Por supuesto, Fidel Castro se ensañó contra la democracia venezolana; porque era un modelo de gobierno abierto a todas las libertades, con plenas garantías y derechos, y el temor suyo era que se trataba de un modelo, que competía con su castrocomunismo en términos de expansión por toda Sudamérica, y lo que fue pasando: Colombia se estabilizó, en ese sentido, aunque con algunos focos guerrilleros que, al final, terminaron dedicándose al narcotráfico; pero, sobre todo, en Centro América, que era donde más había cundido esa ideología suya; aparte de que también abarcará África, y esta será la cuota que tendrá que pagar Fidel Castro por el financiamiento, que recibirá de la antigua Unión Soviética, es decir, poner soldados; sangre criolla, y esto en virtud de que los acuerdos a los que habían llegado las autoridades soviéticas con las autoridades estadounidenses en las famosas negociaciones, que se iniciaron en la década de 1970 entre Richard Nixon y Leonid Brezhnev, en lo que pudiéramos considerar el final de la llamada Guerra Fría, establecieron que ninguno de los bloques de poder iba a incursionar con sus tropas en cualquier territorio, en lo que se conocía como el reparto del mundo; estando de por medio, sobre todo, aquello del internacionalismo proletario, que implicaba lo que el marxismo conocía como la lucha de clases continua; de modo que, mientras Castro prestaba sus tropas, para expandir dicha revolución proletaria, los estadounidenses armaban lo que se conoció como los contraguerrilleros, a la cabeza por ejemplo de un Edén Pastora, el célebre sandinista disidente, en Nicaragua; cuando no, reforzó los ejércitos con la CIA de los demás países de la región, y fue así como se le ganó la guerra al castrocomunismo en un primer momento, y vimos a un Fidel Castro tener cabida en algunos países democráticos, especialmente, Venezuela, donde tuvo una gran acogida por parte de Carlos Andrés Pérez; mientras por las redes sociales rueda una carta firmada por varios intelectuales, y quienes le daban la bienvenida al país.
En efecto, fue la vedette de los actos de proclamación de la asunción a la presidencia de Pérez, a quien todos los periodistas lo queríamos entrevistar. El problema es que la historia no lo absolvió, como él lo pregonaba, y esto por dos razones: la primera, no abrió el régimen hacia una democracia en el sistema político de Cuba, tal como se lo solicitaban Pérez y Felipe González; quien también sostuvo con él una gran camaradería; la segunda, que encontró en el Caribe a un idólatra suyo con una abultada chequera petrolera, que le despertó sus delirios mesiánicos; siendo, por lo demás, aquél de un gran poder de seducción; que es como se dice: los mancos se buscan para rascarse, y de modo que vimos una simbiosis de dos liderazgos cantinfléricos; uno más elegante que el otro; muy ordinario éste, por lo demás, y quienes se llenaban de elogios cada vez que se veían; hasta meterle en la cabeza Fidel a Chávez, que cuando él se muriera, la casa de Sabaneta de Barinas, donde se crió la familia Chávez Frías, se iba a transformar en un santuario; de modo que esta ascendencia del uno sobre el otro, significaba petróleo, que se iba para la isla, llegando en un momento determinado a alcanzar la cifra de 118 mil barriles diarios, que se le enviaban, y para lo cual acondicionó Pdvsa la famosa refinería de Cienfuegos; aunque esa es otra historia.
O por aquí comienza la otra historia; esa que vemos hoy en día de un pueblo que se ha levantado como en un efecto dominó en todas las ciudades de la isla. ¿A causa de qué? A causa de la desaparición de esa cuota petrolera, que llegaba de Venezuela, y que ha incidido sobre la economía cubana en la forma, como se observa: explosiva. Lo que se ve, que llega por las redes sociales, es impresionante como todo un pueblo, a la vez, se ha levantado, y ha comenzado a clamar por la libertad: he allí las secuelas del comunismo, y eso que lo que ha pasado en Cuba a lo largo de estos 60 años de castrismo, no era sino la resaca de lo que había pasado desde 1917; cuando se instaura la revolución bolchevique en Rusia.
Por supuesto, esta situación con la presencia de Fidel Castro nunca se hubiera producido, y ese es el problema de los países que se aferran a un liderazgo, y el que llega con ansias de perpetuarse en el poder; como lo dijo el Libertador: “Nada es tan peligroso, como dejar largo tiempo en el poder a un mismo ciudadano”. Porque un liderazgo es una energía que despliega una persona, y por medio de la cual se hace obedecer, a partir del pacto, que se suscitó en la sociedad moderna con el nacimiento del Estado, en aras de la seguridad de la ciudadanía, y el que lo encarnaba Castro, sólo que el insignificante Díaz-Canel no lo posee, y es por aquí por donde se comienza a hablar de la figura de una caricatura, que él vendría a representar.
De hecho, antes de esta situación, había trascendido que ya el pueblo lo pitaba en la calle, y esto por la condición de títere, que termina asumiendo este tipo de mandatario, que recibe la herencia de un poder, transmitido por otro, que se lo ha ganado con su proyección, si tomamos en cuenta que, mientras ha gobernado éste, ha estructurado lo que sería no un equipo de gobierno, sino un aparato, sobre todo de carácter policial, que le garantiza la perpetuidad; además de una red de cómplices; lo que se ha dado en llamar ahora en Venezuela una red de enchufados, y que por nada del mundo se van a dejar desalojar de la instancia, que ocupan; por lo que entonces, una vez desaparecido dicho liderazgo, ante situaciones, como las que vive actualmente Cuba, van a reaccionar con el doble del terror, del que pudiera propinar aquél, que ostenta la autoridad, que es lo que estamos viendo en esta oportunidad allí, y con el guión aprendido, además. Incluso, la forma como Díaz-Canel llamó a la ciudadanía a propiciar una guerra civil. He allí lo que más ha indignado a la opinión pública mundial.
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