Humberto González Briceño: Los grados de lealtad en la FANB chavista

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Si algo ha de ocurrir que perturbe la estabilidad del régimen chavista no será precisamente resultado de unas elecciones. Ni de un estallido social espontáneo como tantas veces se ha invocado. Los operadores de la falsa oposición se han convertido en los mejores abogados del régimen y apuestan por su sostenimiento. El resto de la población venezolana está depauperada luchando por su propia supervivencia diaria y sin una dirección política capaz de dirigir la protesta social. Las opciones de fuerza, vía intervención internacional o fractura interna, lucen inciertas e inviables en este momento.

Sin embargo, en un régimen que desde el principio le ha dado beligerancia al factor militar habría que contemplar la crisis interna de las fuerzas armadas chavista como una derivación de las opciones de fuerza que podrían afectar al régimen sin que esto signifique necesariamente que su estabilidad se vea comprometida. No se trataría propiamente de una opción por vías de fuerza para sustituir al régimen sino más bien de una lucha intestina que por vías de fuerza trata de dirimir quien dirige al estado chavista en la nueva etapa.

Para varios grupos y componentes que operan en las Fuerzas Armadas chavistas Nicolás Maduro es un Comandante en Jefe a quien se le tolera, pero no se le respeta. No es solo el hecho que en un régimen de gobierno militar su jefe no haya salido de las Fuerzas Armadas sino que la percibida y comprobada torpeza del comandante pone en peligro los negocios de las mafias que operan en el régimen. Esta preocupación ha aumentado en las FANB chavistas luego de la derrota militar en Apure, la cual es atribuida directamente a Nicolás Maduro, Vladimir Padrino López y todo el CEOFANB por tomar partido por uno de los grupos de las FARC.

El justificado temor que podría tener Nicolás Maduro no es a unos falsos opositores que se embarcan en torpes remedos conspirativos y menos aún a los pocos militares que por tomarse en serio la carrera militar están sometidos a la más estricta vigilancia y espionaje por parte de los servicios secretos cubanos. Lo único que en este momento podría inhibir y desanimar a Maduro de participar en desfiles y actos militares en espacios públicos es el temor real a sus propios militares chavistas con acceso a armas, logística e inteligencia para ejercitar su propia agenda.

La desconfianza mutua entre Nicolás Maduro y grupos de las fuerzas armadas chavistas no es nueva y comenzó desde el día que Hugo Chávez lo escogió como su sucesor haciendo a un lado al candidato natural preferido por los militares, el teniente Diosdado Cabello. Las señales no dejan margen a la duda. La seguridad personal de Nicolás Maduro y su familia le fue entregada desde un principio a los cubanos. Además de promover el espionaje de unos grupos sobre otros el régimen usa asesoría y tecnología de marca rusa y china para espiar y controlar a sus propios militares chavistas.

Desde hace tiempo se incorporó un protocolo de seguridad que obliga a altos oficiales a despojarse de sus armas y teléfonos celulares antes de entrar en contacto directo con Maduro para evitar el riesgo de un atentado. Ni siquiera en aquellas negociaciones entre la falsa oposición y el régimen celebradas en Miraflores con la presencia de Maduro se atrevieron a cachear a los participantes o quitarles sus teléfonos. Tal es la desconfianza que tiene Maduro de sus militares. No debería extrañar que en el futuro les exijan a los altos oficiales despojarse no solo de sus armas y sus teléfonos sino también de todo su uniforme antes de verle la cara a Nicolás Maduro quien quizás así se sentiría más seguro.

Si algo le ha permitido a Maduro atravesar las traicioneras e impredecibles aguas del mundo militar chavista durante todos estos años ha sido el papel estelar de su incondicional operador Vladimir Padrino López. El Ministro de la Defensa le ha ido limpiando el camino a Nicolás Maduro neutralizando a quienes le adversan e incluso a quienes aun jurando lealtad no lucen lo suficientemente incondicionales. A pesar de las purgas periódicas y sistemáticas para tratar de segregar a oficiales inconformes el rechazo a Maduro y Padrino López sigue ahí latente como un virus que se reproduce y se traspasa de unas promociones a otras en una cadena que parece no tener fin.

Aunque el mismo Nicolás Maduro diga que hay normalidad en las FANB chavistas su propio subconsciente lo traiciona. Hace tan solo unos días en el acto de los ascensos militares de este año Nicolás Maduro le pedía a los oficiales militares ser “…cada vez más leales” con el y con su revolución. ¿Más leales? La lealtad es una virtud que se ejercita o no. Igual que el patriotismo. No se puede ser más o manos leal o más o menos patriota. Se es o no se es leal. Al pedirle a los militares chavistas “más lealtad” Nicolás Maduro admite que en las FANB la lealtad tiene diferentes gradaciones que irían de lo  más leal a lo desleal. Esta sería si se quiere su primera e inédita confesión pública que las fuerzas armadas chavistas están, efectivamente, divididas aunque la división sea entre los menos leales, los leales y los más leales a Maduro.

@humbertotweets

 

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