Y defienda sus derechos humanos, sòlo por llamar la atenciòn
“¿Cómo hago para hacerme líder en política o retomar aquellos fueros que me fueron dados? Estoy tan huérfano y solitario que hasta mis carnes se apretujan tras el cuero. No sé hacer nada para ganarme adeptos, pese hago el esfuerzo, porque decirte que eso no me importa o me trae sin cuidados, sería mentirte. Me muero por volver, “volver a los brazos de la fama otra vez”, de aquellos tiempos cuando como Mauricio Babilonia, “el de las mariposas amarillas”, soné hasta en las rockolas.”
“Me puse a apoyar a alguien, quien, eso sí, me dio todo lo que necesitaba, para hasta volverme omnipresente, porque él mismo, fue entonces como un dios y alcancé una fama que me niego a perder; pero la soledad me amenaza y mi mayor deseo ahora es encontrar con quièn asociarme para que ella deje de acosarme y llenarme el cuerpo de moho. Y no es que la soledad sea mala y no debe serlo, porque hay quienes la gozan, disfrutan y hasta se dan el lujo de decir lo que les dé la gana, sino que a mí me daña y consume.”
Eso preguntó y repreguntò a su maestro años atrás, antes que este se fuese, o lo sembrasen como gusta decirlo a alguna gente, aunque ya estaba ido en vida, no solo, sino abandonado de él mismo y empeñado en acurrucarse en rincones oscuros y en un hablar incoherente y entre dientes para más vainas. Porque el nuevo líder se llevó todos los suyos y le dejó como “capilla sin santo” y sin posibilidad de retoñar después de ser sembrado
El maestro, muy sabio él, le respondió después de fingir que meditaba, para darle más sabiduría a lo que iba a decirle.
“Para eso, sólo tienes que llevarle la contraria a todo el mundo y sobre todo a quienes creas que, aunque sea en un momento, tengan la razón. Lo que este o aquèl él digan rebátelo e inventa alguna vaina. Y si se trata de alguien con poder que no te quiere y hasta intenta cobrarte cuentas que no debes porque son de otro, hazlo hasta con saña.”
“La estrategia es fácil”, contestó el maestro, “si quien tiene poder no te quiere o acepta, o tú a él, por lo que sea, no le ves con buenos ojos, llévale la contraria siempre. Màs si hay un público que eso, seguro, aplaudirà.”
“No debe impedirte nada lo que haga o diga, aunque llueva y si él habla sobre la lluvia que cae, tú debes negar esa realidad. Para ti no llueve.”
“Pero maestro”, preguntó no sin timidez, “si eso hago, la gente que ve que está lloviendo me tomará como loco y lejos de apoyarme se reirá de mí.”
“No le pares. Mucha de la gente en la política, no se guía por la realidad. Eso lo sabes, porque en eso se nos fue la vida. Di que no llueve, pues los miles que a él le odian, te darán la razón sólo por eso y al verte enfrentándolo y desmintiéndolo, te verán como un líder y su nuevo portavoz.” “Sobre ellos y sus alrededores, en ese momento, no caerá la lluvia, sino un sol inclemente.”
Así aprendió con aquellos maestros ya muertos de tanta soledad y pesares y de otros, en el ostracismo, por sus culpas y cuentas por saldar.
Es por eso que, el KoKi o Coquí, tiene quien le escriba y defienda. Como también hay quien lo haga, desde donde uno menos lo espera, aunque sólo sea este una sola persona, en favor de los mercenarios, con todo su armamento y los actos de terror y la mafia colombiana, esa que nombrarla es innecesario porque todo el mundo conoce. Pues pasar por alto esto y resaltar al Koko o Coki, “perseguido y acosado”, como que se ofrece 500 mil dòlares a quien denuncie su paradero, es algo por lo menos, difícil de entender, màs si uno se fija en quien eso hace. Porque, en verdad, no se trata de defender derecho humano alguno, es un disfraz, sólo se trata de llevar la contraria. Ademàs, sacando simples cuentas, màs valen los derechos de muchos que los de uno.
Los mercenarios colombianos no existen, como tampoco el enorme arsenal incautado, que no es como para asaltar un banco, pulperìa de barrio o a alguna que otra gente en la calle. Los largos días de balacera en media Caracas fue un invento, un cuento de narrador maravilloso, de esos del “realismo mágico”. Nadie ha violado los derechos humanos de una comunidad secuestrada por largo tiempo y sometida a la autoridad de las armas y una situación “sin ley”. Tampoco hay en ello una intención política, como tomar el poder por la fuerza y lo que es peor, valiéndose de delincuentes de toda procedencia. No hay nada que decir de la persistente y dañina estrategia de la peor de las derechas del mundo de hoy, porque eso no existe, como diría Andrés Eloy, “son vapores de la fantasía”.
“¡Di tú primero! No me importa lo que digas o hagas, me trae sin cuidado. Sé lo que hacer y eso es, llevarte la contraria, porque allí hay una gente ya dispuesta a aplaudirme, no importa que su odio de nada sirva y nada aclare. Lo que importa es que esperan alguien diga algo que les alimente y justifique su sentimiento. Y al escucharme, leerme, se vendrán hacia mí. Ese será mi universo.
Porque no es verdad eso de los derechos humanos del Koki, que los tiene como humano que es, como también los tiene la comunidad toda que han tenido secuestrada, lo que al poeta, porque se intenta escribir una poesía, aunque mala sea, interesa defender, sino llevar la contraria, para ganarse el aplauso de un público que odia y hasta ansía hallar, aunque sea una rama volátil, de la cual asirse. La soledad, a un político que quiere hacer política, ganar adeptos, carcome y en consecuencia consume, atormenta y disloca.
Y esa soledad que enloquece, necesidad de ganar respaldo, envilece el discurso y puede hacer que uno diga lo que sea, lo que dicta la locura del solo que no quiere estarlo porque sueña otra cosa. Hasta, sin quererlo, hacer del Koki o Coki, aunque más parece este un personaje de ficción, porque quienes aparecen, sin que haya forma de negarlo, es muestras del paramilitarismo colombiano y aquellos de los “falsos positivos” y un nuevo loco plan que ha sido derrotado y en todo caso, por su naturaleza misma, solo ofrece más tragedia y dolor; una versión caribeña, en un cerro de Caracas, de Robin Hood, el “bandido heroico y bueno” del bosque de Sherwood, entregado al enemigo.