La verdad es que resultan paradójicos los festejos, llevados a cabo por el gobierno, con motivo de la conmemoración de los 200 años de la Batalla de Carabobo, como lo hace ver una caricatura que llega por las redes sociales, y en donde aparece el mapa de Venezuela, que adorna una torta, y la que se reparten Vladimir Putin, Xi Jimping y Raúl Castro; en efecto, los tres representan el eje del mal en este momento, y con el que se identifica el presente régimen; es decir, son caimanes del mismo pozo, como diría Hugo Chávez, sólo que Venezuela es esa torta que se reparte; porque estamos ante una gran inestabilidad política, a propósito de la existencia de un régimen que no goza de ninguna legitimidad, y para su permanencia necesita ceder terrenos, y los que van desde lo económico (oro y coltán), hasta nuestra propia soberanía nacional, y la que está a cargo de Raúl Castro; aun cuando, por supuesto, Putin también de vez en cuando mete la mano
Es sorprendente el caso de Venezuela; un país que más bien libró guerras de independencia por medio continente, y de donde estuvo a punto de partir un batallón, que estaba entre los planes de Bolívar, para la liberación de la propia Cuba; no obstante hoy está sometida, y esto desde el 2002; momento en que se genera esa inestabilidad, a propósito de la salida de Chávez del poder por 24 horas; cuando se ve en la necesidad de tener que pedirle protección a Fidel Castro; que parecía que ese iba a ser el destino de Venezuela, tomando en cuenta que el sátrapa cubano siempre le tuvo la vista puesta a nuestro país; primero, propició la famosa lucha armada, orquesta por el PCV y el MIR; luego, cuando estas organizaciones abandonaron esta estrategia política, intentó incursionar en el territorio en tres oportunidades.
En efecto, el castrocomunismo ha sido un fantasma, que se ha recreado en otras circunstancias hoy en día; yo diría, a partir del instante en el que Chávez gana las elecciones de 1998. De hecho, ya esto venía desde que articulaba su movimiento político; cuando entonces le tocó ir a Cuba, y Castro aprovechó para hacerle un recibimiento de jefe de Estado; pero no por la figura en sí; que para ese tiempo no pasaba de ser “un tigre de papel”, como lo calificó una revista española; incluso, en medio de la idiotez, que lo caracterizaba, se mostró sorprendido por la magnitud de aquel acto; sólo que Fidel necesitaba utilizarlo, con motivo de esa saña con la que él ha tratado la democracia venezolana; aun cuando llegó a tener mucho roce con Carlos Andrés Pérez, en especial, en su segundo gobierno; cuando fue invitado a su toma de posesión, y entonces se transformó en la gran vedette de los actos, a quien todos los periodistas queríamos entrevistar; algo que también se patentizó en el apoyo, que le ha prestado a Guyana; a propósito del diferendo, que nosotros tenemos con ese país por el tema del Esequibo; empezando porque Betancourt lo trató muy mal, cuando estuvo de visita en Venezuela; precisamente, en instantes en que vino a plantearle la locura de financiar su revolución por todo el continente con el petróleo, a la manera de incendiarle el patio trasero a los gringos; según hizo ver Rafael Poleo en una crónica, que escribió rememorando esa célebre entrevista, y de modo que por aquí podría explicarse el origen de ese ensañamiento.
Sólo que la suerte le vino a caer a Castro ya en su vejez, con motivo de la existencia por estos lares de un idólatra suyo, y el que se haría muy abyecto de su figura, una vez que profundizan ese trato a partir del 11 de abril de 2002, y quien sería precisamente aquel “tigre de papel”, que había pasado alguna vez por La Habana. Claro, el castrocomunismo fue un fantasma que recorrió toda la América hispánica; porque aun cuando no contó con el financiamiento de aquel gobierno de Betancourt, tenía detrás a la Unión Soviética; por aquello del internacionalismo proletario, que impulsó la corriente comunista en el mundo, y que fue lo que permitió que triunfara la famosa revolución sandinista en Nicaragua; aparte de que toda la región se fue cundiendo de movimientos revolucionarios armados, y de los cuales todavía queda una resaca en Colombia, y que aun cuando mantiene relaciones con el régimen de los Castro en Cuba, puesto que sus jefes van y vienen a este país una y otra vez, gozan hoy en día de independencia económica a propósito de su relación con el narcotráfico, aparte de que esa resaca también tiene vínculos con el régimen de Maduro.
Además, obsérvese que desde Chávez se viene hablando de una segunda independencia; tenemos patria: frases vacías, sin contenido. ¿Segunda independencia de qué? Porque a esta altura toda idea relativa a nacionalismos está huera. Ya Venezuela no tiene ninguna dependencia con EEUU; cuando entonces se destinaba el 80% de la producción de Pdvsa a ese país. Pero lo más grave de este imperialismo, que ejerce Cuba sobre nosotros es que, mientras el imperialismo yanqui te traía todo un enclave industrial, y propiciaba un know how entre la población, donde se instalaba; el suyo es expoliador; como lo califican algunos: extractivo. Obsérvese que hoy en día estamos sin gasolina, porque Maduro prefiere enviársela a Cuba, y el posible know how que pudiera intercambiar, no se traduce sino en una guerra mediática, consistente en lanzar bolas fabricadas en laboratorios; lo que se viene conociendo en las redes como face news, desinformaciones, falsos positivos, y que no están llamadas estas bolas, sino a enajenar conciencias.
¿El imperialismo: fase superior del comunismo? Pero, además, hemos asumido un coloniaje, y que es lo que más avergüenza, producto de una idolatría o de esa idolatría, que sentía Chávez por Castro. Yo diría una idolatría de adolescente, que no dejó de serlo éste.
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