Este es un año difícil para Argentina. La inmensa mayoría de la gente vive angustiada por las lamentables condiciones económicas y la dilatada campaña de vacunación. Mientras tanto, el gobierno ha logrado prolongar el pago de la deuda y sus consecuencias, y los partidos se preparan para las próximas elecciones parlamentarias de noviembre que podrían reconfigurar nuevamente el mapa político argentino.
A fines de 2019, Mauricio Macri perdió las elecciones luego de que su gobierno naufragara por el derrumbe del peso, la inflación y la debacle de las cuentas nacionales. La solución a la debacle por aquel entonces fue un gigantesco préstamo concedido por el FMI que los ciudadanos reprobaron en las siguientes elecciones cuando le dieron la presidencia y vicepresidencia a Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
Fernández llegó al poder con un peronismo reunificado, corroborando la máxima de que «el peronismo unido, jamás será vencido».
La mayoría de los diversos sectores del peronismo (algo que solo los argentinos pueden entender) apoyaron la alianza que representaba Alberto Fernández y el kichnerismo. «Con Cristina no alcanza, sin Cristina no se puede», fue la conclusión realista que sacaron los peronistas desde Jujuy hasta la Patagonia.
Y entonces llegó el virus
Inicialmente, al Gobierno no le fue mal en materia sanitaria e incluso las autoridades «canchereaban» comparándose con sus vecinos. Pero pronto el virus se expandió y la sociedad, acostumbrada a la socialización y a una intensa vida urbana, cayó bajo los rigores de la cuarentena. El turismo —buen afluente de divisas— se desplomó, los estadios, cines y teatros cerraron y la convaleciente economía sufrió un mazazo.
En 2019 el dólar llegó a valer alrededor de 50 pesos argentinos, mientras que hoy al cambio oficial está arriba de 100 y el llamado dólar blue pasó los 170. La inflación aumenta mes a mes y la pobreza afecta a más del 40% de la población. En este contexto, a finales de año se cumplían los primeros plazos para empezar a devolver los más de 45.000 millones de dólares del préstamo del FMI.
Ante semejante desafío, el gobierno representado por el ministro de Economía, Martín Guzmán, desplegó una ofensiva antes sus principales acreedores representados por el FMI y el llamado Club de París, y en ambos casos logró postergar los pagos para marzo del 2022. Y es que evitar el default es vital para todos, y aquí empieza a jugar la política.
De cara a las elecciones
A pesar del punto a favor, todo indica que el oficialismo ha sufrido el desgaste. ¿Cuánto? ¿Afecta más al presidente que al kichnerismo? ¿Seguirá unido el peronismo? Diversos episodios evidencian las diferencias al interior del oficialismo.
Cristina Fernández adelanta alfiles y ha posicionado a Axel Kicillof, hoy gobernador de la provincia de Buenos Aires, como presidenciable.
En la oposición, el gobernador de la capital, Rodríguez Larreta, le disputa la candidatura del PRO a Macri y mueve peones a la provincia de Buenos Aires (principal distrito electoral argentino). Los radicales también se animan y «conforme a reglamento», los socialistas argentinos están divididos.
Ante un escenario polarizado entre Larreta-Macri por la derecha y el kichnerismo en la otra punta, muchos se preguntan si entre Corea del Norte y Corea del Sur no sería conveniente una Corea del Medio. Sobre todo, de cara a las elecciones parlamentarias parciales del 14 de noviembre donde se elegirán a 127 de los 257 diputados y a 24 de los 72 senadores (las primarias serán el 12 de septiembre).
Ante un escenario de estas características, es presumible que los acreedores accedieran a prorrogar la renegociación de la deuda esperando el resultado de las elecciones que serían un indicador del poder del gobierno y un anuncio de lo que podría pasar en la elección presidencial.
Las incertidumbres de siempre
No todo es oscuro. Como el papa es argentino y seguro tiene influencia arriba, los precios de la soya y otros granos se han disparado en los últimos meses y hoy la soya genera más ingresos que la carne. Los chinos demandan en volúmenes chinos y Argentina es de sus principales proveedores, por lo que están entrando divisas y el Banco Central no está sufriendo tanto.
En este contexto y con el objetivo de frenar el alza del precio de la carne, el gobierno decretó una veda a su exportación. ¿Funcionará? Los controles estatales no gustan a las calificadoras de riesgo y Argentina acaba de perder su calidad de país «emergente», lo que repercutirá en el acceso al crédito. De momento las acciones de las empresas argentinas están a la baja, especialmente YPF.
Para variar, las interrogantes no son pocas. ¿Llegarán mas vacunas? ¿Serán efectivas ante la variante Delta? ¿Se reducirá la inflación? ¿Se estabilizará el dólar? La angustia de los argentinos es entendible.
En medio de este deprimente panorama hay un aspecto a rescatar y es que a diferencia de gran parte de los países de América Latina, donde la ciudadanía ya no confía en los partidos políticos, en Argentina parecería que no está pasando lo mismo. El debate político se sigue dando entre los partidos y con mecanismos para dirimir sus controversias, como las PASO. De momento, los argentinos al menos preservan su sistema de partidos.
Gabriel Gaspar es cientista político. Ha sido profesor en el Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, en la Academia Diplomática Andrés Bello y en la UAM y UNAM (México). Ex Subsecretario de Guerra del Ministerio de Defensa de Chile y ex embajador.