En 1932 la radiodifusión era todavía una quimera en Barquisimeto pues apenas se escuchaban desde Caracas 1BCBroadcasting Caracas y Radiodifusora Venezuela, las únicas autorizadas por la dictadura gomecista y las del exterior por onda corta. Entonces faltaban 3 años para la inauguración dela primera estación de radio regional, La Voz de Lara el 18 de enero de 1935.
La radio avanzaba por el mundo. En EEUU, país pionero del medio, se afianzaba con varios centenares de emisoras. En la Unión Soviética Lenin crea un sistema radial para el interior y exterior y llama a la radio “Periódico sin papel ni distancia”. Y en Alemania Hitler la estatiza para controlarla de forma totalitaria.
En aquel bucólico Barquisimeto la gente soñaba con el primer medio de comunicación de masas con su prístina magia. Pero cuando llega lo disfrutan unos pocos por los altos precios de los receptores. El disfrute de las ocho horas de tiempo libre es el de una sociedad rural donde la existencia discurre de forma lenta y reiterada con escasas novedades.
En la capital larense las mismas se aligeran con la llegada del Ferrocarril Bolívar que repercute en la cultura de sus moradores. Éste facilita el contacto con los cambios que se registran en el mundo, entre estos la técnica de la radio.
Un hecho inusual
En ese contexto se produce un acontecimiento fuera de serie en los campos de lo social, la cultura y la comunicación. En el año 1932 el comerciante Pedro J. González tiene la iniciativa de crear una artesanal e improvisada radio. Se trata de la Radio Parlante Altagracia en la esquina de la carrera 19 con calle 20. Su sede es un botiquín propiedad de González denominado también Altagracia.
La misma constaba de un parlante dotado de un micrófono que se oía varios metros a la redonda en el casco de la apacible urbe que no pasaba de unos 30 ml habitantes. La corneta la colocaban en un frondoso naranjillo de la plaza que le servía de sostén. Por la prensa local de entonces era publicitada con llamativos avisos.
El cronista Raúl Azparren la describe como una radio “electrola”. Precisemos que este era un tipo de radio fabricado por la RCA Víctor dotado de pilas secas y baterías para zonas con poca electricidad.
Se trata de una vivencia de la cual son protagonistas los barquisimetanos. Una práctica que los pone en contacto con la mayor invención tecnológica de la comunicación durante la primera mitad del siglo XX. Todo de una manera recreativa, espontánea y participativa desde una latitud que lentamente se abría a los cambios en marcha en el mundo. La ruptura con la reiterada cotidianidad de todos los días. Un hecho que anunció algo nuevo bajo el Sol a esas casi 30 mil personas que en 1932 supieron de aquella novedosa técnica comunicacional.
Sitio de encuentro y diversión
En un conglomerado humano dado a la diversión por medio de la música aquello le vino como anillo al dedo. En la ciudad ese arte era el más conocido por su inmediatez a diferencia de otras formas artísticas. Un arte popular y folclórico que entra por el oído sin complicaciones para su percepción y disfrute.
Lo cierto es que pasó a llenar parte del tiempo libre de aquella masa humana que todos los días allí se daba cita. Entre los atractivos de dicha radio figuran música de discos de 78 revoluciones por minuto que sonaban por la activación de una vitrola de la marca RCA Víctor o Credensa. El sonido del disco era reproducido por la misma. Para que se oyera en el parlante se colocaba el micrófono en la vitrola que lo amplificaba.
Los cantantes internacionales de moda entonces eran el ídolo del tango Carlos Gardel y Libertad Lamarque. Mientras que del patio se presentaban en vivo Seférino Romero, Pablo Orellana, Vicente Guerrero, Juan Ramón Barrios y José Brot, entre otros.
Los géneros musicales en boga eran: el joropo, vals, pasaje, bambuco, pasillo, merengue, bolero, paso doble español, tango, canción mexicana y fox-trot. A nivel folclórico y popular eran comunes los grupos de música campesina acompañados de violín, cuatro, maracas, y tambor. Su escenario eran las plazas y calles donde ofrecían su arte a los presentes. Era la versión criolla de los trovadores europeos de la Edad Media. El Tamunangue era pasto del marginamiento pues en 1919 el arzobispo Aguedo Felipe Alvarado lo prohibió por considerarlo profano. De esa forma quedó limitado a las haciendas, caminos y calles de Barquisimeto donde lo bailaban los negros, indígenas y campesinos.
Ese se constituyó en el sitio de reunión diaria para los moradores de la ciudad crepuscular. Su perifoneador Carlos J. González también ofrecía complacencias musicales, saludos a los cumpleañeros, mensajes diversos y hasta noticias. En el establecimiento, junto a las bebidas espirituosas como la cerveza, cocuy y ron, también vendían discos de la empresa norteamericana RCA Víctor.
En el lugar se daban cita los futuros locutores de la Voz de Lara: Raúl Montesinos Camejo, Ramón Guillermo Zamora, Juan Ramón Barrios, Mario Núñez Oraa, Antonio Oviedo y Ramón Ramírez.
Aunque parezca un contrasentido se nos antoja que la Radio Parlante Altagracia constituye un antecedente de la locución, animación y publicidad en la radio larense. De alguna manera todo tiene un principio no necesariamente sistemático y formal que generalmente viene después.
Otras callejeras
Tiempo después en Carora existió una radio con similares características. Nos referimos a Radio Violeta propiedad de Nicanor Graterol que competía con Radio Carora. La misma transmitía desde la calle Monagas de la capital tórrense. Todos los días se escucha esta mención:
¡Radio Violeta Informa!
En la década de los años 60 en Barquisimeto se observaba todavía varias de estas radios parlantes dedicadas a la publicidad. El radiodifusor Freddy Andrade Alvarado laboró en una antes de obtener su certificado de locutor. Así perifoneaba publicidad de un comercio propiedad de Raúl Azparren.
En Santa Inés del municipio Urdaneta en 1997 supimos de una estación de esta índole. Se trata de González Medina y Publicidad. La misma funcionaba en el mercado todos los domingos. Ofrecía al público música, mensajes e informaciones diversas.
Este es sin duda, el testimonio de la vida de la ciudad donde a partir de 1935 llega la radiodifusión en la banda y frecuencias de amplitud modulada -am-. Un sistema comunicacional que llenó el dial con 13 emisoras en Barquisimeto, Cabudare, Carora y El Tocuyo y de las cuales apenas quedan 3. La variedad de estaciones en FM cubre ahora el dial con más de 50.