Estamos celebrando el Día del Periodista. Me sumo a los merecidos homenajes que se les rinden. Se trata de un ejercicio profesional trascendente, más allá de cualquier consideración secundaria. Como en todas las actividades de la vida hay de todo. Muy buenos, buenos, regulares, malos y muy malos. Gracias a Dios aquí en Venezuela podemos celebrar jubilosamente, a pesar del cerco y la hostilidad creciente del régimen, la honradez e integridad de la inmensa mayoría de nuestros periodistas.
Además de los problemas con el oficialismo, tienen que adecuar su relación con los pocos medios independientes que van quedando, condenados a una especie de auto censura incompatible con la libertad de expresión.
El libre ejercicio del periodismo es fundamental en toda sociedad democrática. También en las que no lo son al convertirse en instrumento eficiente para la ansiada liberación. De eso se trata en este momento tan dramático de la vida nacional.
Muchos profesionales han tenido que salir del país. Algunos han sufrido agresiones y presiones. Otros han sentido la necesidad de continuar el ejercicio de su profesión desde otras tierras, pero siempre con la mente puesta en el terruño que han tenido que abandonar. El régimen ha cerrado o reducido a su más mínima expresión desde canales de televisión hasta centenares de emisoras de radio y bastantes medios impresos. Todo ello contribuye a reforzar la firme convicción que tenemos frente a la dictadura, Mientras ella exista será imposible la reconstrucción del país.
Los cabecillas del régimen se han despedido, desde hace años, de todo sentimiento de decencia. Esto debemos tenerlo siempre claro y presente en la orientación de nuestras acciones. Esto es muy serio porque, en mi humilde opinión, ningún diálogo o negociación con los responsables del desastre nos garantiza el ejercicio pleno de la libertad en una auténtica democracia.
Sé que la inmensa mayoría de nuestros periodistas no se acobardan frente al abuso de poder y son capaces de enfrentarlo y derrotarlo. A ellos les decimos que estamos hartos de acumular noticias y hechos inútilmente. No necesitan consejos, pero eviten caer en la inercia mental o en el ejercicio de destrezas abstractas que generan graves desviaciones, a veces inconscientemente.
A todos nuestros periodistas, estén en cualquier parte y sean de la corriente ideológica de sus preferencias, los invito a sumarse a la política activa, a darle oxígeno a una actividad indispensable tanto para la liberación definitiva de Venezuela como para la inmediata reconstrucción nacional. La historia nos coloca a todos en un momento crucial de nuestra existencia. La política no puede ser siempre de la competencia exclusiva de “profesionales” que la han convertido en su forma de vida desviándola de sus fines hacia la corrupción y las riquezas impropias. Hay que oxigenarla.
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