Alirio Pérez Lo Presti: Dicotomías cotidianas

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El ser humano, desde el punto de vista psicológico, cuenta con múltiples mecanismos de defensa, sin los cuales, nos confundiríamos mentalmente. Los mecanismos de defensa nos permiten etiquetar lo que nos rodea y proporcionan tranquilidad y sosiego ante lo desconocido.  Como etiquetar y clasificar a los demás funciona prácticamente en forma automática, valdría la pena detenernos un poco para analizar las etiquetas que tienden a ponernos en una actitud defensiva o descalificativa frente a los demás. Las etiquetas son atavismos atinentes al ser humano. Para el hombre de las cavernas era imprescindible reconocer las características, intenciones y potenciales peligros que podían representar los otros hombres. Era necesario clasificar al otro en términos concretos. No hacerlo adecuadamente representaba una potencial fuente de peligro. Podía perder su grupo o su vida. Clasificar al otro es consustancial a la esencia del hombre, pues se clasifica originalmente para poder sobrevivir. Ese atavismo sigue arraigado en nuestra más profunda naturaleza. Etiquetar nos es propio porque forma parte de los elementos defensivos. Etiquetamos sin querer y, por supuesto, queriendo, porque sólo colocando una etiqueta al otro podemos sentirnos seguros.

El otro, los otros

Uno de estos mecanismos de defensa propios de la cotidianidad es el pensamiento dicotómico o absolutista.  Este tipo de pensamiento tiene la característica de que, en forma fácil, la persona puede dominar sus emociones sin complicaciones, porque no se necesita pensar para asumir la actitud dicotómica. Si vemos las cosas en negro o en blanco, sólo tenemos dos opciones, por consiguiente, todo nos parece más claro. ¡O es negro o es blanco y se acabó! En la vida cotidiana se propende a dominar el arte de engañar y manipular a las personas. Muchos líderes usan regularmente en sus expresiones frases y pensamientos de carácter dicotómico. Un ejemplo básico típico y rancio sería la frase: “Si no estás conmigo, estás contra mí”. Lo cual es absolutamente falso, porque uno puede valorar a alguien por muchas razones y a la vez hacerle las críticas que considere pertinentes. Como el pensamiento dicotómico (negro versus blanco) es de fácil manejo y elemental comprensión, lastimosamente es el que prevalece en muchas dinámicas interpersonales y es el que goza con la complacencia de un colectivo carencial y poco reflexivo. En la vida en sociedad, la actitud populista es patéticamente dicotómica.

Sobreviviendo a las opiniones

Intentar ser reflexivo y evitar este tipo de pensamiento es lo contrario a ser neutro. Es la visión más libre y admirable de todas, pues representa la posición valiente del que se atreve a pensar. Lo importante es entender que la vida (salvo contadas excepciones) no es dicotómica. Las cosas no suelen ser blanco-negro. Por ejemplo: Los modelos políticos y económicos exitosos en el planeta son modelos mixtos, en los cuales lo tangible es la combinación de estrategias que puedan ser llevadas a la práctica para el beneficio colectivo, redundando en beneficio individual. Pero entender que algo no es negro ni blanco, necesita que la persona piense, por consiguiente, que sea mínimamente inteligente, y eso es raro en la raza humana. Aunque la humanidad ha trajinado lo suficiente, lo real es que se sigue pensando la existencia como antípoda perenne. Es desafortunado que una sociedad se comporte sobre la base de que sólo pueden existir dos vías en la vida, mientras existen multiplicidad de modelos de sociedades que son exitosas, en las cuales hay paz social y prosperidad ciudadana.

En nuestra época se ha hipertrofiado la percepción colectiva de que sólo existen dos maneras de entender al mundo. Lo más grave es que dicha estrategia ha sido planificada y puesta en práctica por grupos con aparatos propagandísticos que fungen como moldeadores de mentes y conciencias para sus objetivos. Un modelo mixto es aquel con apego a la realidad, que no comulga con la polarización y asume la posibilidad de combinar diferentes estrategias y puntos de vista. Pero, insistimos, se necesita un mínimo de capacidad de pensamiento para entender que implementando lo mejor de las diferentes posturas ante el mundo, es que podemos aspirar a la perfectibilidad de nuestras sociedades. De allí que los matices y la multiplicidad de colores son la esencia de la vida. El pensamiento dicotómico nos hace lastimosamente imbéciles y aunque no vivimos actualmente en las cavernas y estamos rodeados de concreto, existen elementos de racionalidad mínima propios de lo humano, que necesariamente deben escalar sus propios espacios en la extravagante dinámica del siglo XXI. Lo contrario es permanecer condenados a ser tozudamente torpes y trágicamente menguados. La educación, o sea, la reflexión reiterada y cuestionadora, puede propender a desmontar el pensamiento dicotómico y mostrarse como una solución para minimizar las posiciones fanáticas e intolerantes.

@perezlopresti

 

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