética y estética, sin principios, valores ni virtudes, y estos individuos se trocan en los gestores en el sustento de la gansterilidad instalada en el poder.
Quiero estar equivocado, deseo que esto no sea así, que en verdad con el concurso de la educación y el insuflo de las virtudes sea suficiente, pero me temo que el daño está hecho, un daño más lesivo que el antropológico, un daño espiritual, que se derramó como el pesado aceite, que hace mover las ruecas desde la pobreza material, hacia la pobreza del espíritu, ese daño que instrumentaliza la pobreza de las pobrezas y el extravío del ethos, tejer y hacer la urdimbre de la ciudadanía para la refundación comporta el expolio del atajo, de la mudanza y de la traición, no basta con un cursillo de ética en la boca de un simulador amoral, es un esfuerzo que presupone valentía para insuflar virtudes, en una sociedad que olvida, que subsiste mientras el aparato de terror del régimen se encarga de atacar la honorabilidad como único patrimonio del cual se dispone en esta suerte de Haití continental, hasta desaparecer en las ergástulas de esta crueldad bajo el dictamen de una justicia deforme, horrida y pestilente, por cierto ejecutada por individuos formados técnicamente, pero expoliados de moralidad.
Finalmente, este es uno de tantos artículos que tienen esa preocupación sentida, saber si es que mutamos regresivamente hasta perder las formas de la moralidad y de la razón kantiana, o por el contrario, no formar parte de estas tropelías sentir que hemos sido derrotados y traicionados y en nuestro propio descuido alienamos la formación, para hacerla in extremis técnica en detrimento de la moral, la virtud y el ser, cada vez estamos más lejos del deber ser, y nos vinculamos ontológicamente con esta tara en el desarrollo histórico-social del país, que nos arruinó la vida a quienes decidimos asumir la virtud y el deber ser, mientras trocaba en sultanes a sus perpetradores, adlátares, feriantes y cohabitantes, que viven con, por y para la coima, que permita enrostrarnos sus vidas llenas de lujo en medio de la herrumbre de nuestro fracaso.
En lo personal y por ahora sigo de píe, frente a la inmundicia, enfrentándola, calculándola, haciéndome y haciendo a los demás dueños del relato de estos mustios años, y esperando la justicia erguida, tal vez bajo un laurel foráneo, ese del exilio, pero llevándome al país en la suma de mi micro visión con olores, sabores, rigores y sudores de mis estudiantes y los estudiantes que aún sobre el escombro de la verdad, sobre la mentira oficial y la historia charlatana, nos brindaron los únicos momentos de dignidad durante la feria bufa del bicentenario de la muy manoseada batalla de Carabobo, por esos momentos de dignidad en medio de la pestilencia aún ejerzo la docencia, preparo las clases y escribo en estos medios de la libertad y la libertad.